FERIA DE VIC-FEZENSAC, 2022 (3). BALTASAR IBÁN

LA MADRE DE TODAS LAS CORRIDAS...

...de toros, no de toreros. Ni falta que hizo después del memorable espectáculo al que tuvimos la suerte de asistir. El viaje quedó más que amortizado con esta corrida de toros que quedará en el recuerdo imborrable de todos los que la vieron. Probablemente nuestro inmenso agradecimiento tiene que ir hacia este hombre:

Dio la vuelta al ruedo en solitario al finalizar el festejo. Y lo hizo entre ovaciones. En eso imitó a sus pupilos porque cinco de los seis fueron arrastrados en medio de una ovación y el otro, entre aplausos.

Ya nos dirá alguno de nuestros selectos lectores si se acuerda de ese balance en una corrida. Nosotros, no. Se nos venía a la memoria el recuerdo de aquella crónica de Joaquín Vidal que título Un torrente de casta brava para referirse aquella corrida de Juan Luis Fraile en Madrid en 1999.

¿Compararla con la corrida del siglo de 1982? Pues respecto a los toros, igual ésta fue hasta superior. La diferencia radicó en los toreros. En la de Victorino se cortaron seis orejas y en ésta pudieron ser perfectamente un mínimo de cuatro pero no queremos comparar a unos actuantes con otros.

Este encierro estuvo bien presentado y en tipo. Fue cinqueño, con cuatro toros que cumplían seis años en octubre. Acudieron diecinueve veces al caballo e insistimos en que por lo menos cuatro eran desorejables sin demasiados quebraderos de cabeza.

No redactaremos nuestra crónica siguiendo el habitual orden de toreros porque aquí no tiene ninguna importancia sino que lo haremos siguiendo el de los toros, con especial mención a este quinto de nombre Espantavivos:

1. BASTONITO II. Era negro listón, rabicorto y un poco atacado:

Metió el riñón en el primer puyazo y empujó con avaricia hasta sacar el caballo a los medios como ven:

En el segundo se viene galopando de largo para cobrar en el lomo. En el tercero lo ponen muy largo y tras escarbar un poco, vuelve a galopar. Ahí lo tienen y cuenten que se llevó cuatro agujeros diferentes:

Bien Otero en la brega mientras el toro se dolía de los palos.

Apunten en la muleta la nobleza, la fijeza y la humillación que demostró mientras Rubén Pinar no estaba a la altura colocándose fuera de cacho permanentemente y picando más de la cuenta:

El toro se tragó no menos de cuarenta y cinco pases sin rechistar. Rinconera a capón, ovación al toro y división cuando el maestro sale a saludar, predominando los pitos:

Cerca de nuestra localidad se sentaba Morenito de Aranda, que toreaba por la tarde. Estuvimos atentos a su reacción: se mantuvo de brazos cruzados en el arrastre del toro pero sus palmas echaban humo intentando ahogar los pitos cuando salió Pinar a saludar:

2. SANTANERO. Su nombre nos recordaba lógicamente al que pegó la cornada a Román. Por cierto, la tarde anterior habíamos estado una hora de charla con el mayoral. No lo conocíamos de nada pero lo vimos desocupado horas después de la corrida y decidimos abordarlo para hablar un rato. Entre otras cosas cuyas respuestas no podemos dejar por escrito, le preguntamos si el valenciano en su opinión se había equivocado al entrar a matar aquel toro en la suerte contraria. No dudó ni un segundo para decir que por supuesto que sí. Éste era Santanero:

Tuvo la mala suerte de que lo picase De Pedro y quizás por eso escarbó más de la cuenta aunque sin tardear notoriamente en ninguna de las tres entradas.

Javier Cortés se encontró con un toro codicioso al que abría la puerta en cada pase quizás para que entrase un poco de aire ante tanto agobio:

Lo hizo por ambos pitones como pueden comprobar abajo. Nos pareció una lástima no rematar bien los pases ante una embestida como la de este toro. Añadan el vicio del maestro de llevar siempre el compás demasiado abierto, forzando la figura:

Se equivocó totalmente al entrar en la suerte contraria y a punto estuvo de haber una desgracia. Se perfilaba en esa suerte y el toro se descuadró hasta cuatro veces como avisándole de que no lo matase así. Insistió con contumacia y a la quinta pinchó y el toro lógicamente le puso en un apuro haciendo hilo, saliendo hacia su terreno natural y persiguiendo al diestro. Lo desarmó y lo dejó en un papel muy poco airoso:

Con contumacia cobró esta casi entera pasada y atravesada más tres descabellos y dos avisos. Anotemos que Santanero murió en chiqueros.

3. PAJARITO. Era un negro zaíno, acapachado pero serio y ofensivo por cornidelantero:

Aquí lo pueden ver a lo largo:

Fue el que menos castigo recibió en varas en sus tres entradas porque el maestro insistió siempre en que levantasen el palo.

Muy bien Galán en la brega de sus dos toros, como es habitual. Sorprendimos una conversación suya el día anterior donde decía: en estas ferias se pasa mucho miedo pero es a las que hay que venir porque son las buenas:

Damián Castaño hizo un incomprensible inicio rematando cuatro pases por alto que no tenían sentido. Inmediatamente se vio que el toro era pronto y viajaba empapado pero el maestro se dedicó a descargar la suerte. Por lo menos acertó al dar distancia al toro que respondió siempre sin dudar:

Se perfiló al grito de ¡va por ustedes! pero ya saben que es un diestro que no sabe qué hacer con la mano izquierda. Seguramente entraría a matar mejor sin muleta. Pegó ocho pinchazos todos tan malos como este que ven, más un descabello:

4. PELUQUITO. Era un castaño oscuro, bcoidorado, meleno y astracanado, de gran trapío:

El único toro que sólo fue aplaudido en el arrastre sin llevarse la ovación de sus hermanos y fue porque salió suelto en las tres entradas.

