martes, 28 de octubre de 2025

'TOP TEN' DE ESTOCADAS

Los amigos de la Asociación El Toro de Madrid han publicado lo que denominan Top Ten de las estocadas de este año en Las Ventas. Pueden consultar  la lista pulsando aquí y yendo abajo de todo.

El motivo de esta entrada es mostrar nuestra discrepancia sin acritud con ese cuadro de honor. Conste que vimos en su día todas las que se premian y también otras que han sido muchísimo mejores y que no aparecen, como por ejemplo ésta:



Antes de desmenuzar la lista dejaremos claro cómo hay que ejecutar la suerte suprema siempre según nuestra modesta opinión. De ese modo se entenderán mejor los reparos que iremos anotando a la lista.

Tras escoger los terrenos el diestro debería cumplir ocho condiciones, en el bien entendido de que no nos referiremos a la suerte de matar recibiendo, ya que entonces alguna de ellas cambiaría:

- Perfilarse ni muy lejos ni muy cerca.  ¿Para qué hay que perfilarse? Pues para salir limpio por el costillar. Todos esos que no cruzan y se quedan en la cara podrían arrancar de frente. Ni que decir tiene que uno debe armarse entre ambos cuernos y no fuera de la suerte. Ostos exageraba diciendo que había que poder tocar con la punta del palillo el morro del toro. Eso sólo puede hacerse cuando el toro está muy dominado (precisamente por esa razón Sánchez-Vara nos decía que no podía armarse desde muy cerca para matar los toros de Reta). El as de espadas sostenía que la distancia era a unos dos metros o como máximo dos y medio. De ninguna manera aceptaremos perfilarse a más de tres metros como hacen muchos. En las imágenes, tanto Jiménez como Manzanares están demasiado lejos:




- Liar correctamente la muleta. Se hace para no arrastrar la tela al avanzar y evitar tropezar o que el toro te la pise. Está claro que los que pegan el telonazo no tendrían por qué liarla. Lo hacen por tradición ya que si no, no tiene sentido. Si se ha liado bien, nunca debería perderse. Lo de tirarla, como hacen muchos tras clavar la espada, es delito de lesa tauromaquia. 



- La mano de la espada debe estar debajo de la barbilla, encima del pecho. Paquiro decía 'delante del medio del pecho'. Ortega, 'encima de la tetilla izquierda'. No aceptaremos de ninguna manera estirar el brazo como puso de moda Tomás Campuzano en su día y hoy imitan tantos. Si esa mano al avanzar va a la altura de la cabeza o incluso más arriba, se clavará a capón y, en cualquier caso, la estocada se irá siempre trasera. Aquí tienen a El Juli antes de pegar una puñalada que se le va a ir atrás seguro:



- Descubrir la muerte apuntando con firmeza y valentía al morro del toro poniendo el estaquillador vertical haciendo que vaya la punta de la muleta entre las pezuñas. No puede ser girarlo en horizontal en el último momento para pegar el telonazo y dejar ciego al toro, como ha hecho Juli en la imagen anterior. Ya no digamos el avanzar con la muleta a guisa de delantal sin que la mano izquierda haga nada por descubrir la muerte. Lo explicábamos en esta entrada comentando qué bien suele hacerlo Roca. También lo hace correctamente Pepe Moral aquí abajo: el palillo apunta al hocico y no estira el brazo sino que lo mantiene flexionado hasta el embroque. Clava trasero por llevar la mano alta. Después ven a Roca, muy bien también, con el brazo izquierdo completamente en vertical formando casi una línea recta con el estaquillador:




- Avanzar lo más lentamente posible, arrastrando los pies, nada de entrar a la carrera. Vean a Luis Freg, 'el rey del acero', arrastrándolos como decimos:



