VILLASECA DE LA SAGRA, 2021 (2): BALTASAR IBÁN

 UN TORRENTE DE CASTA

Los admiradores de Joaquín Vidal acaban de identificar el titular al vuelo. Efectivamente, lo usó para su crónica a la corrida de Juan Luis Fraile de 1999 pero con una diferencia. Su titular exacto era UN TORRENTE DE CASTA BRAVA (recuerden aquí). Nosotros hemos quitado lo de brava porque como nos robaron el tercio de varas, no podemos asegurar si los novillos fueron genuinamente bravos.

A pesar de ello, la novillada de Baltasar Ibán fue algo digno de ver. Animales con trapío, astifinos, codiciosos, encastados, bajos, de buenas hechuras, todos con las bocas cerradas... y con las varas robadas.

Los toreros de alternativa que estaban ante el televisor daban gracias al cielo por ver que estos animales no iban a llegar a toros ya que menuda papeleta hubieran tenido ante ellos. Probablemente no hubieran salido en san Isidro ya que no habrían pasado el fielato de Las Ventas. No obstante, pensamos que en esta vacada deben dejarse de experimentos dirigidos a dar más caja a sus toros y volver a la esencia de lo que fue siempre Ibán (recuerden aquí). Si no pueden lidiar en Madrid, alabado sea Dios, ya iremos a verlos a otras plazas.

Como el pañuelo azul es la moda, no hubo uno sino dos, luego los comentaremos. Los tres chavales mostraron buena disposición y no se arredraron ante el torrente de casta que se les vino encima. Fonseca, el león de Michoacán, se llevó el gato al agua por su vibrante trabajo ante el tercero.

La corrida la seguimos con entusiasmo y cuando terminaba la retransmisión teníamos la sensación de estar agotados por la agitación del festejo.

IGNACIO OLMOS. Es urdeño, de la provincia de Toledo. Marchó a recibir a su primero a porta gayola y se rozó la tragedia cuando el animal se le venció y casi le arranca la cabeza:

La cosa se saldó con su primer susto, luego tuvo el segundo como veremos. El tal Camarito tomó un puyazo de bravo pero Olmos decidió pedir el cambio. Ya empezábamos...

Fenomenal Otero con los palos y también Corruco de Algeciras enseñando al novillero la bondad del pitón izquierdo. El de Ibán tenía tranco y casta pero a César Jiménez no le convencía: 'le falta clase, tiene una embestida compleja y descompuesta'. Tanto a él como a Muñoz no les convence ninguna embestida que no sea la de la babosa bobalicona.

A nosotros nos pareció interesantísimo y Olmos hizo lo que pudo pero debe dar gracias por haber salvado una cornada grave en el ano cuando, haciendo circulares que no venían a cuento, el toro lo levantó del suelo y lo empitonó en el aire sin hacer carne. 

Si llega a acertar en ese sitio, a estas horas estaría sufriendo bastante.

Matando sigue la estela de los toreros tramposos: alarga el brazo para pegar la puñalada y avanza con la muleta como un delantal. Observen el telonazo y cómo está clavando antes de llegar a la cara del toro:

De esta guisa tan atrabiliaria cobró una estocada que hacía guardia dos palmos, un pinchazo y una entera pasada y desprendida sin puntilla.

Su segundo era castaño oscuro, ojinegro, bragado, meano, axiblanco y un poco calzado de atrás:

No quiso caballo, se repuchó en el primero y salió suelto al relance en el segundo. El castigo había sido mínimo y, tras dolerse de los palos, empezó a arrear enseñando la tarjeta de visita.

Afortunadamente era noble y su temperamento no lo invertía para mal. Había que acompasar muy bien el movimiento del brazo con su embestida porque si no, se violentaba notoriamente. No nos pareció que Olmos consiguiera acoplarse en ningún momento. No era nada fácil, que conste.

