CÉRET DE TOROS, 2023 (3). PEÑAJARA: PEÑAJARA FUE UNA SIESTA

Rubio decepcionó a la parroquia y lo peor es que no se terminó de enterar, vista la coba que se dio en la tertulia posterior a la corrida y de la que nos haremos eco al final.

Teníamos la mosca tras la oreja después de su mala corrida en Teruel pero pensábamos que era de los ganaderos que tienen una caja A y una B. Pues debió de salir todo de la misma caja porque los toros de Céret tuvieron trapío excepto el quinto, que era un boquerón, fueron todos carpinteros pero ofrecieron peleas vulgares en varas donde se los cuidó con un mimo digno de la corrida más comercial. Bueno, a todos menos a los dos de Rafaelillo pero todos los toros nacidos y por nacer saben que si en el sorteo les toca el murciano, la mortaja se la entregarán los de a caballo. En la muleta fueron parados y aburridos. Conste en acta que había tres toros reseñados desde el invierno que tuvieron lesiones en los ojos y quedaron fuera del encierro.

En cualquier pueblo a estos mismos ejemplares se les pega no el monopuyazo español sino el monopicotazo y todavía podrían haber dado juego en la muleta ya que fueron todos nobles y bondadosos. Pero aquí hay que acudir tres veces al peto y cuando estuvieron allí sus peleas fueron menos que mediocres. Si ustedes leen por ahí que hubo una cornada, diecinueve entradas al caballo y una oreja pensarán lo que no es porque se trató de un monumental espejismo.

Mención aparte merece el festivo público ceretano cuyos niveles de exigencia están bajo mínimos. Cada año nos sorprenden más desagradablemente. Eso lo dejaremos para el final.

Presidió muy bien Benoit Pinces a quien fuimos a felicitar al final de la corrida por no haber enseñado el azul al sexto, es que sólo hubiera faltado ese despropósito. Hubo tres cuartos de entrada:

RAFAELILLO. Se ve que el ganadero tenía mucho interés en que el murciano encabezase el cartel, cosa que no nos podemos explicar. El primero era negro mate salpicado, listón en castaño y correctamente armado, sin exageraciones:

La cuadrilla le pegó dos topetazos deliberados en el burladero que fueron como un puyazo y medio. En el caballo empezó mirando la pecera para luego hacer una pelea sosa en las tres entradas, donde Collado recargó a base de bien. 

Gran quite de Cortés a Mora, que había cuadrado en la cara jugándose el corbatín:

El toro iba en reserva. Rafaelillo se colocó al hilo y entre él y el animal cabía un tráiler. 

Estocada desprendida que asoma, por atravesarla al salirse descaradamente de la suerte, más descabello. El de Peñajara no hizo demasiado honor a su nombre de Bienpeinado y se fue a morir a chiqueros.

El cuarto era un castaño albardado, listón, salpicado, aleonado y bien encornado:

Esquivel ejerció como capitán de la siniestra banda del castoreño. Dio un recital de cómo no hay que picar pero la pelea del toro estuvo a tono con la mediocridad del jinete, que llegó a pincharlo en el costillar.

Otro toro sin gasolina y sin maldad pero en el octavo pase se le coló más que nada por su poco fuelle al quedarse debajo. Lo que había parecido un susto sin importancia fue seguido de un gañafon por el izquierdo tras este pase:

Le dejó dos cornadas en la axila. Salió Lamelas a matarlo y pinchó  recibiendo esta formidable tarascada del toro y dejando después una honda tendida y atravesada:

Mientras, el murciano era evacuado en ambulancia para ser operado con anestesia total en Perpiñán.

LAMELAS. Su primero era un castaño salpicado, anteado y llorón:

Lo recibió de rodillas en tablas. Primer puyazo musical sin empujar. En el segundo le dijo ¡mídelo! Menos mal porque el pinchazo cayó en el lomo. En el tercero fue curioso que lo puso largo y se oyeron pitos por ello. Uno de los ceretanos gritó ¡vete a Béziers! El toro tardeaba, escarbaba y fue a pelear sin ninguna fe. Olvidable todo, como ven.

Muy bien Del Pozo con los palos clavando los dos pares a favor de chiqueros.

Después el toro estaba agotado, con el viaje cortito y pegando el cabezazo. Lamelas anduvo por allí arrancando pases y arrancándonos a nosotros la paciencia. El único medio bueno de toda su tarde fue este natural de la foto:

Tras ponerse muy pesado dejó un pinchazo y una casi entera trasera y cruzada más de descabello. Observen cómo gira la cara con descaro y que la espada caiga donde sea:

El quinto era un toro sin trapío, asardinado, negro bragado, meano, listón y estrecho como una guitarra eléctrica:

Con esa lámina, fue el que mejor peleó en el caballo aun no siendo nada del otro mundo. En el primero empuja con un pitón mientras le levantan el palo; en el segundo galopa con alegría, mete el riñón y le dan al túrmix; en el tercero lo pone largo y vuelve a galopar para que lo señalen.

Luego vimos una excelente brega de Víctor Del Pozo, que fue quien hizo el mejor toreo de toda la tarde.

