A la familia Cuadri, claro, que nos deleitó con un homenaje a lo que esto debería ser: una fiesta de toros y no de posturitas, de norits, de esconder la pierna y de expresar lo que llevas dentro. Que no, hombre, que esto debería ser otra cosa. Ni más ni menos que lo que fue esta novillada de Villaseca: un espectáculo con seriedad, interés, emoción y peligro por momentos. O sea, la sensación de que se está mucho mejor en el tendido que en el ruedo.
Nuestra enhorabuena deberíamos personificarla en Luis Cuadri, que es quien lleva la voz cantante desde hace cinco años pero seguro que no le molestará que la hagamos extensiva a toda la familia. Luis y Fernando estaban sentados al lado del alcalde de Villaseca mientras que Fernando El Viejo se ubicaba un poco más allá y habiendo pagado su entrada, de eso no tengan ninguna duda.
Todos los novillos fueron negros zaínos y ovacionados de salida excepto el cuarto. Es que eran casi toros, que demostraron casta, humillación, buen viaje por los dos pitones, empujaron en varas excepto quinto y sexto y no demostraron malas ideas excepto el sexto. Los nombres, por orden de lidia: Gollesco, Zapatero, Solitario, Nórdico, Macetero y Maquinista. Precisamente el ferroviario fue el único que manseó muy a su sabor.
D'ALVA. El portugués debe recibir nuestra felicitación porque es quizá el único que no pliega el capote con la ordinariez de morderlo (recuerden aquí cuando comentábamos que morder el capote es de chalaos). Su primero, gacho y cornidelantero, arrastraba el morro por el albero con delectación:
Cabeceó a gusto en el peto llevándose una buena carioca en el primer puyazo pero sin que le clavasen trasero, algo es algo.
D'Alva banderilleó sin miedo porque los cuadris no son difíciles de banderillear si no tienes miedo. No hagan caso de los lugares comunes que repiten unos y otros. Un peón tuvo el susto de abajo tras tropezarse:
Brindó al alcalde para comprobar acto seguido la escandalosa humillación del animal, que embestía por los dos pitones y con codicia aunque sin galopar. Quizá, aparte de la labor de Luis, algo tendría que ver que no lo habían pinchado trasero. Miren ese hocico:
Estocada trasera y cruzada más dos descabellos:
El cuarto fue el que bajó de trapío por exhibir menos kilos aunque bastante cuello. Lo recibió a porta gayola con mucho mérito porque salía dubitativo:
Tras la segunda entrada, donde le pincharon en el espinazo y lógicamente se soltó, el presidente Basco ordenó una tercera. ¡Albricias! Parece que no cayó en saco roto el diálogo que sostuvimos con él el día de Montealto, recuerdénlo.
En esa tercera entrada vimos un buen galope aunque con picotazo marrando. El novillo corría por todo el ruedo con ganas de embestir. D'Alva cuadró en la cara las tres veces:
Brindó al Club 3Puyazos. Ahí tienen a Julián, Carlos, Alberto y Andrés flanqueados por Tomás Prieto de la Cal jr. y por Cristina, una gran cuadriadicta (con criterio). Estaba fuera de plano el presidente Palacios. A todos ellos los contamos con honor entre los lectores de nuestro modesto blog:
Por cierto, ni De Blas ni Jiménez hicieron ningún comentario sobre el club, ¿sabrán que existe? Ay... no apostamos ni un céntimo. Este cuadri salió pegajoso, mirón y con temperamento, difícil de trastear. Por ese motivo no criticaremos al luso.
Estocada hasta el puño pero que se le va muy trasera, igual que la primera, más dos descabellos. Se le van traseras por llevar la mano alta, (recuerden lo explicado aquí):
DE LA CALZADA. Le colocaron la divisa de esta guisa:
Metió el riñón con alegría pero siempre con la cara altísima:
Bien Sánchez en sus dos pares demostrando una vez más que lo de las banderillas en este hierro es una filfa siempre que no tengas miedo:
Empezó encastado y con galope en las dos primeras tandas y cuando se cansó siguió acometiendo ya pastueñamente. Calzada no mandó y lo vimos tosco comparándolo con la bondad del cuadri, al que aburrió.
Bajonazo con telonazo. Después se levantó hasta dos veces tras haber doblado. Es por la funesta manía de apuntillar por delante. ¡Que no! ¡Que hay que ir siempre por detrás! Que tenemos fotos de Gallito y Belmonte de pie, con la muleta en el morro mientras su puntillero va por detrás. Y todavía más en casa de Cuadri, ya verán lo que sucedió en el sexto...
El quinto tenía poca papada pero era largo, hondo y cornidelantero:
El picador parecía un turista subido ahí con un castoreño comprado en los chinos porque se dedicó a hacer de pinchaúvas, menudo desastre. De nuevo el presidente obligó a una tercera entrada en la que se repuchó. Picar no sabe pero clavar en el lomo y utilizar su mano izquierda asesina para encerrar al toro ahí abajo, en eso es catedrático.