- No estirar el brazo de la espada al ir a clavar sino mantenerlo flexionado y en la misma dirección que el torso. Estirarlo alejándolo del cuerpo es una trampa. Lo mismo que alargarlo para clavar antes del embroque. Que lo hiciera Gallito no exime de culpa a todos los que se alivian de esa manera, incluido él (recuerden esta entrada). A los toros hay que matarlos con el pecho, no con el brazo, como muy bien repetía Ostos. A continuación, dos que hacen trampas. Chaves estirando el brazo en perpendicular al torso. Y más abajo Cayetano haciendo lo mismo y encima entrando a la carrera (bueno, más que entrando, saliendo). Siempre que uno alarga el brazo al clavar es para darse ventaja y salirse de la suerte:




- En ese momento se hace la cruz con ambos brazos y tras clavar, se sale por el costillar. La mano izquierda 'te la debe coger el toro con la boca y llenártela de baba', como afirmaba Rafael Ortega. La cruz hay que hacerla de manera intuitiva, sin pararse a pensar en que la mano derecha tiene que ir hacia adelante y la izquierda hacia atrás. Si piensas en eso, te lías (como pasa con Castaño, Solera, Cayetano y muchos otros). Por último, no hay que escupirse ni quedarse en la cara. Lo explicábamos en esta otra entrada cuando decíamos que el torero tiene que imaginar que después de clavar tendría que ir a tocar la penca del rabo. Observen a uno de los cinco mejores matadores de la historia haciendo perfectamente la cruz. Es Varelito:



- No saltar. Un maestro en tauromaquia no tiene que saltar nunca, bajo ninguna circunstancia, ya que hablamos de un torero y no de un saltimbanqui. Es lo que parecen Castella y El Juli en las siguientes imágenes:




Pinchar en buen sitio tras hacer la suerte cumpliendo las condiciones que hemos relatado no sólo no merece censura sino que debería aplaudirse.

Habrán visto que no hemos hablado de igualar el toro, ¿verdad? Es que si el toro está bien toreado, se cuadra él solo ya que te pide la muerte. Hoy en día se van a coger el estoque de verdad pero antes dejan la muleta en la barrera, piden el vasito de agua, después una toalla... Parece que estén en un gimnasio y mientras tanto, el toro se harta de esperar y por eso les cuesta Dios y ayuda cuadrarlo cuando por fin vuelven a la cara. Recuerden en esta entrada lo que le pasó a Chacón.

Esos ocho ingredientes para ejecutar bien la suerte de matar tienen que ir aderezados con otro imprescindible: el valor. Valor para no tapar la cara del toro sino apuntar con la muleta en vertical al hocico sabiendo que te va a venir un tornillazo; valor para no mirar los cuernos sino el lugar donde clavar porque si miras los pitones, siempre pincharás; y valor, en fin, para no quedarte en la cara, que es lo que te pide el cerebro para terminar el trago cuanto antes, y así completar el recorrido para salir por el costillar. 

No queremos marearlos con los diferentes tipos de estocadas según la penetración, la colocación y la dirección de la espada sino que vamos ya a analizar las de este Top Ten de la Asociación. Intentaremos razonar esas discrepancias a las cuales nos referíamos al comienzo.

1. La medalla de oro se la dan a De Justo en la corrida homenaje a Victorino. Pues ejecutó la suerte saltando y con la mano alta aunque la espada quedó arriba, eso hay que reconocerlo. Pero es que además tapó la cara del toro, cosa que antes no hacía y además se salió de la suerte. Lo pueden comprobar en la toma desde atrás que sale en el 2'13'' de este vídeo:



2. La medalla de plata que se lleva Colombo también la discutimos. La estocada es pegando un brinco olímpico con esa pierna derecha que llegará a ponerse en horizontal respecto al suelo, como si fuese la Paulova. Pueden comprobarlo en el 2'52'' de este vídeo. Añadan el recurrente ratimago de tapar la cara al toro:



3. Medalla de bronce para Manzanares matando un toro de El Puerto. Recordamos que el estoque cayó perpendicular y que el maestro se salió sibilinamente de la suerte aprovechando, como siempre, su largo brazo. El toro se había aquerenciado en tablas y rodó patas arriba. Hay muertes espectaculares como ésta que encubren estocadas mal ejecutadas:



