Ese novillo iba a ir a Céret, lo cuenta aquí el presidente de los aficionados de Beaucaire. Por cierto, explica el interés del presidente en la suerte de varas bien hecha:
"Montero estuvo en el sorteo por la mañana y escuchó al presidente hablar del primer tercio, de hacer las cosas bien, sacar al novillo pronto del peto, no matarle en el encuentro… Montero estaba concienciado, sabía del toro porque lo tenía reseñado para su encerrona en Céret y le hizo las cosas muy bien, como se debe hacer. Gracias a él vimos perfectamente al toro"
Nos hemos hartado en nuestro blog de decir que son imprescindibles tres entradas al caballo para calibrar la bravura de un toro. Nuestra ley es que, si no hay tres entradas, no podemos calificar un toro como realmente bravo. Sucede que un toro bravo es una cosa muy seria y no se puede regalar un calificativo tan caro como si fuese el boleto de una tómbola.
Hemos tenido cientos de discusiones a cuenta de Bastonito. Jamás lo calificaremos como bravo. Será fiero, será codicioso, será pegajoso, será encastado pero no sabremos si fue bravo porque sólo acudió dos veces al peto. En la primera se le hizo una vil carioca y la segunda fue casi un picotazo. ¿Qué hubiera pasado en la tercera? Nadie lo sabe, por eso nunca leerán que escribamos la palabra bravo al lado de la palabra Bastonito.
Veamos lo que sucedió en Beaucaire. El de Dolores Aguirre empuja en el primer puyazo con fe, arrastra el caballo hasta la barrera y derriba a Navarrete.
FOTO: Elsa Vielzeuf |
Nos llama la atención que tal como derriba no se queda a comerse el caballo sino que se va rápidamente. No obstante, como hay un capote de por medio, le otorgaremos el beneficio de la duda:
Vean ahora la secuencia de ese primer puyazo pulsando aquí.
Montero lo pone más largo en el segundo porque es un novillero que no tiene problema en lucir los toros. Con él hubiéramos disfrutado en la concurso de Céret si no termina volando en helicóptero. Ahí lo tienen:
Se arranca y esta vez el picador le acierta en el lomo pero el animal pelea bien hasta que lleva el caballo a la barrera y allí se aflige porque ve que no hay posibilidad de vencer:
Navarrete le da a duro por peseta en cuanto se ve protegido por la madera. El toro está loco por irse de ahí y en cuanto intuye el capote con el rabillo del ojo, sale a por él. Pero ya observarán que no tiene ninguna intención de tomar la tela sino que se va de estampida. Ha quedado claro que lo del caballo le ha parecido una broma de muy mal gusto:
A pesar de ello, nuevamente le otorgamos el beneficio de la duda porque el pobre se ha empleado a fondo recibiendo más cera que la mayoría de los toros que matan nuestras queridas figuras. Vayan a ver este segundo puyazo pulsando aquí.
¿Qué pensaríamos de Comadroso si se cambia el tercio ahora? La pelea del novillo ha sido muy superior a la de Bastonito, que pueden recordar pulsando aquí y yendo al minuto 3.
Un buen aficionado del 7 alto joven de Madrid, que además es amigo nuestro, nos suele decir que con dos entradas es suficiente, que ya se intuye si el toro es bravo o ya se deduce o ya se supone... No, señores, en el toreo hablen cartas y callen barbas porque obras son amores y no buenas razones y vale más un te doy que dos te daré.
Victorino padre era un firme defensor de los tres puyazos. Celestino Cuadri, lo mismo, recuerden que lo contábamos aquí cuando decía:
'La tercera vara es la que de verdad mide la bravura del toro. Es imprescindible que haya tres varas caiga quien caiga, aunque quien caiga sea el toro'
Sí, señor, así es y así fue toda la vida antes de que entráramos en el submundo del toro posmoderno, cuya bravura se mide ahora en la muleta, en su humillación, su profundidad, su ritmo, su descuelgue y sus zarandajas.
Volviendo a Beaucaire, ¿qué pasó con el bueno de Comadroso en la tercera vara? Montero lo puso en Montpellier, vean. Hemos leído que fue con el regatón, lo cual, de ser así, tiene un mérito enorme por parte de Navarrete pero en las imágenes no nos lo parece:
El toro duda y tardea bastante. Llega a distraerse y hace un amago de rajarse pero un peón incumple su obligación y lo llama con el capote por dos veces, ahí lo tienen:
Mientras, Navarrete mueve el caballo de la cuadra Heyral que va ataviado con esos horribles manguitos que les ponen. El toro se arranca, el público aplaude, la música suena y... ¡el novillo huye al hierro de forma escandalosa! El piquero se queda compuesto y sin novia:
El cante de gallina ha sido monumental. Es posible que el novillo haya comprobado en el segundo que no había futuro allí empujando. Puede que se haya convencido de que en el peto no dan almendras garrapiñadas. Será lo que sea pero ha huido como alma que lleva el diablo.
