Ya saben que, para nosotros, lo fundamental en la lidia son dos cosas: la suerte de varas y la estocada. De lo que pase en medio, nos interesa la verónica, el natural y un buen par de banderillas. Lo demás, exagerando un poco y como decía un aficionado en Las Ventas, son 'pamplinas'.
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Dolores Aguirre en Tafalla. El picador se partió la pierna al caer debajo del caballo |
Casi todos los blogs taurinos tienen su opinión acerca de dos cuestiones clave: el primer tercio y cargar la suerte (sobre lo segundo ya dimos la nuestra aquí hace un año). Íbamos a comentar ahora nuestras impresiones sobre el citado primer tercio pero no podemos añadir nada más a lo dicho por ese gran aficionado peruano que fue don Fernando Marcet - a quien creo que algunos de los amigos lectores de Zaragoza llegaron a conocer pues estuvo por allí hace más de diez años-.
Al final de este enlace pueden ir a su tratado sobre la suerte de varas. Sería una osadía por nuestra parte intentar enmendarle la plana porque estamos de acuerdo en todo. Es una verdadera Biblia sobre el primer tercio donde encontrarán perlas como ésta, referida al desastre que ha llegado a ser el caballo:
El tercio de varas, tal como se practica en la actualidad,
viene arrastrando a la fiesta a su total degeneración. Debería ser lo más
importante y bello de la lidia pues permite apreciar las calidades y defectos
del toro, pone a prueba su bravura y, cuando se hace bien, corrige su mala
forma de embestir.
O esta otra sobre lo de 'descongestionar' al toro de salida:
Jamás acepté aquella teoría de que a un ser vivo que sale a
pelear por su vida hay que “hacerle sangre” para descongestionarlo. Con ese
criterio habría que romperle una ceja a cada boxeador que sube al cuadrilátero,
para que su desempeño sea mejor ¡Una tontería de marca mayor!
O ésta sobre el monopuyazo tan típicamente español:
Con la simple técnica de contar las veces que el picador sube
y baja el codo en una reunión, he llegado a contar hasta treinta y dos puyazos,
en uno. De ese primer super puyazo lo frecuente es que el toro salga
desconchinflado y que el segundo sea sólo teatro para "cumplir" con
el reglamento, cuando de plazas de primera se trata.
No me cansaré de repetirlo: Al primer puyazo van todos los
toros; al segundo los bravos y los tontos; al tercer puyazo sólo los bravos.
Estamos hablando, claro está, de puyazos normales: breves, sin permitir el
romaneo al caballo que lo destronca, sólo con el acero sin meter las cuerdas y
sin hacer uso de vedadas prácticas como la carioca, el metisaca y el barreneo.
Un amigo nuestro, gran aficionado, nos daba la idea de dotar al presidente de un silbato para hacerlo sonar en cuanto detectase alguna situación alevosa de carnicería en el primer tercio (hagámoslo extensivo a la rueda de peones, a estrellar un toro contra el burladero, al diestro que le perpetra tres medias verónicas consecutivas, etc).
Nosotros añadiríamos a la idea 100 euros de multa por cada vez que sonase el silbato ¿qué les parece? Ya sabemos que el matador de turno diría al picador: 'aunque el presidente reviente tocando el pito, tranquilo, que las multas las pagaré yo'. Bueno, pues que las pague y que se inhabilite a su picador cuando a lo largo de la temporada llegue a un límite de multas.
Queda claro que lo que dice el señor Marcet va a misa de principio a fin (aquí pueden leer su decálogo). No obstante, añadiremos de nuestra cosecha ciertas preguntas sobre la suerte de varas para terminar con unas sencillas propuestas de fácil cumplimiento.
¿Qué hacemos con la puya?
Está claro que debería reformarse. Lo que antiguamente era la vara 'de detener' se ha transformado en la vara 'de carnicero'. La puya de limoncillo ya fue una imposición de los picadores en el reglamento de 1880.
Luego se fue modificando en sucesivos reglamentos y, en general, a peor. El 'lobby' de los picadores siempre ha presionado lo suyo y cada reforma que se ha hecho para mal ya no ha tenido marcha atrás.
Recuerden que comentábamos aquí el plante de los picadores tras la muerte del pobre Montoliú ya que decían que las reformas del reglamento de 1992 hacían que los toros pasasen 'sin picar'...
¿Qué hacemos con el peto?
Aquí tienen el recorte de la Gaceta de Madrid de 9 de febrero de 1928 con su implantación, firmada por Severiano Martínez Anido:
Corrían tiempos de gran influencia animalista sobre todo anglosajona. Al año siguiente se prohibió la asistencia a las corridas a los menores de 14 años. Pero el peto se impuso, como decía Corrochano, 'por urbanidad de la fiesta', con opiniones en contra como ésta que recoge el ABC en 1927:
El peto de hoy es una vergüenza salvo la excepción de los de Bonijol.
Antes, el toro hacía sangre en el caballo y su olor lo volvía loco. Hoy es una lucha desigual por no decir que desesperante para el toro.
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Cuadri en Azpeitia. El puyazo debería ir donde está la divisa ¡en el morrillo! |
¿Qué hacemos con las líneas?
