Pablo Aguado sufrió su enésimo percance al entrar a matar. Siempre recordamos cuando empezaba de novillero y unos aficionados madrileños, tan jóvenes como serios, nos preguntaron por él. Nuestra respuesta fue: 'es muy bueno con el capote pero no sabe matar'. Pues pasan los años y no aprende.
En Vistalegre se pudo dejar algo más que el paquete muscular de su muslo derecho. La cosa quedó en una fuerte cornada de dos trayectorias y pronóstico grave. Una vez más se quedó en la cara y, cuando entras a matar, eso es lo peor que puedes hacer. Pero es que no cruza y lo que le sucedió en Vistalegre le volverá a pasar y bien que lo sentiremos.
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FOTO: Agencia EFE |
Nuestra teoría es que un torero debe ser, por encima de todo, matador de toros y Aguado no sabe matar. En la corrida de la Prensa de 2019 hizo lo mismo que en Vistalegre y se llevó sendos agujeros de 10 y 15 cms:
Dos meses después en Gijón volvía a las andadas y el toro lo derribaba, hacía por él pero gracias a Dios no lo encontraba, vean:
La cosa se saldó con una lesión en un tendón de ese hombro que le quedó aprisionado. En Vistalegre el cuvillo también lo buscó en el suelo y no lo encontró. El día que un toro lo encuentre tras haberlo arrollado al entrar a matar le pesará:
Observen la secuencia del desastre que es entrando a matar. Le sucedió en Gijón:
Recuerden esta entrada donde comentábamos la lección de buen matador que le dio Morante aquel día. Pero es que en Vistalegre también pudo tomar nota de cómo mata Roca, que tiene, sin ninguna duda, el mejor volapié de las figuras junto al de Morante (cuando quiere) y seguidos por Talavante.
Roca se perfila a la distancia correcta y sin estirar el brazo para darse ventaja:
Su mano izquierda es letal. Mata los toros con ella porque usa el estaquillador para humillarlos y que descubran la muerte de manera despiadada. Es implacable, vean:
Brazo izquierdo y palillo forman toda una línea, COMO TIENE QUE SER. Además nunca pierde de vista el morrillo. Ambas circunstancias serán del agrado del bueno de Jaime Ostos, a quien deseamos una pronta recuperación para que termine enterrándonos a todos. Recuerden esta entrada donde decíamos que Roca era quien mejor descubría la muerte de los toros. Más de uno ha repetido nuestra teoría después de leerla aquí pero no nos importa si con eso logramos que haya más verdad en la estocada:
Baja tanto la mano izquierda que, a pesar de haber liado bien la muleta, el toro se la pisa con su mano izquierda y la pierde. No se lo tenemos en cuenta porque es un accidente. Y Roca siempre sale por el costillar, cosa que Aguado no sabe lo que es.
Vamos con el sevillano. Cuando avanza hacia el toro no lleva la muleta liada porque la trae como si fuese un delantal. El objetivo es dejar ciego al toro. Lo de apuntar con el estaquillador al morro lo debe de tener prohibido... o quizás copia lo que hacen El Juli, Manzanares, Curro Díaz y tantos otros integrantes del club de los tramposos:
Aquí abajo ven cómo al toro se le ha hecho de noche. La mano alta hace que la espada se vaya trasera, recuerden lo explicado aquí:
Aguado pega su saltito en la cara estirando el brazo para ver si suena la flauta y mete el estoque a como dé lugar. Fíjense en la foto anterior que acaba de pinchar y tiene las piernas en la misma posición que en la siguiente, cuando, estirando el brazo, ha enterrado ya todo el estoque:
El Juli tiene la habilidad de pegar su grotesco salto a la vez que se escupe. Aguado no domina el julipié hasta ese punto y por eso le pegan tanto los toros. ¿Se han fijado en lo que hemos dicho de la disposición de sus piernas? Queda claro que no tiene intención de cruzar. En ese instante está asumiendo un riesgo tremendo.
El toro lo tiene ahí delante y le clava el asta en su pierna derecha. Una cornada como ésta mató a Manolete:
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FOTO: Julián López |
El de Cuvillo lo encampana y le pega tarascadas en el aire hasta que lo tira al suelo. Salva de milagro la zona genital y el recto:
Los críticos paniaguados dirán que 'se fue a por todas', 'se volcó sobre el morrillo', 'se tiró por derecho' o 'se lanzó a matar o morir'. No, eso son milongas de los pelotas oficiales de las figuras. Lo que deberían hacer es comentar en sus crónicas que así no se hacen las cosas y que Aguado acabará teniendo un susto gordo si sigue por ese camino verdaderamente suicida.
Rafael Ortega, el as de espadas, decía que lo más peligroso al entrar a matar era quedarse en la cara (recuerden la Biblia de la estocada aquí). Si viese a Aguado, se echaría las manos a la cabeza y le ordenaría que fuese al campo a entrenar yéndose a tocar la penca del rabo.
El titular es porque cuando entrenas en el campo la suerte suprema sin espada ante una vaca, debes marcar con la palma de la mano el hoyo de las agujas y luego SEGUIR HASTA TOCAR LA PENCA DEL RABO. Si tienes como objetivo tocar la penca, seguro que cruzas, aunque no quieras.
Mucho nos tememos que Aguado no ha tocado nunca la penca de una becerra en el campo. Si no, otro gallo le cantaría. ¿Es un inconsciente o un temerario? Con su forma de entrar a matar sólo puede ser una cosa o la otra.
Al paso que va, no será la última vez que visite el hospital por culpa de su nefasta gestión de la estocada. Y ya se puede dar con un canto en los dientes si cada vez que entra, va saliendo por su propio pie.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.