4. Siguiendo con los colocados de honor viene Juan de Castilla matando un Caracorta de Aguirre. La espada cayó arriba pero tras haber pegado un telonazo y el salto que ven, además de perder la muleta. Esta última circunstancia lo invalidaría para cualquier mención como matador, al menos antiguamente porque hoy ya saben que vale todo y a las pruebas nos remitimos:



5. ¡Hombre, por fin aparece Morante! Dejó en Madrid dos para el recuerdo: la de su primero en la de la Prensa y la de las dos orejas que le regaló el presidente Gómez en su teórica despedida. Esta última es la que han seleccionado los amigos de la Asociación. Debería ser la de medalla de oro porque no tiene nada que ver con las tres que han colocado en el pódium. 

Aquí tienen la del 12 de octubre en el 5'22".

La de la Prensa, que nos pareció incluso mejor, la ignoran pero nosotros les enseñamos las dos ya que entre las cuatro mejores del año tendrían que estar ambas:





6. Urdiales aparece por una estocada a un toro de El Pilar que nosotros calificamos en su día como habilidosa a secas. Tapó la cara a este toro como es su costumbre. No guardamos ninguna imagen de aquella estocada ni tampoco la hemos encontrado en ningún vídeo, señal de que no debió de ser nada del otro mundo:



7. Vuelve a aparecer De Justo, quien da la impresión de ser santo de la devoción del redactor del elenco. Su faena al toro de Victoriano le valió una oreja y a pesar de ello ya se acordarán de nuestro titular (pulsen aquí). Esta vez volvió a su esencia y apuntó con el palillo al morro del toro. No obstante, insistió en saltar al clavar y la estocada cayó desprendida y pasada. La tienen en este vídeo en el 2'36'':



8. A continuación ponen a Fortes en la feria de Otoño. Nos parece verdaderamente inconcebible. Observen cómo ha girado el estaquillador para pegar el telonazo cegando al toro. Después alarga su ya de por sí largo brazo y clava... ¡antes de llegar a jurisdicción! Y no tiene ninguna intención de cruzar. Es todo un despropósito:



Lo bueno es que en esa misma corrida Víctor Hernández mos ofreció una de las cuatro mejores estocadas del año en Madrid junto a las dos de Morante y a otra que pondremos al final. Los de la Asociación se han olvidado de ella lamentablemente pero nosotros no:


                           
                     
       
  

9. Aparece en novena posición Uceda Leal, a quien censuramos que se haya tirado a lo fácil pegando sin vergüenza ninguna el telonazo. Antes apuntaba con el palillo al morro pero al ver que nadie se fija en nada, se apuntó al alivio. Hablábamos de ello en esta entrada que le dedicábamos aprovechando que daba una lección en Youtube de cómo entrar a matar. Ahí lo tienen. La espada cayó desprendida tirando a caída y para el pobre toro hubo un eclipse de sol:



10. Y en décimo lugar tenemos a Gómez del Pilar, que dejó esta estocada a un toro de Rehuelga en la concurso que aplaudíamos desde nuestro modesto blog. Es mucho mejor que todas las anteriores excepto las de Morante pero queda tristemente relegada a la última posición:



Se habrán fijado en que no se alivia alargando el brazo sino que éste permanece al lado de la cabeza y en la misma dirección que el torso.

En esta tan discutible clasificación se han olvidado de la magnífica estocada que dejó Juan Ortega en la feria isidril a este Bochornoso de Victoriano. La veíamos al comienzo, ¿qué nos dicen? De todos los toreros artistas que en el mundo han sido nadie ha matado así de bien. Bueno, sí, uno: Morante. ¿Ven la cruz?



Roca, uno de los mejores matadores de los últimos veinticinco años, no puede competir ni con ésta que acaban de ver ni con ninguna de las dos de Morante pero sí con cualquiera de las demás que figuran en la lista. Dejó esta buena estocada a su primero de El Torero. La pueden ver en el 1'05'' de este vídeo. En el debe, que no mantiene los pies en el suelo a pesar de haber descubierto muy bien la muerte, de no pegar el telonazo, de no estirar el brazo alevosamente y de salir limpiamente por el costillar:



Hasta aquí hemos llegado en nuestra amistosa discrepancia con los amigos de la Asociación. Creemos que la hemos argumentado adecuadamente pero quedamos a la disposición de ustedes en la sección de comentarios por si desean a su vez discrepar con nosotros.

