En la interminable cola para entrar a la plaza, con los registros y cacheos, un amigo del blog nos decía: 'hoy no veremos ni toros ni toreros'. Su pesimismo y su acierto anduvieron a partes iguales. La salvedad es que vimos un toro, el primero. El resto fue una decepción. La principal, la de los de cuatro patas, que es lo que venimos a ver a Céret. La secundaria, la de los espadas aunque qué vamos a esperar, ¿no creen? Castilla y Robleño valen para la pelea y si lo que tienen delante son mazapanes, no interesan. Curro Díaz vale para... ¿para qué? Para seguir gozando inexplicablemente del beneplácito de algún santón del 7 que le ríe todas las gracias sin que nadie se atreva a discutirlo. El maestro tendría que plantearse el retiro más pronto que tarde.
Era la despedida de Robleño en la que ha sido su plaza. Le entregaron la medalla de la ciudad, de la que es hijo taurino adoptivo. Era un título que pareció que iba a recoger Gómez del Pilar pero lo echó a perder. Ahora está vacante aunque no se ve en lontananza ningún candidato. La verdad es que fue impresionante cuando por megafonía recitaron la lista de toros que ha matado aquí: Hernández Pla, Victorino, Adolfo, Escolar, La Quinta (antigua), Cuadri, Raso de Portillo, Miura, Saltillo, Valverde, Aguirre... Ojo, ¿eh? Nadie puede igualar eso a día de hoy ni en Céret ni en ningún sitio. No es de extrañar que en agradecimiento brindase su primer toro al presidente de la ADAC, a Carreño y a Raviglione:
Los toros estuvieron bien presentados aunque con alguna desigualdad ya que había noventa kilos de diferencia entre algunos. Todos en puntas, variados de pinta, sin tardear en el caballo pero con peleas discretas excepto el primero. En la muleta no hicieron ni un mal gesto, todos más o menos colaboradores, con sosería, con formalidad, con poco fondo y con mucha bondad. Con esos mimbres quizá un Juan Ortega, un Frascuelo o un Morante nos hubieran deleitado. Los tres que hicieron el paseíllo nos aburrieron.
Por cierto, como en algún corrillo salió el recuerdo al memorable toreo de Frascuelo con aquel toro de Bartolomé en 2014, les remitimos a nuestro homenaje pulsando aquí. Aquel trasteo de don Carlos Escolar pasa la mano por la cara a cualquiera de las alabadas faenas de Morante este año.
Hubo casi lleno y presidió sin problemas Bernard Sicet. Se retira este año y le queda otra en Mont-de-Marsan o sea que en Céret no lo veremos más en el palco. Hemos tenido nuestras diferencias, sin ir más lejos en la de Sobral de 2024 aquí mismo pero les diremos que nos abordó para agradecernos que hubiéramos defendido en nuestro blog el azul que enseñó al Cigarrero de Aguirre en Vic.
Vimos la curiosa imagen del hermanamiento entre la Guardia Civil y la Gendarmería. No sabemos si estaban buscando a algún golfo de los taurinos. Para hacer limpieza en este mundillo de sinvergüenzas se necesitarían muchos más efectivos:
DÍAZ. Lo anunciaron para que Robleño no abriera cartel. Hizo el paseíllo destocado no sabemos por qué. Igual no se acuerda de que en Céret ya toreó en 2016. El titular de aquella crónica vale para esta corrida, véanlo aquí. Si entonces estuvo nefasto como director de lidia, en la de Sobral, tres cuartos de lo mismo.
Su primero era el camión de la carne, un toraco negro azabache, bragado, listón, cornalón, hondo, gordo, astracanado, con una gran pelota, imponente. En las fotos del ganado verán las nuestras junto a las del maestro Moore, a riesgo de que nosotros quedemos como un vulgar maletilla haciendo la luna:
Se fue como una flecha por el caballo, que era el gran Chanquete, y lo levantó como una pluma:
Vean el batacazo y observen la actitud expectante de los monosabios, nada que ver con lo que se sufre cada tarde en Las Ventas con los monolistos de Equigarce:
En las dos varas siguientes galopó y volvió a empujar. Nos las prometíamos muy felices pero al final del festejo sería un espejismo. A De los Reyes le buscó la cartera con el cuerno derecho:
Luego fue fijo y noble pero acusó en seguida los kilos. Castellanos dijo a Díaz desde el burladero que le abriese la puerta y el de Linares le obedeció quedando muy por debajo de la bondad del toro. Fíjense qué manera de citar. ¡Que no se comía a nadie, hombre!
Pinchazo tendido y esta casi entera en el rincón:
El cuarto era un castaño carinegro y listón, ajamonado de atrás:
Pésima lidia de Díaz. Al relance casi derribó en el primero porque el piquero perdió la vara con el topetazo:
El maestro ordenó una repugnante recargada en el segundo, con carioca incluida, y en el tercero el pinchazo fue en el espinazo. Después tuvo la poca vergüenza de brindarnos el toro.
Destoreo de pierna atrás con la cuadrilla jaleándolo, los únicos que lo hicieron. Durmió a las ovejas. Esa muleta es casi tan grande como la de Manzanares:
Estocada caída con telonazo marca de la casa:
ROBLEÑO. Su primero era un sardo muy claro, capirote, ojalado, mosqueado y bocidorado:
Dos varas olvidables porque venía picado del campo. Luego García dio la primera de arena y la segunda de cal. ¿Por qué no clavan bien siempre los que son buenos como él en lugar de aliviarse con descaro tantas veces?