Antiguamente, el picador prefería salir a los medios porque allí el caballo tenía más escapatoria. Comenzaron las quejas porque los picadores echaban el caballo encima de los toros incluso cobrando de algún ganadero para así facilitar la 'bravura' de sus toros. Esto decía 'Hache' en 1904:
Había otros picadores que se hacían el longuis para no salir a los medios a recibir el batacazo. Lógicamente, con el peto se encontrarán muy a gusto sin pasar la raya.
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Córdoba, 1915. Joselito y Posada hacen el quite al picador 'Zurito'. El caballo sólo lleva tapado un ojo. |
Nuestra opinión es que el picador que pasa la raya para echarse encima del toro que no acomete es censurable. Pero el que, como Réhabi en este vídeo, a partir del 4'26'', sale a los medios a enfrentarse a un manso con poder sabiendo que se llevará un batacazo, ése es un valiente que hace honor al oro de su chaquetilla, véanlo en el platillo y cayendo luego totalmente al descubierto:
Por cierto, Réhabi es de los pocos que ofrece el pecho del caballo al toro, aquí lo tienen frente a uno de Fraile en Céret:
Lo mismo que otros picadores con los caballazos monstruosos de Madrid ¡pobre toro!:
¿Qué hacemos con el morrillo?
¡Ay! Esa sí que es una batalla perdida. Hay que picar en el morrillo, o sea, exageradamente delantero para lo que es habitual. No en la cruz, vulgarmente yema, que es el lugar de la estocada. Pero no hay manera. El problema es que los puyazos suelen caer directamente en el lomo y luego vienen las lamentaciones por las descompuestas embestidas de muchos toros en la muleta. En esta lámina antigua sí parece que se pique en el morrillo:
¿Qué hacemos con los caballos?
En España, nos dijeron de buena tinta que ninguno de los caballos de Peña de Sevilla supera los 620 kilos... si la autoridad está vigilante. Creemos que es la única cuadra medio decente en ese aspecto. Este es 'Destinado', el caballo de las fotos del batacazo anterior de Réhabi en Vic. Le dieron la vuelta al ruedo tras la corrida ¿Creen ustedes que pasa de 600 kilos?
Aquí tienen a Rivas picando a 'Camarito', de Palha, también en Vic. Las cuatro patas del caballo de Bonijol, en el aire:
No les mareamos con más preguntas y vamos con algunas propuestas fáciles de cumplir. Nos olvidaremos de cosas que el 'lobby' de picadores no aceptará ni de broma: cambio de puya, caballos más livianos, petos más flexibles... Pensemos en cosas que se puedan llevar a cabo con un poco de buena voluntad de las autoridades y, fundamentalmente, de los maestros -no de los picadores que, al fin y al cabo, son asalariados del matador-.
1. Eliminar las dos rayas concéntricas. Dejar sólo una pintada a contraquerencia de chiqueros con otras tres pequeñas como si fuera una concurso.
2. Que en el ruedo haya sólo un caballo y así nos evitamos que los maestros y las cuadrillas permitan vergonzosamente que el toro se vaya al otro al relance (Curro Díaz es un 'maestro' en esa desidia). El reserva puede estar esperando en el callejón o en la puerta por si se le necesita.
3. Todos fuera del ruedo durante el primer tercio excepto el matador de turno, el picador y un subalterno. Así evitamos los despistes del toro, más pendiente de los toreros que del caballo, cuando se arranca hacia ellos con la consiguiente pérdida de tiempo y el abuso de capotazos para volver a ponerlo en suerte. Me dirán ustedes que si hacemos eso nos quedamos sin tercio de quites pero, oigan, ¿cuántos quites hubo en las treinta corridas del pasado san Isidro? Y, si un matador quiere hacer su quite, que salga del callejón y lo haga.
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Vean en Vic al subalterno. El maestro queda fuera del encuadre. No hay nadie más. |
4. Que sean preceptivas las tres entradas al caballo. Para ello será obligación del matador dosificar el castigo y así tendrá que hacérselo saber al picador. A su vez, la presidencia se lo habrá dicho al matador, recordándole antes del festejo que no cambiará el tercio hasta que el toro haya ido tres veces. Algunos aficionados bastante perdidos dicen que si pones tres veces el toro al caballo no habrá faena de muleta. Error: piensan equivocadamente que serían tres monopuyazos españoles y de lo que se trataría es de dosificar el castigo.
5. Establecer un sistema de multas e inhabilitaciones para los casos clamorosos en que el primer tercio se convierta en una carnicería auspiciada y fomentada por el diestro.
Como ven, son cosas que se pueden hacer poniendo un poco de ganas. La corrida 'total' de Illescas nos da cierta esperanza. Pero ¿no deberían ser 'totales' todas las corridas?
En resumen, picar bien consistiría en algo tan aparentemente fácil como dar el pecho del caballo, detenerlo echando la vara, clavar en el morrillo, no barrenar y no tapar la salida salvo en casos de mansedumbre manifiesta. Y el maestro, aprovechando que el picador abre al toro con la izquierda, rápido al quite para volver a poner el toro en suerte sin quebrantarlo en exceso.
'Noticiero II', de Hoyo de la Gitana en la concurso de Vic. Lo picó Nicolás Bertoli. |
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.