domingo, 27 de agosto de 2023

AGUIRRES ROMOS EN VALDEPEÑAS

En el desafío de Valdepeñas salieron tres aguirres romos, no de casta o bravura sino de pitones. ¿Cómo puede ser eso, se preguntará la legión de aguirristas? Pues átennos ustedes esa mosca por el rabo. Aquí tienen al primero, ¿qué les parece?



Seguramente será que al no llevar fundas escarbaron en el suelo o rascaron en las encinas o vaya usted a saber qué excusa podrían inventar los que en este tema justifican lo injustificable. Lo más llamativo es que medían sus fuerzas contra una ganadería de la tierra, la de José Manuel Patón que está a nombre de su hermana, Manuela Patón, y que vinieron impecablemente en puntas, vean:



Lo de Manuela Patón es una mezcla de Santiago Domecq con vacas de Juan Pedro que el ganadero compró a Morante, que a su vez habían sido de La Campana. Empujaron en el caballo lo reglamentario y luego no dieron dificultades a los toreros. Lástima que al tercero, que parecía el mejor, no lo vimos.

De los aguirres destacó el quinto, un bravucón marca de la casa, y el sexto, un toro muy listo, que se sacaría la ESO con mejor nota que muchos alumnos actuales.

Hubo un tercio de entrada, con general a 30 euros. El presidente empezó serio en el primero pero se deshizo como la mantequilla de Soria en los siguientes contribuyendo a la exhibición de casquería. Otros años había más seriedad en el palco y también en la suerte de varas. Además se anunciaban los toros con los paneles correspondientes y aquí no hubo nada de eso.



SÁNCHEZ VARA. Su primero era uno de Dolores Aguirre, negro bragado, meano, chorreado en morcillo, con los pitones romos y mansurrón de salida. Amplíen la foto por la parte de los cuernos:



El maestro ordenó clarísimamente el monopuyazo español y dieron auténtica vergüenza tanto él como el de la banda del castoreño. En un teórico desafío no pinta nada ese monopuyazo asesino pero ya ven.

Puso un pan de banderillas bueno no como en Añover. Fue el único bueno de los siete que clavó en toda la tarde. Fue curioso que en su primer toro hizo lo de siempre, mandar los peones por delante para que el personal reclamase su presencia, como así ocurrió. En su segundo repitió la comedia pero nadie reclamó nada y los retiró igualmente:



El toro protestaba un poco pero era noble y Vara estuvo en su línea de distanciamiento. En la primera imagen se aprecia el protestantismo inicial y en la segunda el despegue monumental del maestro. ¿No se da cuenta de que eso no puede ser?




Estocada tendida, pasada con descabello y muy bien el presidente aguantando sin conceder una oreja inmerecida. Por cierto, los tres aguirres llevaban el hierro quemado de mala manera y costaba adivinar la N:



Su segundo era de Patón, un negro listón, cornigacho, en puntas y con las pezuñas demasiado largas:



Lo que vino a continuación no tuvo ningún interés o sea que nos limitaremos a reseñar la lanzada en el lomo, las banderillas a toro pasado y una faena donde entre el maestro y el toro cabía un camión de mudanzas. La bondad del de Patón merecía otra cosa. 



Estocada tendida y caída y dos orejas pueblerinas, con el numerito vergonzoso montado por sus subalternos para que cayese la segunda. Lo hacen casi todos pero los de Vara en esto son unos patéticos catedráticos.




CABRERA. Su primero era de Manuela Patón, un pavo negro mate, en puntas y con una salida fulgurante y carpintera:



Desidia total del maestro autorizando un monopuyazo asqueroso con la correspondiente dosis de túrmix.

