EN CENICIENTOS NO QUIEREN EL MONOPUYAZO

Y nos parece muy bien pero ¿cómo evitarlo dado que a los diestros el primer tercio se la trae al pairo? 

Se les ha ocurrido esta solución que dan en nota informativa: se pintarán las rayas como en una concurso (igual que en Vic o Céret), el toro se pondrá como mínimo dos veces en suerte y... lean lo que hemos subrayado:

Ya lo ven: no habrá segunda oreja si no se ha velado por el lucimiento del toro en el caballo. Alguno dirá que eso vulnera el reglamento, ¿no? Puede ser pero estamos hartos de que se vulnere el reglamento concediendo indultos indebidamente, escamoteando multas por hacer cariocas y estrellar toros contra el burladero u otorgando segundas orejas en las que no se tiene en cuenta para nada ese reglamento que muchos invocan únicamente para hacer el caldo gordo a los toreros y no al público, que es quien paga.

Uno de Dolores Aguirre para Cenicientos,  2019

En muchas otras plazas de España, como por ejemplo Tafalla, es precisamente la autoridad quien insiste en que 'si el diestro pide el cambio con un puyazo, no hay más remedio que concederlo'. Ahí tienen la diferencia entre Cenicientos, donde se venera el toro, y Tafalla, donde la autoridad venera al maestro y, queriendo o sin querer, entroniza el monopuyazo.

Señores, hablemos claro: a los toreros el caballo les importa un pimiento. No lucirán el toro jamás porque sólo quieren que se le pegue de cualquier manera para quitarle fuerza y, sobre todo, que no se aplauda al pobre animal no vaya a ser que el personal se ponga de su parte.

Si no, hagan un repaso a la pasada feria de san Isidro. Que recordemos, se puso largo el toro 'Fogoso' de La Quinta (fue Cortés pero porque lo pidió el siete), el 'Sevillano' de Escolar (Gómez del Pilar) y éste de abajo, 'Zahareño', de Santiago Domecq (fue El Fandi en la de la Prensa, fuera de feria). Tres toros entre casi doscientos y encima teniendo que aguantar a los comentaristas televisivos diciendo que no había que convertir una corrida en un tentadero.

¿Y si en san Isidro hubieran tomado la misma iniciativa que en Cenicientos? Pues se habrían terminado las segundas orejas de chichinabo que se han concedido y nos habríamos ahorrado salidas a hombros perfectamente olvidables. Quizás hubiéramos ganado más toros colocados largos, más interés en sacar el toro del peto para ponerlo otra vez y la preocupación por dosificar el castigo (lo que proponíamos en nuestro blog, convertir el puyazo en un muletazo, pulsen aquí).

En las plazas toristas de Francia, los toreros sí que están obligados a velar por el primer tercio porque saben que, si no lo hacen, no volverán jamás por allí. Los mismos diestros que allí se preocupan, a la semana siguiente en España vuelven a las andadas, ¿verdad, De Justo?

Otra cosa ignominiosa son los puyazos traseros, que podrían erradicarse a base de multas (hasta que hubiera una huelga de picadores). El portal comercial Aplausos nos sorprendía hace poco con este excelente artículo de nuestro tocayo el señor Comino. Insistía en lo que hemos dicho tantas veces en este modesto blog (recuerden aquí o también aquí). Por ejemplo:

"¿Por qué no pican en su sitio, es decir, en el tercio posterior del morrillo, o, si prefieren, entre la 4ª y la 7ª vértebra cervical? Lo he dicho y escrito multitud de veces: “Hoy día se pica muy mal porque los puyazos se ponen, en el 95 % de los casos, traseros y/o caídos, lo cual lesiona en mayor o menor grado la articulación de las escápulas (paletillas) con la columna vertebral, es decir, el aparato locomotor del toro y altera su forma de embestir". 

¿Cuántos toros embistieron descompuestos en el pasado san Isidro por culpa de esos puyazos traseros? Ahí va otra perla:

"Un puyazo en el hoyo de las agujas (o donde muere el morrillo, como algunos acostumbran a decir) es un puyazo trasero, pues coincide con la 3ª y la 4ª vértebra dorsal; y si se pica más atrás, aún peor. Y lo malo no es que el puyazo caiga en un lugar incorrecto, es que cuando rectifican, lo hacen para peor".

¡Efectivamente! Eso de la yema es un puyazo trasero porque al toro habría que detenerlo pinchando en el morrillo. Recuerden este dibujo que incluíamos en una de nuestras entradas:

Y la prueba de que el 95% de los picadores son muy malos es que cuando rectifican con el toro ahí debajo, fijo en el peto, clavan igualmente trasero o en el lomo. 

Una última admonición del citado artículo esta vez contra los comentaristas televisivos encabezados por Emilio Muñoz, que ve puyazos 'en todo lo alto' cuando todo el mundo ve que están un palmo atrás:

"Siento vergüenza ajena cuando veo aplaudir un puyazo puesto en la cruz o en la paletilla, simplemente porque le ha echado la vara, lo ha cogido antes de llegar al peto y no ha sido derribado. Esta vergüenza es mayor aún cuando ello ocurre en las Ventas, la primera plaza del mundo. Y no digamos cuando el comentarista de turno exclama: ¡lo ha cogido perfecto! y la puya está 15 ó 20 centímetros por detrás del hoyo de las agujas. Inadmisible que se induzca al aficionado a tremendo error".

El daño que se hace desde la televisión con estos comentarios es inmenso y no tendrá solución por muchos años en la afición más joven en caso de que no se informen y den por bueno lo que dice 'el maestro'. Este puyazo de la pasada feria de san Isidro se lo pegó El Patilla a uno de Victorino para mayor gloria de su jefe, Daniel Luque:

Luego vemos cómo a los pobres animales les cae la sangre por el costillar, con la pezuña limpia de polvo y paja. Estará orgulloso el maestro:

Resumiendo, felicitamos a la afición corucha. Sabemos que habrá muchos que les criticarán por esa medida pero sepan que en Tarragona hay uno que les apoya (y que incluso sería más duro que ellos intentando que se devolviera a la suerte de varas el lucimiento que han eliminado entre todos: toreros, picadores, críticos vendidos, comentaristas televisivos y público orejero y muleteril).

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.

Otro de Dolores Aguirre para Cenicientos, 2019