Victorino llegó tarde a la sesión teórica matinal que presentábamos en la primera parte pero la clausuró con un discurso que pasaremos a glosar.
Empezó diciendo que era un claro partidario de la nueva divisa de punzón. Respecto al primer tercio, afirmó que ha evolucionado en contra del toro porque la corrida actual se ve en función del torero y eso provoca que no se luzca al toro y todos estén pendientes de la muleta. Dijo que se está picando con la puya más dañina de la historia y encima el 90% de los puyazos caen traseros, tapando la salida y barrenando (mientras decía esto hacía el gesto con el brazo).
Precisamente cuando salía del acto lo abordamos para preguntarle si recordaba cómo habían asesinado en el caballo su última corrida lidiada en Madrid (lo denunciábamos aquí). La imagen inferior es de la pesadilla que se repitió durante todo el festejo. Se aprecia saña y desvergüenza a partes iguales. Aplicando esa trituradora, también nosotros nos apuntaríamos a matar las corridas duras:
Victorino se acordaba tan perfectamente de ese ultraje que no podemos transcribir lo que nos dijo sin que nos dé su permiso. La conversación continuó así:
- Entonces, ¿por qué no lo denunció usted poniendo el grito en el cielo en los medios taurinos?
- Sí que lo hice.
- ¿Sí? Pues yo no me acuerdo...
- Sí, hombre, me quejé de lo que hicieron y además públicamente. Es lo mismo que hacía mi padre. Con él llegó a suspenderse una corrida en Las Ventas por problemas que tuvo con los picadores.
- Lo normal es que los ganaderos callen cuando les matan los toros en el caballo, ¿por qué no se quejan en serio?
- Ya te digo que yo sí me quejo. De hecho, soy el único ganadero que se queja de la suerte de varas...
En aquel momento llegó Fernández Román, lo cogió del brazo y se lo llevó a comer. No dio tiempo a que le preguntáramos más cosas ya que la conversación duró un minuto y medio. Sobre aquella corrida suspendida en 1978 ya hablaremos otro día.
Volvamos a su discurso porque, para nuestra gran sorpresa, dijo que no veía fundamental sustituir la puya triangular por la innovada. Pero, mi alma, ¿no acabas de decir que la actual es la más dañina de la historia? ¡Si precisamente la nueva pirámide cuadrangular es la solución para conseguir el mismo desgaste del toro en el empuje a cambio de menores lesiones! Por contra, afirmó que para él la clave del primer tercio ni siquiera era el peso del caballo sino simplemente que estuviera bien domado (!). Se mostró partidario de cambiar la forma del peto, que debería adaptarse al cuerpo del caballo, un poco como fue en sus inicios.
Continuó proponiendo que se midiera el tiempo del puyazo pero no sabía cómo. Pues eso es algo que hemos propuesto en nuestro modesto blog con la idea de que el presidente pudiera usar un silbato y si el picador sigue barrenando sin hacer caso, multa al canto. Ya pueden suponer que tendríamos huelga de varas caídas hasta que no se retirase la medida.Por lo que respecta a las banderillas con punzón, sí que se declaró firme partidario ya que en toros indultados de su vacada había visto heridas que equivalían a puyazos.
De la estocada dijo que hoy todo el mundo quiere que el toro muera pronto sin tener en cuenta la colocación del estoque, por eso estoy de acuerdo en buscar una espada más letal.
Como conclusión dijo que la tauromaquia atraviesa un momento muy delicado pero que hay que actuar sin complejos: se puede adaptar a los tiempos pero sin perder la esencia, haciendo pequeños cambios sin que nada cambie.
Nuestra monumental sorpresa surgió con su última frase: no me gustaría que algún animalista infiltrado en la sala usase algo de lo visto aquí para ir en contra de la tauromaquia. Se debía de referir a las fotos que había mostrado Julio Fernández para comparar heridas producidas por las puyas, cosa que pareció no gustar nada a Martín. Él se caracteriza por nadar y guardar la ropa y por eso hay que tapar cualquier cosa que insinúe que no estamos en el mejor mundo taurino de los posibles (recuerden esta entrada).