Otero estuvo nefasto con los palos. Otro que en Madrid se comporta como un profesional y aquí no:

El toro enseñó la lengua de inicio y embestía de manera morantista. No sabemos qué toro están esperando Pablo Aguado o Juan Ortega para deleitarnos con su arte pero éste podría haber sido perfectamente el elegido.

Pinar picó piedra y tuvo que oírse gritos en español con acento francés de ¡carga la suerte!, ¡crúzate!, ¡has aburrido al toro!

Estocada baja atravesada con telonazo y de nuevo otro toro que siendo de embestida comercial como se aprecia en la imagen, había dejado en evidencia al matador.

5. ESPANTAVIVOS. Y saltó este gran toro en el cual nos dijeron que confiaba mucho la ganadera:

Salió contrario, como los toros buenos, y era apretado de carnes y bien encornado:

El primer puyazo fue un espectáculo porque empujo de bravo como ven:

Se vio con poder para levantar a D'Artagnan, que es un tordo a la altura de los caballazos de Madrid:

Lo volteó y provocó el batacazo:

Salió Bonijol a levantarlo él solo pero el toro se giró y volvió a acometer. El dueño de la cuadra se jugó la vida aguantando más de medio minuto de esta guisa mientras iba cerrando con la rienda la salida del toro:

El de Ibán no atendía a capotes y se quedó ahí. Un amigo nos decía después que si el toro llega a verle al otro lado y hace por él, antes se deja matar Bonijol que permitir que mate al caballo.

En el segundo puyazo el toro no se afligió sino que volvió a empujar de bravo y como suele suceder, el picador le pegó vengándose de la caída anterior:

En el tercero lo puso de lejos y el animal galopó con alegría para que le señalasen en el lomo pero sin salir suelto. Fue uno de los tercios de varas más completos que recordamos:

En la muleta sacó casta y nada más ver a Cortés se fue encima de él dándole un susto morrocotudo. Además de bravo era muy listo y había que ir bien tapado porque el animal sabía que el trapo no se movía solo.

Pasó un pequeño trago el diestro ante un toro así pero nosotros estábamos encantados de la vida con su comportamiento. La verdad es que el maestro anduvo valiente, como es habitual en él, lo justo para forzar tablas con el de Ibán.

Se vuelve a equivocar entrando en la suerte contraria y pincha teniendo un sobresalto:

Como este tema le da igual, volvió dos veces más a la suerte contraria y es que ni pudo entrar porque el toro no lo dejaba pasar. Cuando se armó en la natural, enhebró la espada:

El buen toro murió en chiqueros como ven. No lo vamos a tapar porque hasta el mejor escribano echa un borrón:

6. PROVECHOSO. Era un castaño oscuro lavado de cara y un poco regordio al que molestó bastante la divisa de salida:

En el primer puyazo recibió una carioca de cinco vueltas pero siguió encelado aunque nunca sabremos si fue porque no veía la salida de aquella noria infernal.

En el segundo el picador clava en el lomo, vuelve a taparle la salida y esta vez el toro se deja pegar. En el tercero, de largo, no tardea, se vuelve a encelar y nuevamente le tapa la salida. Lo pusieron una cuarta vez desde la otra punta ahora sí que tardeó pero terminó galopando y tocando música en el peto.

Hemos hecho esta descripción para que conste que nos parecieron absolutamente inconcebibles los muchos aplausos que escuchó el picador cuando se retiraba.

Con el esfuerzo hecho, era un toro de doce pases bien dados y estocada. Aún se le veía con casta para querer coger la muleta.

Con Castaño no pediremos uvas a la higuera pero reconoceremos que dio dos naturales bien dibujados. Uno fue éste:

Nos castigó con otro sainete al matar: pinchazo feo, otro perdiendo la muleta, otro en el costillar, otro cayéndose al suelo y una sorprendente estocada arriba de milagro, más cuatro descabellos.

Cuando todo el mundo estaba pendiente de si se enseñaría el pañuelo azul al toro como premio a toda la corrida, salió con el micrófono el presidente del Club Taurino para sacar al mayoral y agradecerle públicamente la corrida que nos había regalado.

Seguramente se precipitó porque allí seguía el toro muerto con las mulillas al lado y los toreros viendo cómo a continuación el mayoral daba la vuelta al ruedo en solitario, cosa que debió de saberles a cuerno quemado.

Lo lógico era esperar a que el presidente hubiera enseñado el azul con la posterior retirada de los toreros entre pitos y entonces asistir a la vuelta al ruedo del bueno de Domingo.

No vimos a Encabo pero nos dijeron que estaba presente como es lógico. ¿Qué pensaría como matador al ver que cuatro de los seis toros se iban con las orejas puestas? ¿Qué dirían los de su entorno a los toreros después de la ducha? Seguramente que el público de aquí es muy raro y que no se preocupen por que aplaudan a los toros y se muestren cicateros con los toreros, que aquí son así.

Sea como fuere llevamos algunos años viendo toros y nos cuesta recordar una corrida tan completa como ésta en los tres tercios. Sin casquería, sin toreros en hombros, sin que nadie saliese de la plaza toreando pero con todos los aficionados orgullosos de haber asistido a una verdadera corrida de toros.

Saludos cordiales desde Vic-Fezensac. Rafa.