De nuevo exhibición de alivios al matar, observen el brazo y el telonazo, pero es que no gira la muleta en el último instante como Julián sino que avanza con ella como con un mandil:

Mata así y resulta que ha sido alumno de las escuelas taurinas de Madrid y Toledo. Sin comentarios. Le quedó una entera tirando la muleta para taparse ante el monumental gañafón del toro:

VÍCTOR HERNÁNDEZ. Es de Los Santos de la Humosa, en la Alcarria alcalaína. Su primero fue el que vio el primer azul, un colorado ojo de perdiz con trapío, como todos:

En el primero lo pone largo, va, empuja muy fijo y de bravo y termina encelándose. Lo pone de nuevo largo, tardea, mira... ¡y se va! Hernández en ese momento pidió el cambio entendiendo que estaba visto y que así tendría más muleta. Se oyó las protestas del tendido, lógicamente. ¿Pañuelo azul?

Arbolario se dolía en banderillas (¿azul?) y apretaba para adentro pero cuando vio la tela roja, empezó a embestir pronto, codicioso y repetidor. 

Tampoco ahora estaba contento César Jiménez: 'no es bravo de verdad, le falta rematar por abajo de verdad'. Nosotros estábamos encantados con esa embestida tan diferente del Perlas Negras de la vuelta al ruedo el día anterior, ese sí que hizo babear a todos los toreristas del mundo.

El alcarreño le dio distancia con muy buen criterio aunque después se dedicó a torearlo apartándose de su camino para capear el temporal. El novillo lo avasalló igual que hubiera avasallado a la mayoría de toreros de alternativa.

Estocada contraria que hace guardia un palmo y entera arriba perdiendo la muleta:

El quinto estaba muy en tipo, negro y corniapretado pero con dos ojos de azabache cuya mirada espantaría al demonio:

En varas empujó mucho pero con la cara alta y cuando se cansó, se fue de naja.

Todo el mundo esperaba una segunda entrada pero va y pide el cambio. Luego, el director de la Escuela Taurina de Guadalajara lo justificó diciendo: 'el público se ha puesto de parte del toro cuando Víctor lo ha cambiado con un puyazo y precisamente lo ha hecho yendo a favor del espectáculo, de la faena de muleta'. Es que precisamente lo que deseábamos los espectadores era ver más caballo y menos faena, a ver si lo entiende.

De hecho, ¿ustedes creen que con la casta que derrocharon estos ibanes habrían perdido muchos pases de muleta por hacer las cosas bien en el caballo? Estamos absolutamente convencidos de que no.

Mientras tanto, los televisivos decían que la protesta era por el desorden en la lidia y no por el robo de la segunda vara. El caso es que el novillo iba a su aire acusando el que más el encierro matinal. Sabía que aquel recinto tenía una salida y no paraba de buscarla.

Hernández empezó con un cambiado en el platillo, error grave porque si el toro tenía tendencia a irse, aún se le acentuó. 

Se distraía a veces pero no era la distracción del choto de nuestras queridas figuras sino del listo que busca algo. La prueba es que cuando lo sujetaba, seguía la tela con genio, e incluso más suave al natural.

Estocada un pelín contraria pero sin tapar la cara, por lo menos eso lo enseñan bien en la Escuela Taurina de Guadalajara. No tiene nada que ver su seria forma de entrar a matar con los ratimagos de Olmos aunque para los de televisión todo es lo mismo. Tras dos descabellos se fue al callejón visiblemente enfadado consigo mismo.

ISAAC FONSECA. Su primero era Fusilito, otro colorado ojo de perdiz, con morrillo y bonita lámina:

Lo recibió de rodillas en tablas con la plaza en plan cementerio. Ya en pie, nos deleitó con una media verónica excelentísima que pasó desapercibida:

El novillo estaba loco por ir al caballo desde que lo vio por el rabillo del ojo. Acudió largo pero embistiendo con la cara alta y tocando música. En el segundo, otra vez colocado largo, va pero repite el cabeceo. Ya queda claro que el azul que vio fue inmerecido, ¿no les parece?

