El titular va dedicado a esa perla que ha encontrado en el océano Tomás Campuzano. Es el mexicano Bruno Aloi a quien descubríamos el otro día en la novillada de Baltasar Ibán en Villaseca. Confirmó en Peralta las bondades de su toreo pero lo emborronó todo especialmente con el descabello porque si no, corta una oreja en cada toro y sale a hombros.
La novillada de Barcial decepcionó a propios y extraños. Esperábamos seis cidrones como el de Guadalix y no salió ninguno. En el caballo, poca cosa excepto el bonito batacazo del tercero. En la muleta hubo dos que parecieron juampedros ya que arrastraban el morro por la arena de forma llamativa. Ese tercero que dio la caída fue boyante en el último tercio y resultó ser el mejor.
Las lidias fueron entre malas y nefastas y eso, en este encaste, es un delito muy grave ya que estos toros se resabian enseguida. Mención especial merece la incompetente cuadrilla que trajo Fernández de la Puebla a los que tuvo que salir a ayudar David Adalid en el quinto toro, ¡y no se les cayó la cara de vergüenza! Nos vimos obligados a increparlos desde el tendido cuando se retiraban.
GÓMEZ VALENZUELA. El primero era un negro bragado, meano, axiblanco, calzado de pies, colín y con esa cara penosa que ven:
Nadie entendió lo de esos pitones:
No hizo nada en el caballo y soseó en el segundo tercio, donde bregó Adalid con solvencia:
La sosez siguió en la muleta donde el novillero demostró ser militante acérrimo de la ultraderecha:
Estocada muy tendida, desprendida y muy trasera más tres descabellos:
Su segundo era un berrendo en negro, lucero y coletero, que metía la cabeza de lujo nada más salir y así siguió hasta que murió:
Empujó con la cara alta sin que el picador pudiese meter las cuerdas pero el maestro pidió el cambio y fue otro novillo que nos dejó con las ganas de ver su prestación en el caballo.
Adalid puso dos pares. Se alivió en el primero como pueden ver, aunque lo aplaudieron igual:
Pero fue mejor el segundo, tras el que el novillo lo enganchó con ese cuerno derecho y tuvo un buen susto:
La cosa se saldó con un corte en la frente. El patasblancas era un juampedro que seguía arrastrando el morro por la arena desarrollando nobleza por arrobas:
Cuando pedíamos al diestro que se arrimase nos debió de oír y pegó este pase que puede utilizar su apoderado como postal:
Luego siguió demostrando su ultraderechismo porque solo dio tres mantazos con la mano izquierda. Al entrar a matar dejó dos estocadas ejecutadas a un tiempo y perdiendo en ambas la muleta:
FERNÁNDEZ DE LA PUEBLA. Deambuló toda la tarde con el miedo que le metió en el cuerpo su impresentable cuadrilla en ambos toros.
Su primero era un negro lucero, pialbo, rebarbo, rabicorto y nevado:
Manseó a gusto en el caballo, donde recibió una lanzada contraria levantándole el palo más dos pinchazos de los que huyó. Tras eso se coló por el pitón izquierdo a un subalterno y a partir de ahí cundió el pánico. Al final vimos un total de cinco capotes por el suelo y dos muletas.
Tenía el viaje cortito y pegaba la tarascada por su poca fuerza aunque no nos pareció que tuviera ninguna maldad.
Por el izquierdo no quiso ni verlo seguramente asustado por los turistas de su cuadrilla. Luego demostró que no sabe matar, quedándose siempre en la cara. Dio cinco pinchazos y una tendida contraria milagrosa al estirar el brazo, con el novillo muriendo en los medios. En la imagen se aprecia que no tiene ninguna intención de cruzar:
Su segundo era este falso jirón:
Primero se quedó mirando la pecera un buen rato a tres metros y después cobró dos veces en el lomo yendo siempre con la cara alta.
Hubo una lidia nefasta que transmitió al novillero el miedo que estaban pasando los subalternos. Afortunadamente para él, el toro se le paró y así tuvo excusa porque no veíamos nada clara su predisposición. Nueva demostración de su inoperancia con la espada pegando un pinchazo, una tendida trasera alargando el brazo y otra entera trasera más arriba pero siempre escupiéndose. No nos demostró nada Fernández.
BRUNO ALOI. Su primero era un negro entrepelado, lucero, calzado de atrás, rebarbo y nevado:
Lo recibió muy bien con el capote, olvidándose del hierro y mostrándose muy suelto, nada que ver con sus dos colegas:
Empujó de bravo en el caballo y se apuntó un buen batacazo:
La sorpresa fue que el maestro pidió el cambio, cosa que no le perdonamos. La presidencia lo concedió para pasar a otra lidia desastrosa en el segundo tercio. Mirábamos de reojo a Aloi y estaba desesperado con lo que veía.
Una banderilla le había caído en el costillar y el toro en la tercera tanda se paró, lo cual fue una lástima porque el mexicano había confirmado esas buenas maneras que tiene:
Dio un sainete al matar con dos pinchazos buenos, una estocada corta, otro pinchazo sin soltar, una baja y diez descabellos pinchando más cerca del morrillo que de la cerviz. Parece mentira que Campuzano no le avise al respecto.
El sexto era un negro berrendo, pialbo y lucero:
Empujó en el caballo pero se rindió pronto y a pesar del poco castigo se paró en la muleta. Este encaste suele tener los pases contados en el último tercio pero con la condición de haberse dejado la vida antes en el peto. No fue el caso ni de éste ni de algunos hermanos.
Cuando el toro no embiste tiene que embestir el torero y eso es lo que hizo el mexicano, poniendo ganas y embistiendo él:
Terminó con esta entera arriba, pasada, atravesada y que asomaba pegando el telonazo. Para su desgracia tuvo que descabellar y ya decíamos que no tiene ni idea porque clava cuatro dedos por encima del sitio. Esta vez fueron cinco golpes.
Cuando uno se apunta a ver lo de Barcial espera que se dejen el alma en el caballo y después que humillen más o menos en la muleta pero siempre con una sensación de inquietud o incertidumbre. Como no hubo nada de esto, esa decepción a que nos referíamos en el primer párrafo es la que cundió entre los aficionados.
Saludos cordiales desde Tafalla. Rafa.