Era otro cuadri que se llevó un kilo de arena villasecana en el morro. Calzada le dio distancia y se le venía pero el novillero cometió el error de querer gustarse y este Macetero no era para expresar lo que llevas dentro.
Encima empezó a echar la pierna atrás destoreando a base de bien y tratando al de Cuadri como si fuese un norit al uso. Mal, Calzada, estuviste por debajo de tus dos enemigos de manera clara. Esperemos que sus mentores le hablen claro y no vayan con paños calientes. Casi entera pasada:
De nuevo el puntillero actuó por delante y por dos veces se levantó el toro. Calzada tuvo que descabellar y el novillo lo volteó sacándole el hombro en la fea caída. Todo se hubiera evitado yendo por detrás:
Salió D'Alva a descabellar y fíjense en que también salió escaldado ya que estuvo a punto de sufrir una cornada en el pecho antes de despenarlo al sexto intento y con doble aviso:
ANDRADES. Su primero era negro zaíno, como todos, aleonado, badanudo, alto de agujas. Era un toro al que lanceó con el pasito atrás, ¡qué manía!, aunque muy pocos se dan cuenta (recuerden aquí nuestra explicación):
En el primero empuja bien pero a lo Santillana y cobrando vilmente en el lomo. Al segundo no quería ir, remoloneó bastante pero cuando se lanzó, derribó con fe. El de la banda del castoreño era Adrián Navarrete, que estuvo como siempre, entre mal y muy mal.
Voluntarioso Andrades en banderillas pero siempre con exceso de capotazos.
Era otro cuadri noble y con gas, por los dos pitones, al que el gaditano dejó la muleta puesta para que repitiese. Ojo no sea la vez que mejor le hayamos visto torear... aunque sólo con la derecha porque con la izquierda no se aclaró y fue desarmado. El novillo se comía la muleta:
Estocada baja:
El sexto fue el ferroviario, un corniapretado de poca badana pero grande y gordo. Lo recibió de hinojos:
En el caballo estaba resabiado (¿tentado? Nos cuesta creerlo por esa conformación de cuernos). No quería acometer ni por pienso y hubo que clavarle la puya para que espabilase. Pero no una sino tres veces. Observen un momento la imagen. Lo de dar el pecho del caballo no existe y en el burladero asistimos a la charlotada de ver al monolisto en el ruedo con el peón metido dentro. ¡El mundo al revés! El toro los mira como diciendo: pero, ¿qué hacéis ahí? Acongojante:
El diestro había hecho gestos claros de querer ofrecernos un tercio de varas en condiciones, con el toro de largo y todo el mundo tapado, pero justo fue a intentarlo con el novillo que menos se prestó ¡de toda la feria! Por lo menos ha quedado claro para el palco tras la novillada de Montealto que no hay problema por que haya novillos que vayan tres veces al caballo. El año que viene se deja claro en la prensa antes del certamen y se recuerda a los chavales en el patio que se obligará a señalar en una tercera entrada aquel novillo que el presidente considere digno de ser lucido. ¿Habrá servido de algo lo comentado en este modesto blog a cuenta del tercio de varas de Sandoval mayor?
Aunque no estaba para florituras, Andrades pareó igualmente y lo hizo muy bien:
Cuando salió con la muleta le gritaron con buen criterio: ¡Pa fuera, pa fuera! Se suponía que en terreno abierto los arreones serían menos duros. En cambio, al poco le gritaron: ¡toca, toca!, y eso ya era para decirle al gritón que saliese él a tocar.
Andrades tuvo que pasar un trago que no se notó desde fuera porque tiene valor a prueba de bombas. Aguantó parones, miradas, arreones... y de un animal que pasaría por toro en cualquier plaza de segunda. Nunca se sintió toreado y desarmó tres veces al diestro, las dos últimas por no haber entrado a matar cuando debía.
Pinchazo malo, otro arriba y una casi entera y contraria perdiendo nuevamente la muleta. Otro que se levantó dos veces con la puntilla. Tras la última, y al ir contumazmente por delante, el tal Maquinista paseó por la atmósfera al tercero sin consecuencias, vean. Si cae mal con el cuello, termina en silla de ruedas. Muy bien Andrades quedándose al lado del toro hasta su muerte. Por eso pudo hacer el quite a su subalterno y evitar males mayores:
Este arreón del más manso de la novillada, o menos bravo, fue un perfecto broche para el festejo. Un broche de casta para una novillada sin casquería, sin vueltas al ruedo, sin azules y sin indultos pero que no olvidaremos.
Es que hasta nueva orden la tauromaquia debería seguir siendo una fiesta de toros, con riesgo, con emoción, con variedad, con peligro pero también con posibilidad de triunfo. Y siempre con la imprescindible sensación para el espectador de que se está mejor en el tendido que en el ruedo, como decíamos al comienzo. Eso es algo que hemos olvidado viendo el ganado domesticado que se lidia tantas tardes. Menos mal que estuvo en Villaseca la familia Cuadri para recordarnos dónde está la esencia.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.