¿Son los picadores tan malos como aparentan? ¿Por qué quienes les pagan son tan necios de consentirles que les descompongan los toros? ¿Sería evitable la carnicería que vemos cada tarde en el primer tercio?
Recordarán ustedes que en esta entrada resolvíamos la duda de por qué todas las estocadas caían traseras. La razón era que los diestros se sienten más seguros llevando la mano alta. A la vez, pegan el telonazo y luego no cruzan porque el instinto les dice que hay que salir de allí lo antes posible. Eso es un gran error ya que por donde hay que salir es por la puerta de atrás, o sea, por la penca del rabo (recuerden esta otra entrada). Juli ha conseguido un dominio total de esta colección de alivios. A ver quién de ustedes recuerda una estocada suya que no haya caído trasera.
Pero a lo que íbamos: ¿por qué el 98% de los puyazos caen traseros? Nos negamos a pensar que todos los picadores sean así de malos. Observen esta foto de la serie que nos ha cedido el maestro Moore y díganme si este picador no está apuntando deliberadamente atrás:
Llovía sobre mojado porque miren dónde había caído el anterior. ¿Simple coincidencia?, ¿mala suerte?
Entendemos el accidente en uno como Réhabi, que siempre intenta clavar por lo menos en la yema (que ya sería atrás). Aquí lo tienen en Tafalla:
Pero es que se pueden contar con los dedos de una mano los picadores que no clavan trasero. El drama, en nuestra modesta opinión, es que lo hacen deliberadamente como intentaremos demostrar.
Para ello hemos sostenido este diálogo IMAGINARIO con un picador en activo. Empezamos nosotros:
- No puede ser que ustedes sean todos tan malos y por eso claven siempre trasero o en el lomo
- Pues claro que no, ¿qué te has creído?
- Es que incluso en las ocasiones en que marran, cuando tienen el toro abajo en el peto, ahí quieto y metiendo la cara, le clavan en el espinazo.
- Claro, es porque buscamos nuestra seguridad
- ¿Le parece poca seguridad montar un caballazo monstruoso protegido por un peto acorazado?
- Toda la seguridad es poca cuando hay un toro delante. ¿por qué te piensas que siempre nos hemos negado a cualquier reforma tanto de la puya como del peto o del peso de los caballos? Mira lo que le pasó a Mejía a puerta cerrada (tiene razón, recuerden aquí).
![]() |
David Mejía, El Marqués |
- Y ¿qué tiene que ver su seguridad con clavar trasero?
- Es una cuestión de ángulo.
- A ver...
- El objetivo es castigar al toro para que el diestro no nos pueda echar en cara que ha quedado crudo, ¿no? Pues partimos de que para ello da lo mismo dónde clavar porque ¡todo es toro!
- Pues claven en el morrillo, hombre. El animal no sangra tanto, se descompondrá menos su embestida y no le lesionarán órganos vitales.
- Ya... pero el ángulo al clavar delantero es superior a 50º y eso hace nuestra posición en la montura más vulnerable. Fíjate en esta imagen clavando atrás. El ángulo que forma la vara es de unos 45º y eso permite al picador asegurarse encima del caballo mientras pincha:
- ¿Y si se pica delantero?
- Entonces el ángulo es mucho mayor y corres el riesgo de no estar bien apalancado en la montura. Podrías perder el equilibrio e irte al suelo. Como al fin y al cabo se trata de castigar, pues se castiga trasero que para nosotros es más cómodo y, repito, más seguro. Mira aquí cómo el francés ha pinchado delantero y tiene ciertos apuros para mantener el equilibrio. Compara el brazo que pica con el de la foto anterior:
- Pero eso es un desastre primero para el toro, después para el matador y, en definitiva, para el espectáculo en general...
- ¿Y qué? Oye, tanto que hablas, súbete tú.
El diálogo es todo imaginario excepto la última frase, que nos la espetó personalmente un picador cuando intentamos hablar con él de la suerte de varas. ¡Fue lo primero que nos dijo antes de iniciar la conversación!
Pues efectivamente, párense a pensar en lo que nos ha dicho ese piquero imaginario. Lo vimos claro en la novillada de Montealto en Las Ventas, recuerden aquí. El picador Ángel Rivas intentó clavar delantero por dos veces y en ambas ocasiones estuvo a punto de saltar de la montura y caer encima del toro. Y eso a pesar de no marrar. Simplemente la embestida del toro hizo que el ángulo al clavar fuese de 80° y casi pierde el equilibrio en el caballo.
Parecido al picador de Alberto Aguilar aquí abajo. No pica trasero y su posición en la montura se ha vuelto muy insegura ante el empuje del resina:
Nunca le puede pasar eso a Sangüesa aquí:
El ángulo con el que han clavado ambos es totalmente diferente respecto a la horizontal que marca el toro, ¿lo han visto?
Recuerden otra situación que hemos sufrido muchas veces: el toro está colocado en la raya y como no se arranca, el picador le echa el caballo encima pinchándole para que se mueva y el público protesta. Pues incluso en esa situación, con el toro completamente parado, le clavan trasero con total desvergüenza para mantener ese ángulo de comodidad con la vara.
Vemos otro ejemplo, en este caso de la corrida de Guadalix. Máxima seguridad picando de esa manera para el piquero o carnicero, que ya me dirán ustedes si no ha acertado con gran puntería donde ha apuntado:
La verdad es que para clavar delantero y compensar ese ángulo tan grande que te puede desequilibrar, hay que dejar que la vara resbale en la mano algo más que si clavas atrás y, sobre todo, estar ágil en la montura.