Con la muleta demostró precauciones máximas, como se ve en la foto, además de muy poca decisión. Sumen su error de permitir que el toro se quedase en tablas en lugar de sacarlo a los medios. Cabrera lo de los terrenos no lo tiene bien aprendido:



Rinconera tirando la muleta y aprovechando su largo brazo para darse ventaja. Fíjense en que ha hundido la espada antes de llegar a la cara, como Manzanares:



Su segundo fue el típico toro bravucón de Dolores Aguirre gordo, badanudo y muy serio de cuerpo pero nada de pitones:



En el primero pegó un gran empuje llevando al caballo hasta la madera; en cambio, en el segundo pego una gran repuchada y huyó. Había empujado con el rabo enhiesto, señal inequívoca de que iba a ser un aguirre interesante a pesar de su carita roma:



De allí se fue esprintando al reserva y le pegó un batacazo de consideración a favor de querencia:




Era un toro espabilado y poderoso al que había que enfrentarse con decisión y Cabrera la tuvo. El toro tragó pero creemos que el maestro se equivocó planteando esta vez la batalla en los medios y no en la raya.

Media estocada en las agujas aguantando y el de Aguirre que se fue a morir a toriles. Aplausos justos en el arrastre y oreja.




MONTERO. Su primero era otro pavo de Patón, en puntas astifinas y aleonado:




Montero lo lanceó entre ovaciones pero se confió en el remate y el toro lo paseó por la atmósfera sin que diese la impresión de que había hecho carne:





Buena pelea en varas en un primer puyazo llevando la cabalgadura contra la barrera y en un segundo donde le echaron el caballo encima.



El problema fue que en el tercer pase de muleta se le coló y dio la impresión de que había propinado al diestro un golpe en el diafragma. Pensábamos que se tomaría un minuto para recuperar el resuello pero salió Sánchez Vara a recomendarle que se fuese a la enfermería (?). Pero un torero ¿no es un héroe? Esos golpes que afectan a la respiración son cuestión de unos segundos para recuperarla...

Pues el caso es que el director de lidia hizo de médico, lo mandó para adentro y simplemente pegó un pinchazo muy malo saliéndose y el toro que se echa tras el cuarto descabello.



El sexto era un negro chorreado, salpicado, rabicorto y con los mismos pitones raros que sus dos hermanos. En el primer puyazo creemos que fue Vicente quien le hizo dos agujeros criminales mientras Sánchez Vara golpeaba la grupa del caballo por detrás como si fuese un monosabio resabiado, ¡menudo director de lidia! En el segundo le pegó otra paliza tras la cual el toro se echó y asistimos a esta imagen tan curiosa:



Bronca al de la banda castoreñil porque muchos pensaban que se había cargado al toro. Estábamos seguros de que no, de que el aguirre era listo y se había echado para que no le pegasen más. Se vio cuando en el segundo tercio se aculó en tablas esperando que algún valiente fuese a buscarlo. Ahí lo tienen, no permitiendo que Montero saliese con la muleta:



Montero por fin hizo acto de presencia en mangas de camisa y cojeando visiblemente. No sabíamos si estaba mermado de verdad o había buena dosis de teatro porque el chiclanero a veces le echa comedia al asunto. Al final saldríamos de dudas...



El toro necesitaba doblarse por abajo con él, castigándolo con seriedad y sin vacilaciones pero el diestro salió sin mando e indeciso. Anduvo por allí bastante perdido con el toro mirándolo.

Pero nos dimos cuenta de que el maestro nos la había dado con queso cuando tras hundir la espada a capón hasta la tela, pegó un salto de alegría porque recordaba la tarde de pinchaúvas del día anterior en Añover que ya les hemos contado. Si vas cojo, ni de broma eres capaz de pegar ese brinco:



Y no sólo eso sino que salió esprintando hacia el platillo para recibir la ovación, con lo cual nos demostró que el refrán 'cojera de perro y lágrimas de mujer nunca has de creer' habrá que cambiarlo sustituyendo la palabra perro por Montero.

