FERIA DE SAN ISIDRO, 2023 (18). EL TORERO: CON SU PAN SE LO COMA

El Torero había echado últimamente corridas interesantes en Madrid pero ésta fue una colección de toros mansurrones, desaboríos, blandos y encima casi todos rabicortos o colines. Dio una media de 538 kilos.

Un buen amigo del blog nos decía que hay jornadas en que se presenta en el trabajo e invita a almorzar a todo el mundo con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando en el negociado le preguntan qué se celebra responde con arrobamiento: es que hoy torea Morante.

Después de la frescura que demostró el maestro ayer, especialmente en su segundo toro, no sabemos si continuará con su política de invitaciones. Lo que pasa es que la religión morantista tiene ese tipo de feligresías, que resultan inexplicables para el resto de los mortales. El de La Puebla mató a sus dos toros sin vergüenza en el caballo ya que no le gustaban pero sus creyentes seguirán adorándolo.

UCEDA. Al primero más que castaño muy oscuro lo vimos negro, chorreado en morcillo, bragado, meano, axiblanco, colín, con cuello y badanudo. Lo de colín afeaba su lámina y así fueron casi todos, como comprobarán en las fotos del maestro Moore:

Puyazo trasero del que se va suelto y en el segundo todavía huye más rápido. Lo ponen una tercera y repite su mediocre prestación. Buen segundo par de Gómez Escorial. 

El toro iba y venía y Uceda tuvo el mérito de no dejar que le tocase la muleta. Por lo demás, poca cosa.

Se equivoca en la suerte contraria y pincha tres veces, siempre girando la muleta para cegar al toro ¡parece mentira eso en usted, maestro! Dos más y al fin una media. Nunca habíamos visto a Uceda pinchar cinco veces pero lo peor es que nunca le habíamos visto pegar el denigrante telonazo.

Su segundo era negro listón. Este sí que tenía rabo pero lo que afeba su trapío eran esos dos cuernos cornivueltos. Dos veces se fue al suelo en el capote:

Tres heridas le hizo el piquero en la primera entrada, una de ellas más cerca de la grupa que del testuz. Nada en el segundo, con pelea vulgar cabeceando incluida una coz.

El Niño de Aravaca no quiso cuadrar en la cara ante las dos velas que exhibía el toro pero lo obligaron a saludar igualmente. Por cierto, sobre esos cuernos destartalados, recuerden esta entrada donde hablábamos de los ciervos.

El toro embestía un poco descompuesto pero a Uceda se le vio con aplomo, como si torease cada día. No se retorció ni toreó hacia atrás.

 

No vamos a quejarnos de nada en esta ocasión. Bueno, sí, nos vamos a quejar otra vez de que el maestro antiguamente nunca tapaba la cara del toro y ahora ha cogido bien el tranquillo de aliviarse girando el palillo para pegar el telonazo. Con ese ratimago, humillante en un matador como él, cobró esta estocada hasta el arriaz un poco desprendida que bastó. Ahora sí acertó al armarse en la suerte natural. Observen esa mano izquierda:

Que se hable de la estocada de la feria nos da igual. Para nosotros no lo es ni de broma y el maestro seguro que nos daría la razón reconociendo que eso antes no lo hacía. Oreja que el presidente Oliver pareció conceder a regañadientes ya que fue de pueblo o de paisanaje.

MORANTE. Su primero era negro mulato, rabicorto, bien encornado y enmorrillado:

En el recibo se oyeron oles por verónicas que fueron algunas de paso atrás y otras en línea. No vimos ninguna marca de la casa. Lo que sí vimos es el refajo que debe de llevar bajo la taleguilla:

FOTO: Luis Sánchez Olmedo

Cruz le echó el caballo encima pinchándolo antes de que se arrancase y luego tapó la salida y recargó por orden del maestro. La lidia fue un herradero, el toro estuvo escarbando mientras los toreros no paraban de moverse distrayéndolo... un desaguisado que terminó con Cruz repitiendo su asesina actuación anterior y además clavando en el lomo deliberadamente. Luego será que el maestro tiene mala suerte en los sorteos. Ya.

Lo castigó de inicio muy duramente con cinco pases por bajo y comprobó que el toro no se comía a nadie. En el segundo tercio había ido mejor por el izquierdo pero no lo quiso probar. Es que en toda la tarde dejó de ir sin la ayuda. Cuando parecía que nos iba a hacer el favor de estirarse, tuvo un susto por el derecho y echó la persiana. En televisión lo disculpaban como siempre, diciendo que es que el toro no pasaba. Pero la duda es: ¿no pasaba por ser corto de viaje o porque el maestro pegaba trapazos precisamente para evitar que pasase? Es que esta mojiganga ya nos la conocemos. A nosotros, a estas alturas, ya no nos la da con queso. 

