HERMANAS AZCONA: TOROS SIN VIDA

¡Ay... señor Azcona! Lo que va de ver hace seis años un novillo suyo derribando así:

A llorar viendo ayer uno de sus toros de esta guisa:

El de la primera imagen fue un novillete asardinado y brocho que salió en Tafalla en 2014 y que fue de lo más bravo que ha visto quien esto firma. Embestía sin dudar a todo lo que se movía, por eso titulábamos aquella crónica preguntando si nuestros lectores, puestos a escoger, preferían trapío o bravura. Nosotros no tenemos ninguna duda (léanlo aquí).

El de la segunda imagen fue uno de los cuatro que saltaron al ruedo en Ossa de Montiel, patria chica de Óscar Sevilla. Vaya por delante que el público oseño mostró una afición desmesurada por la casquería. Sólo se quedó sin trofeos el rejoneador Munera, que se estrelló contra dos mulos de Eugenio Frías. Ya lo conocíamos y suele clavar al estribo y no en la grupa. Además, no provoca el topetazo del toro contra el caballo como hacen otros de más fama sin que nadie diga ni mu.

Los toros tuvieron trapío aunque eran terciados y alguna carita parecía maquillada, especialmente la de este Limonero. En televisión dijeron que era tocaíto de pitones cuando quizás querían decir que le habían tocado los pitones, que son dos cosas muy diferentes:

Todos vinieron picados del campo y demostraron tan poco fuelle y tan pocas ideas que hicieron las delicias de los diestros sobre la arena y del diestro comentarista durante la retransmisión televisiva. Nos tuvimos que oír que eran toros extraordinarios, con una calidad fuera de lo normal y con mucha clase aunque el propio Escribano reconoció que eran noblones y facilones (sic). Y Esaú fue quien dijo que les faltó vida, expresión que nos ha servido para el titular y que, viniendo de un amigo de las ganaderas, debería hacerles reflexionar.

Se podría haber ensayado en Ossa la corrida sin picadores y sin banderillas. Incluso los diestros hubieran podido recibir a los toros con la muleta. Dos o tres trincherazos habrían servido para quitarles sus pocos humos.

ESCRIBANO. Su primero se llamaba de nombre Almendrita y de apellido Garrapiñada. Era castaño albardado, listón, bocidorado, carinegro y un tanto veleto aunque curiosamente corniapretado por el derecho:

Lo recibió de rodillas en tablas y vio al vuelo que venía picado de Olite. Hubo que señalarle en el caballo porque el pobre no podía con su alma. En televisión se encargaban de destacar su humillación y su clase pero, señores, si no hay poder y un mínimo de casta, aquí sobramos todos.

El maestro puso siete palos que, en teoría, son para alegrar al toro tras el quebranto en varas a pesar de que aquí no hubo tal quebranto ni en sueños. La ternera iba y venía dulcemente, noble y distraída, todo a cámara lenta. César Jiménez insistía en que tenía 'mucha clase y mucho ritmo, no transmite mucho pero tiene muchas virtudes' (?). Maestro, le cambiamos todas esas virtudes que sólo vio usted por un poquitín de casta y de poder.

Total, fue una pesadez somnolienta y aburrida que daba ganas de salir huyendo. Escribano se perfiló fuera de la suerte para dejar un pinchazo escupido y una corta atravesada tras la cual la Almendrita se echó para no levantarse más. Le dieron una oreja de pueblo. Ahí tienen cómo se ha perfilado en la pala:

Su segundo era un chorreado en morcillo con pitones también sospechosos:

Empujó en el peto un poco más que sus hermanos pero Peña se ganó fácil el sueldo señalándole atrás y viendo que salía suelto. El choto estaba loco por refugiarse en tablas y no salía a los medios ni por pienso. Escribano banderilleó al sesgo e inició la faena de rodillas viendo que el animalico iba a colaborar.

Seguía la tela con fijeza pero sin fuerza, con lo que los ojos se nos cerraban ya que veníamos de comer una parrillada de pescado en Tarragona. Como el diestro vio que a Esaú le acababan de regalar dos orejas por un arrimón penoso, se echó encima del toro a ver si caía la breva. Así fue, dos orejas que en Ossa de Montiel te las regalan sin bajar del autobús.