Por la tarde se aplicaron las innovaciones del Instituto en la plaza cubierta de Alba de Tormes. Hicieron el paseíllo Chaves, El Capea y Cortés, quien, como dijimos en la primera parte, sustituyó a un Morante que se cayó del cartel a última hora aunque envió su cuadrilla. Es curioso que precisamente no viniera el diestro que está más familiarizado con estos nuevos instrumentos.
Los maestros actuaron desinteresadamente y los ganaderos trajeron sus toros casi gratis. Los que cobraron una pequeña cantidad fueron banderilleros y picadores.
No realizaremos una crónica del evento como las habituales porque no viene a cuento. Nos limitaremos a destacar los aspectos de las lidias relacionados con los útiles innovados.
1. Era este utrero de Montalvo:
Borja Lorente se equivocó al no colocarse a contraquerencia como estaba previsto. Ahí lo tienen. Se aprecia la nueva puya, el estribo protegido y una cámara que llevaba en la oreja:
Recuerden aquí antes de seguir lo que decía Navalón sobre el estribo asesino. Esto es lo que veía el picador desde su montura:
El primer puyazo duró 11 segundos, el siguiente 14 y levantó. Chaves preguntó al ganadero, que accedió a colocar la res una vez más. En la tercera entrada el picador marró, rectificó ¡pero trasero! Sigue siendo inconcebible que teniendo el toro ahí abajo rectifiquen con la contumacia injustificable de clavar atrás. El de Montalvo salió suelto. Quedó claro que con esta puya se rectifica clavando sin problemas, otra cosa es la colocación. Observen la poca sangre, que nunca debería caer por el brazuelo sino por delante de la pata:
Los dos primeros palos cayeron al suelo y dos más se desprendieron al poco. ¿Sería un accidente o algo que falló? Lo iremos viendo.
El utrero era de mazapán, blandito y paradito pero recuerden que había ido tres veces al peto. Mucho nos tememos que con la puya tradicional, el bicho habría quedado para el tinte.
Chaves lo mató de esta estocada contraria:
Tuvo el buen detalle de prohibir la rueda de peones y comprobar cuánto tiempo tardaba en morir. Se quedó en los medios como ven abajo y contamos 48" hasta que dobló tras acercarse a la madera.
Cachetazo a la primera... pero ¿con la nueva puntilla? Es que no veíamos la cruceta:
2. Era este toro de Castillejo de Huebra, que salió rematando con gran fiereza en el burladero. Pareció quedar momentáneamente descoordinado de remos:
Ni una gota de sangre se apreció en ninguna de las divisas:
Iturralde sí se ubicó más a contraquerencia como fue la regla tras el error inicial de Lorente. El primer puyazo casi se le fue a la penca del rabo, en el segundo no aprieta y el bicho cabecea pero sin hacer ruido por el acolchado del estribo nuevo. Termina con un tercero en el cual lo acercan porque no va y cobra atrás. Llamó la atención la poca sangre que manó aunque en mal sitio.
Se cayó una banderilla y tres veces lo estrellaron contra el burladero antes de que saliese el maestro. En la muleta se le notó un poco derrengado de atrás, quería pero no podía y, a pesar de todo, aguantó más de sesenta pases de Gutiérrez.
Fue todo por la izquierda, cosa que siempre alabamos aunque en este caso coincidía con el pitón defectuoso. Estocada corta, trasera, tendida y atravesada más dos descabellos.
3. Era un toro de Bañuelos, mogón del derecho y muy blandito:
Fue la única divisa que colocó el maestro Sales puesto que la del primer toro se cayó tras la primera vuelta y la del segundo al inicio de la faena -ya no se caerían más porque el maestro tuvo que ir a decir cómo ponerlas correctamente-. El operario colocó las demás aunque se le fueron todas al lado derecho del toro:
Nada en el primero donde no pelea y mínima señal trasera en el segundo. Se cayó una banderilla. Por cierto, digamos que estuvieron brillantes con los palos tanto José Otero como Raúl Núñez. También destacaremos que puso mucho interés en parear bien el novillero jerezano Miguel Andrades.
Cortés fue el menos afortunado con su lote. Aquí tuvo que hacer de enfermero.
Estocada recibiendo que cae perpendicular pero con los gavilanes paralelos a la columna, con lo cual no se puede calibrar la efectividad del nuevo estoque ya que en esa posición no causa daños letales.