Orejica de pueblo que a él le supo a gloria y a nosotros nos indignó un poco porque además de no haber hecho nada meritorio, nos había tomado el pelo. 

La tarde la salvó el quinto de Aguirre y el día lo salvó la comida con dos buenos amigos del blog en un restaurante que les recomendamos: El Comendador de Valdepeñas.

Además habíamos visitado por la mañana el bonito museo de Sánchez Mejías en Manzanares:



Observen este par de abajo, típico del valiente maestro, y su explicación a continuación:




Por supuesto que la parada en Manzanares era también obligatoria para comprar un queso de Cabrera. Y tuvimos en esta bonita plaza de Valdepeñas un recuerdo para Pepín Martín Vázquez, que aquí mismo sufrió una gravísima cornada de un conchaysierra. Tuvo que meterse el puño en la herida y casi le amputan la pierna. Lo contábamos aquí cuando hablábamos de la corrida de los tres pepes. Aquel día compartía cartel con Manolete, que moriría veintiún días después en Linares.

Pero ni el museo de Mejías, ni lo bien que comimos, ni las ocho horas que pasamos hablando de toros con nuestros amigos, ni estos recuerdos de hace setenta y cinco años que nos trae la bendita tierra manchega nos hacen olvidar que los aguirres salieron romos.

Saludos cordiales desde Toledo. Rafa.


sábado, 26 de agosto de 2023

SALTILLOS FÁCILES OTRA VEZ

Ya estamos on the road again con la esperanza de ver varios festejos donde aparezca un toro, con uno solo nos daríamos con una piedra en el pecho. Al inicio de este periplo no teníamos ni idea de quiénes son los diestros actuantes. Solamente nos guiamos por las ganaderías que vamos a ver. Les daremos la pista de que ninguna de las corridas pertenecerá a la feria de Bilbao.

La primera parada ha sido en Añover de Tajo para asistir la corrida de Saltillo. Igual que Diógenes llevaba un fanal buscando un hombre nosotros buscábamos un toro y esta primera tarde no lo encontramos.

Fueron saltillos fáciles tal como decimos en el titular pero la expresión no es nuestra sino de un profesional que estaba cerca de nuestra localidad. Pero por lo menos fueron toros en puntas y eso hoy es noticia cuando debería ser lo normal:



Estuvimos hablando un rato con el mayoral. Sobre el bulo que circuló de un positivo de tuberculosis en una vaca de la ganadería nos dijo que no hay absolutamente nada. Sobre lo que circula de que han metido cosas de La Quinta, ¿qué nos va a decir? Pues nos dijo que el jefe recompró hace unos diez años unas vacas de Chafick que tenían mitad de Saltillo y mitad de La Quinta y que eso es todo.

Respecto a la corrida de Céret coincidió totalmente con nosotros en lo que dijimos del primer toro de Castaño (que el maestro lo hizo peor de lo que era porque se equivocó en el trasteo). También coincidió en lo que le comentamos en plan de broma y es que al cuarto Morante le hubiera cortado las dos orejas. Siguen sin explicarse en la casa por qué se devolvió el quinto. Y también coincide con nosotros en que el que más le gustó fue el primero.



Los saltillos salieron no diremos que como monjas de clausura pero casi. Todos nobles, sin un mal gesto, perfectamente desorejables y con un juego notable en el caballo, a pesar del desastre habitual en el primer tercio. A Montero casi se le va vivo el sexto al corral.

Cuarenta grados justos de temperatura con un aire molesto para los toreros y dos tercios de entrada, con general a 25 euros. Nos llamó la atención que el piso estaba impecable.


Entre los profesionales que vimos por el tendido apunten a Candelas, Palacios, Simón, Román y alguno de los novilleros que hoy matan los de Miura. De monosabio estaba aquel buen picador que fue El Marqués, obligado a la retirada tras lesionarse en un batacazo, recuérdenlo aquí.