FOTO: Luis Sánchez Olmedo

Puñalada delantera, caída y perpendicular a paso de banderillas. 

El quinto era castaño oscuro, de nuevo colín y lucero en colorado (denominación ésta que no existe pero que debería habilitarse para casos así). Un peón de Morante le enseñó el capote para que se estrellase contra el canto del burladero nada más salir. Quedaba claro lo que esperaba al pobre animal:

Se habrán fijado en que con ese rabo nunca debería haber saltado al ruedo de Madrid pero ¿quién se fija en el rabo de los toros excepto Luque Teruel para concederlo? Iturralde clavó trasero y caído, barrenando con desvergüenza y carioqueando de manera vil. En el segundo vuelve a repetir su asquerosa operación con ese brazo de hierro que tiene. Estamos ante uno de los capitanes de la banda del castoreño que sorprendentemente goza del favor de muchos aficionados. Lo que hizo fue lo más abyecto de toda la feria y no duden de que simplemente cumplió las órdenes de su jefe.

Bien el presidente al no enseñar el verde, que es lo que pretendían los secuaces de Morante. El maestro insistió en bajar la mano sibilinamente pero el toro no se caía, de lo cual nos alegrábamos porque nos habíamos puesto claramente de su parte tras todas las crueldades a que lo habían sometido.

Las protestas que por televisión nos parecían contra el palco estaban totalmente fuera de lugar. En cambio, si las voces eran contra Morante y su cuadrilla nos parecen muy adecuadas. Estuvo muy bien Delgado cuando el toro se paraba en la muleta y dijo literalmente: es que le han pegado mucho porque el toro no les gustaba. Él ve todo igual que nosotros porque sabe lo que hay. El problema es que calla muchísimo más de lo reglamentario. Aquí habló claro, ya era hora.

Ojo porque el pobre era noble y se aguantó bastante bien pero como le habían zurrado a él solo más que a corridas enteras de toda la feria, el diestro no hizo nada. Y conste en acta que fue Morante quien ordenó la carnicería. Por consiguiente, con su pan se lo coma, que es el titular de la crónica. 

Dos pinchazos con miedo y casi entera atrás escupiéndose con alevosía, más dos descabellos. Aplaudimos desde Tarragona al presidente.

CASTELLA. Su primero era de José Vázquez, negro, cornidelantero, un poco meleno y ajamonado. Protestado:

Todos estaban moviéndose con los capotes mientras el toro escarbaba y se distraía con ellos en lugar de ir al caballo. Al final va al relance, empuja bien pero se va suelto.  Suelto también en el segundo. Se despitorró un pitón contra el peto, cosa curiosa que en televisión ni mencionaron.

Quiso dar Castella al toro una importancia que el toro no tenía y encima se vio incomodado por el aire. Nos dormíamos. Entera arriba pasada con su salto casi olímpico. Patas arriba y ¿¡oreja!?

El sexto era negro lombardo, listón, llamativamente bociblanco por abajo y cornalón:

Doble pelea con la cara alta, tocando música y el diestro ordena levantar. Se va suelto siempre. Gran segundo par de Viotti que no colocamos en el Olimpo porque se cayó un palo.

Tal como estaba el público tenía una oreja cortada antes de dar el primer pase. El toro era pronto, fijo, blandito y muy colaborador aunque distraído. Pues nos dio la impresión de que el maestro no consiguió encauzar la embestida del toro, que se fue poniendo farruco al no sentirse toreado.

En un momento dado lo vio y lo prendió, pasándoselo de un pitón a otro e hiriéndolo en el muslo derecho cerca de la rodilla. 

A pesar de su muy digna actitud tras la cogida, nos sabe mal decir que no pudo con el toro pero así lo vimos. Miren tras el último pase la actitud del animal diciéndole que lo ha derrotado:

Estocada trasera y caída tapando la cara y alargando el brazo.

Insistían los televisivos en la mala suerte de Morante con sus toros cuando a ese pobre segundo lo había masacrado con vileza. Nos hubiéramos unido con gusto a los pitos que se oyeron cuando se marchaba, no a las siete almohadillas que se lanzaron.

Muy bien Castella retirándose por su propio pie cojeando visiblemente. En la enfermería se le aplicó anestesia general para curarle la cornada, que tenía dos trayectorias.

Estaba todo preparado para que se llevasen a Morante hasta la Cibeles en hombros pero las cosas se torcieron. Bueno, en gran medida las torció el propio diestro por lo que hemos explicado, o sea, que en su pecado se lleve la penitencia. 

No obstante, seguro que durmió a pierna suelta y a estas horas los de la iglesia morantista ya lo han perdonado. El próximo día que se anuncie en Madrid nuestro amigo leyente volverá a pagar los almuerzos, ya verán. 

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.