Descabelló a la primera como ven a continuación. El toro terminó su lidia con un ojo cerrado por el golpe que se había dado contra el canto de un burladero al principio:
4. El de Valdellán no era el cinqueño berrendo previsto porque sucedió algo insólito: como el ganadero no utiliza el mueco, cuando metieron el toro diez días antes para arreglarlo, se agobió y se le desató una hemorragia interna. Murió allí dentro. Julio Fernández nos comentó que nunca había visto una cosa igual, lo que nos confirma que el uso del mueco en animales a los que se acostumbra a ello redunda en la domesticación de los mismos, robándoles gran parte de la fiereza que deberían atesorar.
Salió este sustituto, de poca presencia pero que nos deparó una prestación excelente:
Observen lo que decíamos de la divisa colocada en el lado equivocado:
Lorente en el primero le pegó una paliza de casi 20". En el segundo empuja y saca el caballo a los medios. En el tercero recibe otro severo castigo y cabecea pero con celo, no para quitarse la vara. La desagradable sorpresa llegó cuando Chaves consultó con el ganadero y éste no pidió ponerlo otra vez, ni siquiera dos más, como hubiéramos hecho si fuese nuestro. No entendimos esa decisión.
Se cayeron cuatro banderillas, con lo cual ya estábamos un poco moscas. La explicación fue que las nuevas banderillas de Sales llevan un tubo dentro de otro y el de abajo porta un tapón con el punzón. Es así para que el rehilete reduzca su tamaño con el movimiento del toro, esto es, se va plegando gracias a un muelle interno. Pues justo ahí va un celo que se desprendió más veces de lo debido quizá por la humedad. Quedaron los punzones clavados pero los palos no, con lo cual el efecto no fue el deseado. Esto tendrán que mejorarlo.
Observen en el tanteo de muleta la poca sangre del toro a pesar de que había cobrado lo suyo:
A Chaves se le venía rebrincadillo pero queriendo coger la tela. El maestro lo enseñó a embestir sin pegar tirones y terminó gustándose cuando el de Valdellán se entregó:
Estocada trasera perdiendo la muleta. Tardó 15" en doblar:
Cachete a la primera. Les avanzamos que al final nos enteramos de que el puntillero de Morante no usó la puntilla innovada sino la suya y no actuó por detrás sino siempre por delante. En conclusión, la prueba de este instrumento quedó en casi nada por el capricho del peón, aunque la puntilla de cruceta sí se usó en todos los remates finales.
En el arrastre del toro arrancamos a aplaudir suponiendo que nos seguirían todos los presentes. Pues tan sólo nos secundaron tres personas más, las pudimos contar porque era fácil. Una de ellas fue Álvaro de la Calle, vecino de localidad. Como nos consta que hay lectores de nuestro blog que conocen a Álvarez, le felicitan de nuestra parte por la prestación de su toro pero le avisan de nuestra crítica por no haberlo quemado en el caballo.
5. Era un toraco cinqueño de Domingo Hernández, badanudo y gordo:
Iturralde marra al relance y clava atrás en el primero mientras el toro empuja pero sin darlo todo:
El segundo se le va caído y el tercero fue el mejor que pegó, con el toro viniendo de lejos pero tras escarbar a gusto (aunque eso, desde Cobradiezmos, ya no hay que mirarlo). En el cuarto tardea, escarba pero ahora sí bravuconea en un arreón de manso y estrella al caballo contra la barrera. Tras la imagen que ven siguió empujando y sacó a caballo y caballero hasta la segunda raya:
La sangre le caía por ambos lados pero siempre por delante del brazuelo (vuelvan a la primera foto). El Capea decía al final que estaba sin picar. Escuchamos cómo su interlocutor sostenía que así podía haber ido cuatro veces en lugar de masacrarlo en un monopuyazo pero el diestro insistía en que para ese toro, él hubiera preferido la puya tradicional. Cuando el interlocutor le insistía en que era la forma de que el toro hubiese acudido varias veces al caballo como gusta en Francia, El Capea zanjó la cuestión arguyendo que no estábamos en Francia sino en Castilla y que a ver en qué pueblo iban a pedir que el toro acudiese más de una vez al caballo. ¿Cuántos profesionales suscribirían sus palabras? Mejor no respondemos para no desanimarnos.