Hizo un desplante tirando la muleta en la cara del toro, que se quedó husmeándola. No se nos ocurre un ultraje mayor para las ganaderas. Ahí abajo ven al ternero como un perrillo faldero mientras Escribano hacía gestos chulescos ante el tendido. En la imagen no es que haya perdido la muleta sino que la arrojó a la cara de este Jaquetón de pega: 

ESAÚ. Su primero era el Limonero ése de los pitones llamativos. Lo único bueno de la tarde fueron los pares que pusieron El Ruso y Gómez Carpio, excelentes ambos:

El torete parecía un caramelo de café con leche de aquéllos de Dulces Unzué. Cuando Jiménez en televisión dijo que 'este toro le va a permitir estar a gusto', nos tumbamos en el sofá y nos tapamos con una mantita preparando la siesta. Esaú no se colocó bien ni por bien quedar, siempre de perfil y citando mal a pesar de tener delante un ser tan obediente:

Pero se le acabó el gas en un suspiro y el diestro se ubicó entre los pitones para calentar al respetable. 'Me ha lamido' dijo después. Si en Madrid te dan una oreja por un arrimón parecido (recuerden aquí), en Ossa cayeron dos, faltaría más. 

Y eso que mató fatal, perfilándose fuera, sin cruzar, con el brazo elástico y pegando el telonazo de rigor: pinchazo y perpendicular desprendida que basta.

El último se llamaba Príncipe, muy agradable de cara, ya nos entendemos. Lo recibió de rodillas antes de ver cómo se derrumbaba bajo el peto, lo comentábamos al principio. 

Quedó sin picar y se cambió el tercio. Pues aun así, el bicho no se tenía en pie y se dedicaba a irse hacia la madera con gran afición. Los toros tienen que apretar para afuera, señor Azcona. Todo lo que sea buscar las tablas indica que vamos por mal camino en la selección y lo hicieron los cuatro.

En televisión, el torero comentarista técnico se relamía de gusto al ver que 'el toro tiene buena voluntad, franqueza y obediencia'. Pero, vamos a ver: ¿ustedes creen que estas expresiones son las adecuadas para calificar el comportamiento de un toro de combate? Cómo nos tenemos que ver...

La cosa languideció entre lo tedioso y lo directamente insoportable. La mona se echó a mitad de faena. No se podía levantar pero en televisión enfocaron la cara de Esaú para no ofrecer la lamentable claudicación de la res. Cabe la posibilidad de que el toro se echara para no sufrir más el destoreo cargante del maestro:

Pinchazo y rinconera aliviándose tras la que paseó otra oreja ridícula.

Toda la tarde perfectamente olvidable cuando no indignante, ya lo ven.

¿Qué preferirían ustedes si tuvieran una ganadería? ¿Toros como éstos que salen colaborando aunque sin casta ni poder o toros encastados pero que no humillan y que protestan? ¿Cuál de las dos situaciones sería más fácil de resolver?

Esaú está metido en casa de las hermanas Azcona, igual que Daniel Ruiz júnior. No creemos que ambos sean los más adecuados para echar un poco de casta a este ganado. Pero si la familia sigue por esa senda de buscar la fijeza, la clase y la humillación, van a caer en el borreguismo más insoportable, que, recuerden aquí, es la degeneración de la mansedumbre. 

Don Félix tiene buen dinero y buenos contactos dentro del monoencaste para que le vendan sangre un poco más picante que este merengue que tiene ahora. Él sabrá lo que decide. Aunque la verdad es que en Ossa de Montiel acabaron todos contentos: el público teniendo la casquería que demandaba, los toreros gustándose ante tanta calidad borreguil y los comentaristas televisivos, encantados de la vida aplaudiendo este tipo de subespectáculo taurino.

Nada que ver con una corrida de toros, por supuesto. Pero si esto es lo que quieren los Azcona, ¡adelante con los faroles!

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.