Como ya terminó la temporada y nuestros pocos pero selectos amigos dispondrán de tiempo para leer, les apuntamos otras de las entradas que hemos dedicado a la ejecución de la estocada. Pulsen sobre cada uno de los títulos y accederán directamente. A ver si pasan un rato entretenido releyéndolas:

La estocada según Jaime Ostos

¿Por qué todas las estocadas caen traseras?

Rafael Ortega: 'la estocada no es una puñalada'

Hay cuatro tipos de matadores

Cuadrar el toro no es una suerte

Suerte natural o suerte contraria

La penosa herencia de El Juli a la hora de matar

¿Manzanares?

Damián Castaño

Un ¿bajonazo? bien ejecutado

El cáncer del telonazo

Dos nuevas suertes de matar

¡A los toros hay que matarlos con el pecho!

Lección de Morante a Aguado

Escribano: haga lo que yo digo...

Ya avisábamos a Juan Leal de su cogida

La epidemia

Ureña, atropellando la razón

Las estocadas de Moral y de Escribano

Juan Bautista recibiendo a toda ley

Una gran estocada por Navidad

Gallito a Varelito: 'matando tú eres mi maestro'

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.



jueves, 23 de octubre de 2025

SOBRE TRES HIERROS HISTÓRICOS

Ha habido tres cambios recientes que afectan a sendos hierros históricos de la Unión de Criadores. Son el de Antonio Ordóñez, el de Justo Nieto y el de la familia Flores Albarrán. Además hay una pequeña variación en el que fuera el histórico de Anastasio Martín que dejaremos para el final. Son éstos:





La A del maestro rondeño era con la que marcaba sus reses de Atanasio. Pastaban en Los Tinahones, cerca de Constantina. Allí estuvimos cuando ya era propiedad de Pedro Trapote, quien falleciera hace cuatro años en su otra finca de Castillo de las Guardas. Su hijo Pedro Luis fue el heredero.

En aquella sazón vimos toros como éste:



En el cortijo todavía estaban las paredes decoradas con centenares de fotos de la familia Ordóñez. El del maestro era ese hierro de la A mientras que tenía otro con la C para su mujer. Lo de Carmen era lo que compró al hijo de Atanasio, Bernabé Fernández Cobaleda, fallecido al chocar su coche contra un camión hace ya treinta y tres años. 

        


El hierro de la A pasa a ser propiedad de José González Hernández, cuyos actuales toros compró a Joselito Arroyo en su día. Hasta ahora los herraba poniendo JG con una crucecita arriba.

El otro hierro histórico es el más antiguo de los tres, nada menos que el de José Vega, el caprichoso creador del encaste Vega-Villar. Recuerden que la V no venía de su apellido sino del que poseía el señor Vacas para su ganado manso. En 1910 no te podías dibujar un hierro sino que debías comprar otro ya existente y eso es lo que tuvo que hacer don José.

Contábamos su historia en uno de los capítulos que dedicábamos a los patasblancas, pulsen aquí. Vean un ejemplar cinchado de aquello que tenía mezclado entre Encinas y Urcola:



El hierro se lo quedó El Taru y ahora ha terminado en Ejea de los Caballeros de la mano de Jesús Ángel Pérez Villarreal. De Vega-Villar ya no hay nada, es todo Juan Pedro. El anuncio de la Unión es que el titular a partir de ahora es su empresa, de nombre Carolpeki S.L.

El último hierro histórico es el muy elegante y también centenario de la familia Flores Albarrán, quienes eran de origen salmantino, léanlo aquí.

Juan Antonio fue el último de los primos en encargarse de la ganadería pero al final La Medianería con todos sus animales mansos y de lidia se puso en venta hace poco. Tiene casi mil cuatrocientas hectáreas y es una de las fincas más espectaculares de España en primavera. De bravo no habría ya más de sesenta vacas aunque hacía poco habían comprado dos sementales a Rehuelga (véanlos aquí).