Se cayeron dos banderillas antes de que el diestro tuviera que resoplar lo suyo para intentar meter en cintura al de Hernández. Pensábamos que había agotado el depósito en el peto pero repitió con una intensidad que nos sorprendió (algo tendrá que ver la puya utilizada, estamos convencidos).
Dos pinchazos escupiéndose y media desprendida y pasada. Rueda de peones con el toro refugiado en toriles cantando su condición. El Capea pegó cinco descabellos sin fe ubicándose más lejos de lo debido. Cuando ya reclamaba el verduguillo tradicional, el animal dobló. Posteriormente también se quejó de que ese descabello nuevo no le iba bien porque era muy recto y él prefería el de siempre con la curva. Cachetazo a la primera pero insistimos en que sin la puntilla innovada.
6. Era un toro negro de Galache, facado y calzado de pies. De salida se veía que tenía las patitas de alabastro:
Lorente picó trasero en el primero pero Cortés cortó con celeridad lo que era un inicio de paliza que no venía a cuento, y es que el picador ya se levantaba sobre la montura para hacer fuerza sobre el pobre animal. Segunda y tercera entrada fueron perfectamente olvidables.
Por fin no se soltó ningún palo pero hubo algún punzón que cayó en mal sitio, menos mal que no se trataba del arpón habitual:
Nosotros no damos tanta importancia como otros a lo de llevar la boca cerrada y con el galachito se confirmó. No la abrió en toda su lidia pero caminaba al tran-tran mientras el maestro lo cuidaba amorosamente en una faena de sanatorio con la muleta por la andanada. Ya dijimos lo de la mala suerte de Cortés con sus dos ejemplares:
Se alargó demasiado porque le apetecía estar en la cara del toro. Pues en el pecado llevó la penitencia ya que asistimos a un interminable sainete para cuadrar. Pinchazo aguantando, otro malo y estocada caída trasera con derrame. El de Galache dobló en el tercio a los 15" y, como estaba muy tapado y el caprichoso puntillero insistió en ir por delante, hasta la cuarta no acertó.
CONCLUSIONES:
- Fue una lástima que ninguna estocada estuviera en su sitio para calibrar a conciencia la letalidad de la nueva espada.
- Habrá que solucionar el problema surgido con las banderillas.
- La puntilla quedó sin probar salvo en los remates finales, donde no se aprecia su efectividad.
- Los ganaderos presentes quedaron muy contentos con la prueba.
- Los profesionales, todo lo contrario. En el coloquio posterior llegó a haber un rifirrafe con mucha acritud entre el albéitar Fernández y Paco María, que dio la impresión de que hablaba en nombre del colectivo de picadores presentes.
- El toro de las ganaderías cuya tienta se centra en la muleta (las llamadas comerciales, para entendernos) también está capacitado para aguantar tres entradas al caballo. Lo de que tienen los pases contados si se los luce en varas podría demostrarse una falacia con la nueva puya.
Como colofón les diremos que si la administración no obliga al cambio de útiles en futuras reglamentaciones o a base de disposiciones adicionales a las ya existentes, no hay nada que hacer. De hecho, muchos profesionales lo ignoran todo acerca de estas innovaciones. Si fuese por ellos, aquí no va a cambiar nada. Las pruebas las tenemos en lo que decía El Capea al acabar el evento, en lo que comentó el mismísimo Victorino sobre la puya y en cómo demostraron su neta oposición en el coloquio posterior otros profesionales presentes, especialmente picadores.
La única esperanza que nos queda, al menos en Castilla y León, es Irene Cortés, directora de la Agencia de Protección Civil y Emergencias de la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio. Ha demostrado sobradamente su interés en tirar para adelante con estos útiles innovados. Es la Irene buena, si nos permiten la broma, y a ella tendremos que encomendar nuestro espíritu los aficionados al toro. En cambio, los feligreses de los toreros pueden seguir sumidos en su ignorancia. Para ellos, todo lo que hemos hablado aquí les da igual mientras sus queridas figuras sigan saliendo en hombros, eso sí, entre el incienso de los críticos paniaguados, faltaría más.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.