Faena de enfermero en ambiente sepulcral porque el torillo iba en reserva y encima tenía las patitas de cartón. Lo único bueno era su piel:
Media ladeada y desprendida, con vómito y sin puntilla pero perdiendo la muleta:
Su último toro en Céret fue este carbonero ojalado:
El toro de salida ya estaba loco por irse a vivir a las tablas. Poca cosa en el caballo antes de hacer hilo con César del Puerto y romper la barrera al intentar saltar:
Iván García pasó las de Caín porque no pudo meter en cintura al toro, que iba a su aire de aquí para allá. Salió el maestro y lo intentó centrar castigándolo. Nos ofreció una tanda napoleónica que fue como un fucilazo recordando por qué aquí ha sido un ídolo al hacer eso mismo a toros difíciles.
La pena fue que el de Sobral se paró y se acabó lo que se daba. Pinchazo malo, bajonazo indigno y gestos de futbolista cuando rueda el toro que tuvo que tragarse al escuchar pitos tras semejante mandoble. Fernando, en Céret eres un ídolo pero la burra, por la linde. Dio una vuelta al ruedo de despedida:
JUAN DE CASTILLA. Su primero era un negro bragado, meano, axiblanco, listón, zarco, cornalón y con crotal:
Lo recibió con lances todos de paso atrás. Observen que en la foto hemos marcado la huella que dejaba en la arena al retrasar la pierna:
Poca cosa en varas y buena brega de Cervantes, quien vio igual que nosotros que el toro estaba frito. Por ese motivo gritó al diestro: ¡pronto y en la mano! pero es que no duró ni una tanda:
Nada. Estocada caída y perdiendo la muleta como ven:
El sexto era otro castaño carinegro y listón, además de veleto y blando de remos, por lo que fue protestado pero mantenido en el ruedo. Fíjense en cómo un mismo toro puede parecer diferente dependiendo del ángulo de la foto:
Nada en el caballo ya que quería pero no podía. En la muleta tenía un viaje cortito y por eso pegaba una pequeña tarascada. Castilla destoreó y nos cargó con sus posturas sacando la barriga al paso del toro, en plan Ureña:
Tendida trasera y desprendida perdiendo otra vez la muleta como si eso fuese una suerte del toreo. El cachetazo del tercero Goria al tal Travieso fue sensacional y torerísimo:
Terminó esta feria de Céret recortada por la lluvia con decepción a causa del juego del ganado. Hubo trapío pero poca casta y ya saben lo que preferimos nosotros puestos a escoger.
Sobre la suspensión de la saltillada íbamos a comentar algo aquí pero no repetiremos lo que dijimos en los comentarios de la entrada anterior a requerimiento de un amable lector.
No nos vamos sin ofrecer nuestro homenaje a Fernando Robleño, un matador de toros, con todo lo que implica estas tres palabras. Como torero hemos tenido nuestras discrepancias con él: ese estoque ridículo de bambú, esos gritos constantes, ese toreo de ponerse y quitarse y el haber sido uno de los reyes del pico, sin que nadie se lo haya recriminado ni en Céret ni por supuesto en Madrid. Pero, señores, como matador de toros, giù i capelli.
Todos esos toros que ha matado suponen un desgaste colosal. No permiten un fallo, hay que estar cada tarde con los cinco sentidos para evitar el hule, la garganta siempre está irritada al tragar sin tener saliva, las pulsaciones van a ciento cincuenta y las noches previas no duermes bien dando vueltas en la cabeza a lo que te espera en corrales.
Así es imposible acumular las decenas de corridas cada temporada que suman nuestras queridas figuras del Belén toreando sus norits afeitados, bobalicones, modorros, que permiten cien fallos antes de cogerte y que cuando te echan mano no te hacen daño. Esos solamente son toreros, mejores o peores, pero no matadores de toros, entendiendo el toro como un enemigo digno de tal nombre.
Va desde aquí nuestro abrazo no a un torero sino a un maestro que ha sido matador de toros, algo que para nosotros tiene muchísimo más valor.
Fue la feria de la despedida de Robleño y la de la bienvenida a Vilau. ¿Se imaginan ustedes que el novillero catalán llegase con el tiempo a ostentar ese cetro de hijo adoptivo de Céret? Y nosotros que lo veamos junto a ustedes...
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.
Buenas tardes Rafa:
ResponderEliminarLa tarde fue soporífera. De lo peor que he visto este año. Sólo se salva que es Ceret y vamos por la compañía y el paisaje.
Me quedo don Mario Vilau y poco más.
Saludos
Hombre, se salva también por el primer tercio del primer toro, que fue fenomenal y por el cachetazo al sexto toro, que fue sensacional.
EliminarSaludos
Si eso si. Pero entre el calor en el sol, la suspensión. Quedó en una feria descafeinada.
ResponderEliminarEs una pena porque no tiene culpa la ADAC. Pero nos miró un tuerto. Al menos pudimos conocer lo bonito que es la carretera y los pueblos que van a Camprodón.
Saludos