Quite por saltilleras en homenaje a Armillita, nacido en Saltillo. En el sexto hizo otro a El Pana poniéndose la muleta encima del hombro izquierdo. Acto seguido, Raúl Núñez dejó el mejor par de la tarde:

Fonseca se postró de hinojos en el platillo y enloqueció a todos con una inesperada y arriesgadísima arrucina:

El novillo era otro que tenía una guindilla en salva sea la parte aunque miraba y no se mostraba tan pronto como el azuleado Arbolario. Creemos que se van apercibiendo de que este segundo pañuelo azul para el toro sobraba aún más que el del primero.

Fonseca es valiente como buen mexicano pero además sabe torear y lo demostró con una muy buena tanda al natural:

Al final puso el corazón en un puño al respetable con unas bernadinas sin el estoque con el toro ahí delante escarbando y al rato arrancándose con violencia. Se perfiló en la pala y dejó una estocada arriba con derrame perdiendo la muleta:

Suponemos que se van fijando en las furiosas embestidas de todos los novillos en el embroque mortal. Por ello no es extraño que los tres novilleros hicieran guardia en sendas estocadas. Dos orejas para Fonseca que no discutiremos tratándose de un chaval pero sí discutimos totalmente el regalito del azul al novillo.

¿Qué le pareció el animal a César Jiménez desde su insobornable óptica torerista y taurinista? Pues que 'ha tenido una embestida fiera y no brava pero también es necesario este tipo de embestidas para la fiesta'. Podemos coincidir en la primera aseveración pero en la segunda cambiaríamos lo de necesario por imprescindible. Es imprescindible que el aficionado no piense ni por asomo que él podría estar ahí abajo pegando pases.

Ya ven que Fusilito recibió la estocada más allá de la raya y él solo se marchó a refugiarse a tablas para entregar la vida, ¿eso es de azul?

El último era otro castaño ojinegro que desmereció respecto a sus hermanos. Lo volvió a recibir con una larga de rodillas pero ahora sí lo jalearon.

Se fue al caballo nada más verlo y Soro se defendió bien cuando lo cogió por el pecho y lo sacó a los medios. Allí se enceló y, nada más sacarlo, se revolvió otra vez contra el peto oyendo las renovadas protestas de los aficionados a quienes ese tercio de varas les pareció, con toda la razón, una lamentable improvisación.

El novillo fue el menos peleón, tardeando y embistiendo con poco gas aunque siempre con nobleza. Se apagó pronto y el mexica optó por el arrimón y por insistir en exceso. Casi le pesa cuando luego estuvo a punto de oír los tres avisos.

Perpendicular que asoma un palmo más tres pinchazos con un nuevo tornillazo del novillo al sentirse herido. Se llevó este peligroso golpe en la mandíbula en el segundo, vean que le podría haber saltado los dientes o un ojo:

Tras cuatro descabellos y dos avisos lo sacaron a hombros.

Disculpen que nos hayamos alargado más de la cuenta pero ya ven que el festejo dio mucho que comentar porque estuvo apasionante aunque con el baldón de lo comentado en el primer tercio y de los facilones pañuelos azules.

Empezábamos recordando a Vidal y terminamos con una cita suya que nos viene como anillo al dedo tras esta gran novillada:

'Ni la afición, ni los isidros, ni el público en general se querían ir. La emoción de la corrida les tenía absortos. Quizá les sorprenda saber que años atrás las corridas de toros eran tal cual: salía el toro, sencillamente. Lo que se han perdido -y la fiesta que nos han robado- por contemporizar con los pegapases, con las figuras de mentiras, con los sucedáneos del toro bravo y con el fraude'

Estos encastados novillos de Ibán ni descolgaron ni gatearon. No sabemos si tuvieron clase o ritmo porque esa terminología ridícula de los taurinos no la entendemos. Lo que sí sabemos es que vendieron cara su vida y no tuvieron nada que ver con la ternera que nos quieren vender esos mismos taurinos como la única posibilidad de hacer ese su toreo 'güeno' que duerme a las ovejas.

Quien tiene que mantener despierto al aficionado es el toro y eso justamente es lo que hicieron estos ibanes. Seguro que desde el cielo tanto el viejo Balta como el bueno de Antonio Vaamonde se dieron la mano con lágrimas en los ojos al finalizar la novillada (recuerden aquí).

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.