Muchísimas veces hemos pasado por esa carretera, que es la más bonita de España tal como les demostrábamos en este reportaje y también en este otro de ecología taurina.



Pedían más de seis millones de euros por todo. Pasarán a anunciarse como Bucaré y salvo que alguien nos rectifique detrás de ello estaría Antonio Carrillo. La Unión ha actualizado su página y la propiedad de la ganadería pasa a ser de Dehesa Medianería, con lo cual deducimos que habrá comprado todo.

Recuerden que con esta ganadería se estrenó la tablilla del peso en Madrid en abril de 1960. Lo contábamos aquí con ocasión de la muerte de Pedro Luis Flores:



Fue un mano a mano entre Juan y Antonio Bienvenida. Sepan que el primer novillo que mató Manolete con dieciséis años era de esta ganadería. Y que un toro de Flores mató al carpintero de Las Ventas al saltar al callejón en 1957. El accidente sucedió entre los tendidos seis y siete:



Su placita de tientas, toda de piedra y ubicada entre las encinas es un primor. Se podrán asomar ustedes a pie de carretera cuando transiten por ella:



Lo que ya no podrán ver serán toros como éste:



El círculo de estos tres hierros históricos lo cerramos contándoles que Antonio Ordóñez se inició como ganadero en 1958 comprando reses precisamente de Flores Albarrán. Fueron las que tenía María Candelas Flores aunque esos santacolomas no gustaron al maestro y cambió a Atanasio como comentábamos más arriba.

Por último, aquello que decíamos al principio del cambio de nombre es que Sepúlveda vuelve a denominarse Sepúlveda de Yeltes. Su hierro es el también histórico de Anastasio Martín. Es el que ostentaba aquel Cucharero que llevó por el camino de la amargura a todo un Lagartijo. Lo contábamos aquí.



Ya ven que mantiene la divisa original encarnada y verde con antigüedad nada menos que de 1844. Es que el hijo de don Anastasio la cambió en 1880 por otra celeste y rosa.

El tres de mayo de 1861 a un toro suyo se le perdonó la vida en Sevilla. Se llamó Zancajoso y dicen que tomó treinta y tres varas y mató once caballos. Cuando leemos que las varas pasan de veinte siempre nos asalta la misma pregunta: ¿quién las contaba?

Este toro con esos dos puñales es suyo. Se llamó Gazapito y lo mató en Madrid El Algabeño. Fíjense dónde ha caído esa estocada honda. Nada que ver con los mandobles traseros que sufrimos hogaño:


El Gordito fue suegro de José Anastasio, el hijo a quien nos referíamos.  Cuando se casó con Dolores Carmona, el padre le regaló su finca del cortijo Quintillo, en Dos Hermanas. Por allí pasaron a tentar los más grandes: El Espartero, El Papa Negro, los Gallo al completo o Belmonte. Dicen que Gallito la primera vez que toreó fue en esa finca. Aquí tienen al anfitrión:

        

Tenía fama de ser uno de los mejores garrochistas de Andalucía.  En El Quintillo compartió faenas de acoso y derribo con Belmonte. Lo que de momento no les podemos confirmar es quién de los dos hacía de amparador.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.

domingo, 19 de octubre de 2025

UN ESPEJISMO EN JAÉN

Nos fue imposible estar en Madrid como era nuestro deseo para asistir al estreno del documental sobre la ganadería de Dolores Aguirre. Pensarán ustedes que salimos ganando ya que así pudimos asistir a esta corrida histórica en Jaén, ¿verdad? Los tres actuantes en hombros, el ganadero también, doscientas orejas cortadas, dos toros azuleados, los televisivos echando campanas al vuelo y los titulares hoy de los paniaguados, en la misma línea triunfalista. Esto último lo suponemos porque no los pensamos leer.