Ambas cosas, especialmente la segunda, intenta hacer Réhabi. Por eso es capaz de picar delantero ya que se levanta en el momento del embroque para compensar ese ángulo digamos que peligroso para él.
La situación se torna aún más peliaguda si el toro se viene de lejos y pega el topetazo. En ese caso, la seguridad, o comodidad, del piquero implicaría clavarle bien trasero para compensar su fuerza manteniéndose fijo encima del caballo sin problemas. Ahí ven a Rodríguez masacrando uno de Saltillo en Céret:
Por eso tuvo tanto valor lo que hizo Gabino en San Agustín de Guadalix. El de Penajara se le vino de lejos y él se jugó su posible caída clavando delantero. Y no hablamos del batacazo hacia atrás sino de haber salido despedido por delante como casi sucedió con Ángel Rivas. Pero es un deportista, como decíamos aquí, y tuvo agilidad para levantarse sobre los estribos y compensar el gran ángulo con que clavó.
Está claro que todo el mundo que puede busca la comodidad en su trabajo. El torero prefiere unas ganaderías a otras, el banderillero intenta clavar a toro pasado y los matadores buscan todo el alivio posible en la estocada. El picador no iba a ser menos. A pesar de la inmensa ventaja de que goza subido en su catafracto, lo de clavar trasero le asegura tener un buen punto de apoyo con el ángulo perfecto para apuntalarse firme en la montura y no tener ningún susto.
Lo resumimos con las líneas que hemos superpuesto a la siguiente imagen. Está claro que es más cómodo, fácil y seguro para el caballista picar con el ángulo rojo que con el amarillo, que sería el correcto:
Vean abajo el apuro de Réhabi clavando totalmente diferente. Tiene casi medio trasero fuera de la montura mientras que el anterior estaba sentado más confortablemente que en el sofá de su casa. Comparen con el de arriba:
Y que no salga ningún piquero a decirnos que no se puede picar en el morrillo. Su presidente, David Prados, demostró en la pasada feria de Vic que eso es una falacia, aquí lo tienen:
No sabemos si nuestra teoría les habrá parecido plausible. Por cierto, pensarán que estos puyazos traseros menudearán más ante toros de ganaderías duras. Pues no necesariamente ya que cobran todos por igual.
Hay corridas como la última de la Prensa en Madrid que fue un nauseabundo festival de lanzadas traseras, recuerden aquí y miren las imágenes. Sabemos de buenísima tinta que Victorino se quejó amargamente de aquella vergüenza pero lo hizo en la intimidad y sin micrófonos. De puertas afuera, el presidente de la Fundación tiene que vender que estamos en el país de las maravillas taurinas.
Pero es que toros de ganaderías comerciales que sólo reciben el monopuyazo o el monopicotazo también son alanceados en el espinazo ya que el picador de turno sigue buscando esa seguridad que comentamos. Y ojo porque hay ganaderías como Juan Pedro o Garcigrande que en su única entrada al caballo empujan a conciencia, más que otros hierros supuestamente toristas. Observen éste de Garcigrande en el único puyazo que recibió aquel día:
Julio Fernández, amigo del blog, nos confirma el drama de clavar trasero:
Los puyazos traseros seccionan arterias intercostales, que vienen directamente de la arteria aorta, vaso de más calibre del cuerpo, y también venas intercostales. El problema es que las venas y arterias intercostales están a milímetros del pulmón y esos puyazos más veces de la cuenta, perforan la cavidad torácica.
Y antiguamente sin peto ¿qué pasaba? Pues que lo de asegurarte en la montura ni se planteaba porque más del 40% de las varas terminaban en una caída, tanto si picabas trasero como delantero. Recuerden a Gallito gritando a su picador: ¡Camero, delantero! Si obedecía, podía acabar en batacazo y si se le iba atrás la vara, también. Por eso seguramente antes sí se daban puyazos delanteros que hoy han desaparecido buscando esa comodidad del piquero.
¿Cómo cambiamos esto de picar trasero?
En los banderilleros, la cosa sí que mejoró gracias a la cuadrilla de Castaño: Galán, Sánchez y Adalid se encargaron de brillar en el segundo tercio, que languidecía y se hacía insoportable en aquella época. Actualmente goza de muy buena salud.
En los picadores, no vemos la solución tan clara. Se niegan tanto a usar la puya de Sales/Fernández como a cualquier mínima reforma en la suerte a fin de equilibrar la lucha contra el toro. ¿Cómo van a dejar de clavar trasero si eso les garantiza volverse a casa minimizando riesgos con esos 400 ó 500 euros ganados fácilmente en un combate tan desigual? Su objetivo es quebrantar al toro pinchando donde sea y sin sufrir sobresaltos encima de la montura, no hay más. Aunque por un milagro se impusiera una puya menos dañina seguirían clavando en el lomo.
¿Ustedes creen que los picadores se habrán picado con Réhabi tras lo del año pasado en Guadalix e intentarán emularlo? Ni de broma. Lo han puesto a caldo de manera inmisericorde por dejarlos en evidencia. 'Ése sólo busca lucirse él', repiten. Anda, ¿y qué buscan Fernando Sánchez, Curro Javier o Ángel Otero cuando parean con brillantez? Pues lucirse ellos y de paso dar lustre a la fiesta. Pero con los de a caballo no hay manera dado que tienen la espada de Damocles de que el diestro que les paga los pueda acusar de haber dejado crudo el toro y los mande al paro.
Como ven, la cosa tiene difícil arreglo.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.