Empezó Lamelas con una chicharrina y después anduvo embarullado, moviendo las caderas delante del toro, que se quedaba debajo no por malo sino por soso.

Fue una tabarra de consideración sólo superada por el sainete que pegó con la espada: pinchazo que escupe, otro sin soltar, otro muy malo, corta que escupe y el pobre toro, aburrido de que lo pinchasen, se echó en los medios. Lamelas, matando mirando a La Jonquera y la espada... pues como aquel pintor que cuando le preguntaron qué iba a salir de un retrato que pintaba dijo: si tiene barba, San Antón y si no, la Purísima Concepción. 

CORTÉS. Su primero era un negro salpicado, chorreado y listón en castaño aunque alguno podría calificarlo de sardo muy oscuro. Aquí parece sardo:

Y aquí, chorreado:

Lo saludó con unas verónicas de clamoroso paso atrás que fueron muy aplaudidas.

A caballo, Sandoval pequeño se ganó muy bien el sueldo porque se limitó a pegarle tres picotazos en buen sitio no fuera que el animalito no llegase vivo a banderillas. Se llevó el premio... ¡por no picar!

El juego en varas de este toro lo firma cualquier cuvillo del montón, para este viaje no hace falta alforjas. Los bueno fue que, sin haberlo apretado lo más mínimo en el primer tercio, cuando llegó a la muleta se paró y Cortés se dedico a arrancar pases poniendo caras raras mientras nosotros nos dormíamos: 

Fue curioso ver que en las dos faenas se le desprendió el forro de la muleta. Aquí vuelve a parecer claramente chorreado en morcillo:

Buen volapié un poco pasado y contrario, mirando al morrillo, sin cerrar los ojos:

El sexto era una pintura, un salinero salpicado, ojo de perdiz, listón y estrellado:

Nuevas verónicas de paso atrás y nuevas ovaciones:

Fue cuatro veces al caballo pero su pelea no pasará a los anales de esta plaza ni de ninguna. Encima Prieto lo pinchó en el lomo las cuatro ocasiones aunque sin apretar. Inconcebibles aplausos al piquero cuando se retiraba. Muy bien Molina, salvo error, en sus dos pares.

El toro sacó gas en los doblones de inicio, que fueron lo mejor que hizo Cortés porque después se dedicó a destorear con avaricia, echando la pierna atrás, aprovechando el viaje del toro sin más y picando a base de bien:

Se pedía música pero la banda se había ido (ya habían avisado de que tenían un compromiso que podría solaparse). Este destoreo que ven en dos imágenes al azar le valió una oreja baratísima. Al acabar comentábamos al veterano asesor que era una oreja no de Céret sino de Béziers. Nos hacía un gesto de resignación sin decir nada: 

Terminó con una honda trasera y caída con demencial petición de azul al toro.  

La corrida decepcionó a romanos y cartagineses. No hubo nadie que la defendiese entre todos los aficionados con quienes hablamos después en los corrillos, ni siquiera los que eran miembros de la ADAC. En cambio, y como era de esperar, Rubio vio otra corrida:

'A cuarto y quinto les ha faltado el último tercio pero la corrida ha cumplido perfectamente en el caballo a pesar de haber sido mal colocados. Los toros han ido tres veces y estoy contento especialmente con el sexto, que ha sido muy completo, ha tomado cuatro varas y ha tenido tres o cuatro tandas muy buenas en la muleta. Insisto en que los toros han sido mal colocados en suerte en el primer tercio pero me voy muy contento porque han cumplido muy bien en la suerte de varas. Quizá con solo dos puyazos hubiesen dado mucho más juego en la muleta'

Los que hemos visto sus toros en Guadalix y Cenicientos apreciamos una gran diferencia entre aquéllos y estos seis de Céret. Si sumamos el mal juego de los de Teruel, podemos llegar a la conclusión de que ha sido un mal año para la ganadería. No obstante, dado que el propietario se va de Francia con tanta satisfacción, tendremos que concluir que no hay peor ciego que el que no quiere ver. 

Visto lo visto, ya no nos pesa tanto que su otra corrida prevista en Cenicientos no se vaya a lidiar el mes que viene.

Y respecto al bajón en el nivel de exigencia que detectamos cada año en esta plaza otrora tan rigurosa, nos llamó la atención varias cosas: los gritos pidiendo música como si estuviésemos en una portátil de pueblo en fiestas, los silbidos cuando se puso algún toro en suerte por tercera vez o los aplausos a Prieto, que picó muy mal al sexto clavando cuatro veces en el lomo con un desacierto acongojante. Pero ojo porque dio la vuelta al ruedo con Cortés. El colmo del despropósito habían sido los abundantes gritos pidiendo la vuelta al ruedo al sexto toro que afortunadamente, como decíamos más arriba, el presidente no atendió.

Mal inicio de feria tanto en cuanto al ganado como en cuanto al público. Algún optimista nos decía al final que las cosas solamente podrán ir a mejor después de esto. El problema es que nosotros somos de la botella medio vacía...

Saludos cordiales desde Céret. Rafa.