Pues no, de ninguna manera nos pareció algo memorable. La prueba es que uno se pregunta qué te queda en el recuerdo de tan apoteósica corrida y es nada... o casi nada, ni de toros ni de toreros.

Corrida muy desigual de caras y de caja, con una diferencia de ochenta y dos kilos entre el más pesado y el menos. Comportamiento también desigual, con alguno bobo y algún otro más listo. Ninguna alimaña a pesar de lo que diga Ruiz Miguel, que se hace mayor y ya no se acuerda de cómo eran las alimañas de verdad.



Blandura de patas habitual ya en la ganadería y que nos recuerda a aquellas corridas inválidas de los ochenta pero como nadie dice nada, Victorino sigue a caballo del burro. ¿Hubieran ido varios al corral en Las Ventas ante tan alarmante invalidez? No lo creemos dado que el ganadero tiene bula en Madrid. El caso es que como ya conocen nuestra manía, nos dedicamos a contar las veces que doblaban manos y pies. Nos salió un total de diecinueve, ni más ni menos. Tres veces el primero, cinco el azuleado segundo, cuatro el tercero, tres el azuleado cuarto y cuatro el quinto. El honor lo salvó el sexto, que no se cayó ninguna vez, ¡albricias! Qué suerte tiene de que nadie diga nada sobre esas patitas de alabastro, ¿verdad, jefe?



En el caballo hubo peleas olvidables entre los que simplemente se dejaron y los que empezaron empujando pero dimitieron enseguida. La atenuante es que los pincharon y carioquearon con desvergüenza. 

El presidente podría serlo de la verbena de la Paloma porque lo suyo fue impresentable. Pero ese triunfalismo barato es el que vende titulares al día siguiente en la prensa taurina paniaguada y así todos quedan felices mientras convierten la fiesta en una mojiganga.




DÍAZ. Primero y sexto eran sendos Monerías. Este era un cárdeno albardado, anovillado, rabicorto, bragado y meano, de 500 kilos pisando la báscula. Se astilló enseguida un pitón derecho que parecía reparado para la ocasión:



Vulgaridad en un monopuyazo, tónica sangrienta de la tarde. El toro era pronto y tenía su genio, aunque de alimaña, nada. Díaz debió de lamentar no haberle pegado más en el caballo porque luego su muleta no fue dura como para meterlo en vereda. Dura no pero gigantesca, sin duda, vean:



Además, de tanto echársela al ojo de fuera, el animal terminó por verlo. Telonazo típico en él para dejar una estocada trasera saltando y a capón. Orejilla. Observen el palillo horizontal. Viendo cómo mataron estos tres todavía tiene más valor la gran estocada de Morante a su segundo el otro día:



El cuarto era un cárdeno veleto muy rabicorto, casi rabón, y que había estado en Madrid:



Carioca realmente asquerosa y totalmente previsible tras los apuros pasados en su primer toro. Observen ese rabo con el que nos extraña que fuese aprobado en Las Ventas:



En el último tercio salió el victorino güeno. Vean qué embestida por ambos cuernos, aunque tenía poca gasolina.



 

Díaz estuvo por debajo de tanta bondad. Observen abajo porque eso que ven fue lo que menudeó. Entre él y el toro cabía otro toro:



Metisaca trasero, pinchazo cayéndose en la cara y entera desprendida, todo con telonazo, más descabello. Oreja sentimental y toro azuleado en exceso.





EL CID. Su primero era negro entrepelado, degollado y alto de agujas. Aprovechamos la imagen para que vean lo que es echar la pierna atrás, que es adonde va a ir la izquierda de El Cid:



Muy mal el maestro, sin saber poner el toro en suerte y ordenando la paliza posterior con un monopuyazo español. Todo esto no lo tuvo en cuenta el verbenero presidente al regalarle la segunda oreja.