SÁNCHEZ-VARA. Su primero era un cárdeno oscuro, bragado, meano, axiblanco y totalmente en puntas, cosa que, insistimos, es una agradable novedad. Era de septiembre de 2017, ustedes mismos:




En varas recibió dos pinchazos en el lomo y había metido la cabeza de lujo desde que salió. Banderilleó el maestro pero los pares quedaron caídos.

Venía Vara de torear su segundo de Saltillo en Céret que fue un toro de carretón y éste parecía su hermano. Además por ambos pitones:



Aparte de blandear de remos diremos para los cinqueñistas que la supuesta listeza que le tenía que dar tanto la edad como el hierro quedaron en nada ya que fue bastante bobalicón.

Vara anduvo relajado a pesar del aire y como siempre muy despegado pero se equivocó al entrar en la suerte contraria. El toro lo cortó dejando esta media tendida caída y pasada.



Su segundo era de octubre de 2017 o sea que sumen ustedes:



Se rebozaba el hocico en la arena con el capote de tal manera que clavó los pitones sin llegar a dar la voltereta. Se los escobilló, no astilló, y salió de allí lesionado.



Esta fue la única lanzada que recibió el pobre sin pelear porque notaba un intenso dolor en el espinazo:



Al ver que los pinchazos de la banda del castoreño caían toda la tarde más cerca del rabo que del morrillo se nos saltaban las lágrimas. Igual que a estos dos:



Pareó Vara a toro pasado pero, total, lo aplaudieron igual:



Resultó ser otro saltillo muy amigable que a base de casta se sobrepuso a su debilidad. El metro de distancia entre la faja del maestro y la piel del cárdeno no faltó:



Ya sabemos que los toreros acostumbrados a corridas duras dejan distancia pero cuando te sale un torete que va y viene sin novedad, hay que arrimarse. 

Se le ocurrió perfilarse en el platillo a recibir como lo hacía Esplá o lo hace Manzanares, muy lejos. Nosotros estamos en contra de la teoría del alicantino de que hay que ponerse lejos para recibir porque el toro se viene a su aire. Rafael Ortega lo veía como nosotros. Y Juan Bautista, un maestro en esta difícil suerte, también, recuerden esta entrada. Observen dónde se arma Sánchez Vara:



Cuando el toro se te viene desde tanta distancia corres el riesgo de que suceda lo que sucedió. Se le fue la mano en este metisaca que ven y el toro se marchó dolido a tablas a doblar mientras el guadalajareño pedía disculpas al respetable. Veíamos que a Zapaterito se lo llevaban todos los demonios en el callejón porque acababa de perder la oreja:




CASTAÑO. Debutaba en la plaza. Su primero era cinqueño, un cárdeno oscuro, gordo, carinevado y en puntas:



En el capote regateaba y en el caballo se vengó justamente del piquero con su lanzada trasera pegándole un buen batacazo tras romanear. Fue lo mejor de la tarde:





En el segundo empujó de bravo recibiendo la carioca correspondiente y nos indignó que Castaño no lo pusiese por tercera vez, ¡muy mal, maestro!

Hubo miedo en banderillas mientras Galán intentaba ordenar la embestida del toro. Estábamos deseando que se subiese a las barbas al salmantino por habernos hurtado la tercera vara pero el animal era tan noble y humillador que permitió al diestro estirarse al natural expresando lo que lleva dentro:



No le dio ningún problema para estar a gusto antes de acertar en la suerte contraria con una casi entera ladeada arriba que el toro no acusa y esta media lagartijera cegando al toro con la tela. Oreja:




Su segundo era un Viergado cuatreño, el de más trapío de la corrida y con dos agujas:




En el primero empujó de bravo recibiendo una barrenada en el lomo como para mandarlo a Sing-Sing y con Castaño haciendo el paripé con lo del ¡vale! mientras el piquero se hacía el sueco:



En el segundo le obedeció y levantó el palo. Galán fue el único de la cuadrilla que dio la talla en la lidia:




Estuvo muy bien el presidente Moisés, manteniéndose impertérrito mientras obligaba a poner cuatro palos en seis pasadas ante el escaqueo de los peones:



El tal Viergado sacó castita, el único, y Castaño estuvo peleón pero abusando del pico porque no se fiaba.