Lo hacen muchos toros en el tercer puyazo pero no lo vemos casi nunca porque siempre nos hurtan la posibilidad de comprobarlo. Aquí tienen el vídeo del amigo Florenza y pulsando aquí pueden ver el picotazo desde otro ángulo. Atentos porque el segundo es más corto pero al principio justo de la secuencia se ve a la izquierda el capote del subalterno provocando la embestida, vean:
Luego nos intentan dar gato por liebre en los medios. En Aplausos dicen que 'un bravo dolores protagonizó un vibrante tercio de varas y fue premiado con la vuelta al ruedo'. En La Vanguardia digital, que fue 'un bravo utrero de Dolores Aguirre, codicioso y de emocionantes embestidas'. En Cope.es, que estamos ante 'un bravo novillo de Dolores Aguirre de vuelta al ruedo'.
Curiosamente, en ninguna de las crónicas francesas que hemos leído por ahí se lo califica como bravo. Sí coinciden varios en que una cuarta entrada hubiera sacado de dudas. Nosotros no tenemos ninguna, ya lo han visto. ¿Alguien cree que en una cuarta entrada no vuelve a irse de naja? Es posible que ni acuda, cubriríamos todas las apuestas.
En nuestra modesta opinión, de bravo, nada de nada. Luego dicen que en la muleta embistió codicioso, cosa que no hemos podido comprobar, pero sí hemos visto fotos como ésta de abajo donde el animal viaja con el rabo enhiesto, como los aguirres buenos (vuelvan al primer puyazo y fíjense también en el rabo):
Pero bravo, no. Y pañuelo azul, tampoco, por supuesto.
Hay ganaderías como la de Garcigrande que toda la vida nos ha dejado con la incógnita de su bravura porque no hay forma de que vayan tres veces al caballo. Una vez fue uno de Morante porque en el primero derribó de un topetazo. En la primera entrada suelen empujar con ganas pero después, siempre queda la duda. Si Justo Hernández lee estas líneas, cosa que no creemos, que nos apunte el nombre de algún otro de sus miles de toros lidiados que haya tomado tres puyazos además del citado de Morante.
Pero él está en la onda del toro posmoderno. Por eso es perfectamente lógica esta reflexión suya:
"Verse arrancar un toro de lejos es hermoso, pero la bravura es más que eso. La puya o el caballo, el tercio de varas o como queramos decirle, era la medida que tenían los antiguos para medir la bravura, pero hoy en día se ha llegado a un nivel de selección increíble que la hace innecesaria"
Vayan a esta entrada donde hablábamos de él. Dicen estos ganaderos que lo que más castiga al toro es la muleta. Entonces, ¿por qué no hacemos de una vez la corrida sin picadores? Lo proponíamos aquí.
Pues esa historia de que al toro actual se le exige más que nunca es algo que discutiremos siempre. Nos referimos al toro posmoderno, el que pasa de visita por el caballo y al que luego pegan cincuenta pases abriéndole la puerta. Sí, son muchos pases pero todos en línea recta precisamente para no quebrantarlo. Si le pegasen diez bien rematados en la cadera, ese torito de hogaño, modelo de bravura para muchos, se rompería como un pastelito de hojaldre.
Lo decía Jerezano aquí:
"Con un toro al que le pegas un muletazo y se te va a diez metros, puedes darte el lujo de pegarle veinte pases en el mismo sitio... aunque, con tanto pase seguido, la gente se aburre"
FOTO: Elsa Vielzeuf |
Nosotros somos de los antiguos, de los que miden la bravura del toro en el caballo, y a estas alturas ya no vamos a cambiar. Aunque podríamos llegar a un acuerdo. Esa entente llegaría si se interpretase el puyazo como un muletazo, así podríamos calibrar la bravura de los toros mucho mejor. Lo explicábamos aquí a cuenta de la corrida concurso de Zaragoza y de la forma en que picó Jorge Torres.
Pero, claro, luego salen los comentaristas televisivos y se quejan si se da lustre al primer tercio. Nos vienen con aquello de que 'no podemos convertir la corrida en un tentadero' (recuerden aquí).
Que conste que seremos los primeros que digamos que un toro está visto si su pelea ha sido vulgar y ha tardeado lo indecible porque no quiere ir. En esos casos, cambio de tercio y a otra cosa. Pero no a hacerlo por sistema, igual que no al monopuyazo asesino, no a colocar el toro en suerte de cualquier manera, no a la carioca, no a pincharle en el lomo, no a barrenar y no a todas esas cosas que son el pan nuestro de cada tarde.
Y sí a las tres entradas para decidir si calificamos un toro como bravo de verdad o nos tenemos que conformar con suponerlo. Comadroso no fue bravo porque la bravura, como el toreo, es una cosa mu seria.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.