En el segundo tercio embestía suave y metía la cabeza muy bien, especialmente por el derecho. Inicio inadecuado por alto del diestro, aunque luego no se agobió cuando el toro lo apretó ya que era muy noble. Pero su toreo fue vulgar y el toro, blandengue. Hasta cinco veces se cayó como apuntábamos antes:



Al natural, mal: picando, fuera de cacho y desconfiado. Yerra armándose en la contraria y el toro se le arranca violento para avisarle de que se equivoca. Cambia a la natural y deja una estocada muy defectuosa casi en el lomo (traserilla simplemente para la pizpireta televisiva del callejón). Dos orejas de pueblo le regaló el tan alegre como indocumentado presidente:



¿Y quién es el torero para salir al tercio a pedir ostensiblemente al palco el azul? Aquí ya vale todo.



El quinto era un cárdeno oscuro, acapachado y alto, que desarmó a El Cid de salida:



Vergonzosas dos cariocas, una con dos agujeros en el primero y otra recargando en el segundo. Acabamos la temporada con el mismo asco que nos produce siempre el ver a picadores como Benítez, uno de los más sanguinarios, ¡que ya es decir!



El toro era tardo, otro muy blando y embestía a media altura: pan sin sal. Fíjense en que doblaba las cuatro patas aun dándole salida por arriba:



Honda muy atravesada y caída saliéndose. Oreja incluso más pueblerina que sus dos anteriores:




GALVÁN. Con el tercero nos temíamos lo peor porque se llamaba igual que aquel toro de Escribano en Sevilla que fue empalagoso como crema pastelera: Patatero. Éste era el más pesado con 582, negro mate, levemente bragado y aleonado, muy blando de remos:



Empuja fijo pero dimite al notar en la espalda la barrenada vil. A pesar de que no se mantenía en pie, Galván lo puso otra vez.

Bien Rey, con el toro esperándolo. Casi resultó cogido en este segundo par. En Madrid se ha escaqueado de cuadrar en la cara muchas tardes y en cambio aquí, en Jaén, en la última corrida del año, arriesgó la vida en dos buenos pares. ¿Ustedes lo entienden?



El toro no pasaba pero creemos que era porque no podía. Eso sí, como no era un norit buscaba lo que había ahí al lado. Galván no lo quiso ver. Estocada honda, atravesada y trasera con telonazo. Dos descabellos:



El sexto era el otro Monerías, un cárdeno claro que se tapaba por la cara, cornalón y cornivuelto. Lo recibió echando la pierna atrás sin ganarle ni un solo metro, lanceando en línea pero siendo muy ovacionado:



En el caballo quiere pero no puede al sufrir el monopuyazo. Miedo en banderillas a las dos velas del toro, con los peones mostrando muy poca profesionalidad. 

El toro exigía mano firme y no dudar. Si lo hacías bien, respondía metiendo la cara. Galván no lo hizo y Cañaílla lo vio y se le escapó una mínima crítica. Pero el otro dicharachero locutor para quien todo el mundo es bueno tapó ipso facto su comentario, hasta ahí podríamos llegar.



El toro, en lugar de enfadarse y poner al diestro en evidencia, se desentendió. Galván se dedicó al teatro para no irse de vacío aunque reconoceremos que se tiró con fe a matar. Estocada trasera un poco contraria con bella muerte de Monerías, lo más bonito de la tarde. Dos orejas de risa:




Se acabó la temporada en cuanto a críticas de corridas en nuestro modesto blog. Hemos acabado hartos de cariocas, de piernas atrás, de ratimagos al entrar a matar, de presidentes amantes de la casquería y de comentaristas tan triunfalistas como paniaguados, que bailan el agua a los taurinos.

Para esos taurinos este año habrá sido digno de recuerdo por las grandes entradas habidas en Las Ventas, por todo lo que ha rodeado a Morante, por los innumerables toreros que se han ido en volandas y por la indultitis aguda.

Pues para nosotros quizá el triunfador de la temporada debería ser Albert Serra. Él con su película Tardes de Soledad y todo lo que ha implicado su éxito ha hecho más por la Tauromaquia que toda la pandilla de taurinos, cuyo máximo interés sigue siendo ordeñar la vaca, ya sea con capote y muleta en el ruedo, con el pañuelo en el palco o con la pluma en el pesebre de la crítica domesticada (más domesticada que nunca en los últimos doscientos años).

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.