Con tanta precaución el toro no iba toreado y se fue rebelando.



Tenía la oreja en el bolsillo pero lo estropeó todo con media arriba, dos pinchazos y cinco descabellos. Ahí está, alargando el brazo y entrando con esa forma ortopédica de realizar la suerte donde los movimientos no le salen de manera natural sino que los lleva tan pensados que nunca sabes qué va a pasar:



El gañafón que pegó el toro en el cuarto descabello envió el arma al balconcillo y rozó a Román en la frente antes de estrellarse contra la columna dejando esta marca que en la cabeza del valenciano le hubiera dejado muy mal recuerdo de este festejo:




MONTERO. Debutaba en esta plaza y llevaba un capote de López Simón que cogió cortito para hacer un buen recibo a su primero, este cárdeno bragado, meano y caribello:



El piquero le tapó la salida de manera vil en las dos entradas y el animal empezó empujando pero dimitió enseguida al ver que había caído en una trampa infernal. Fíjense en esa mano izquierda asesina, ¡no hay derecho. hombre!



En banderillas pareció que se estaba enterando de la película pero cuando vio la muleta, se transformó en un saltillo más de los que son amigos de los toreros. Además de noble estaba bastante asfixiado.



Montero está hecho para la guerra y ante un toro dulzón como éste anduvo vulgar, gritón y encima sin arrimarse. Se equivoca dos veces en la suerte contraria y deja sendos pinchazos entrando con el delantal. Tras el segundo el toro esprintó hasta toriles y allí acabó con él de este pinchazo hondo a capón y tres descabellos.



Su segundo debía de ser el que entraba en el lote, por cariavacado y asardinado aunque muy astifino:



Lanceó mirando al tendido y en el caballo el toro puso interés pero no podía con el jaco.

Montero salió con la montera intentando echar ciencia a su toreo de forma un poco teatral pero el toro no podía ni con el rabo y encima estaba loco por la madera. La cosa se hizo bastante pesada.



A la hora de matar montó un vodevil: pinchazo perdiendo con gañafón feo del toro, dos más muy malos saliéndose, otro más con el toro barbeando tablas, media tendida trasera con segundo aviso y acaba con el gazapeo cazándolo de una casi entera perpendicular. Pero el puntillero lo levanta, se vuelve a echar, se vuelve a levantar, cuatro descabellos y por fin se echa muriendo ¡al decimoctavo puntillazo!, con el tendido coreando los golpes y gritos de ¡fuera, fuera!


Aparte de los citados profesionales vimos aficionados madrileños y franceses. No pudimos localizar a esa pareja de abuelos escoceses que se desplaza a España siempre que hay una corrida de Saltillo. Esperemos que las notas que tomó el hijo del ganadero reflejen la misma preocupación que nosotros ante la deriva torerista de su vacada (el mayoral y el amo nunca apuntan nada, se ve que lo llevan todo en la cabeza):



La conclusión es que quizá no vale la pena hacer kilómetros para ver este ganado. Si el jefe está echando agua al vino intentando que se apunten figuras a sus toros pierde el tiempo. Debe volver al saltillo que da miedo no al que da pena. Total, con los toreros que se van a seguir apuntando a matarlos difícilmente vamos a ver torear aunque salgan tan boyantes y pastueños como éstos de Añover. Al final se puede quedar en una tierra de nadie que no interese ni a romanos ni a cartagineses porque tuvo más emoción el desfile que ven abajo que la prestación de estos toros. Mal camino lleva.

Saludos cordiales desde Toledo. Rafa.