viernes, 3 de julio de 2020

CENTENARIO DE LA MUERTE DE GALLITO (12): ES UNA PENA PERO NO SABÍA MATAR

No se enfade con nosotros el sector gallináceo porque la frase no es nuestra sino de un gallista de los más conspicuos, nada menos que don Gregorio Corrochano. No obstante, conste en acta que estamos totalmente de acuerdo con ella.

El bueno de José debe de estar viendo desde el cielo la serie de panegíricos que se le están dedicando con motivo de este aniversario y no dará crédito al comprobar que nadie se ocupa de su notable deficiencia como matador. Antiguamente se distinguía bien entre el torero y el matador de toros. Gallito puede que fuese el más grande entre los primeros pero no pasó de ser uno del montón entre los segundos.


Estocada a uno de Guadalest en 1913

Hasta sus más ínclitos admiradores se ven obligados a inclinar la cerviz y reconocer este gran lastre en su tauromaquia. Se podía alabar cualquier otra suerte por él practicada pero en la suprema tenían que callar. Otra cosa es que intentasen justificar lo injustificable o quedarse en el desiderátum de Corrochano: 'no sabe matar...¡si supiera!' El crítico del ABC lo comentaba en esta crónica del 14 de abril de 1916 con ocasión de la alternativa del pobre Florentino Ballesteros (recuerden aquí):



¿Qué pasaba con Gallito al entrar a matar? Pues que se dedicaba a mirar la cara del toro en lugar de olvidarse de los pitones. Otros giran la cara o cierran los ojos, todo con tal de no mirar al morrillo, que es lo que hay que hacer pero para lo que se necesita una sobredosis de valor. 

Alguno de ustedes se está llevando las manos a la cabeza porque da la impresión de que acusemos a José de tener el valor justito para entrar a matar, ¿verdad? Pues preguntemos al diestro: maestro, ¿cuándo pueden los toros cogerle a uno en la estocada?



En Barcelona tuvo un gran susto entrando a matar. Fue el 5 de julio de 1914 con uno de Pérez de la Concha llamado Coletero. Conservamos este dibujo del instante:



Era el segundo de la tarde cuando tras una aclamada faena, quiso hacer bien la suerte, dejándose ver. El toro lo empitonó con el izquierdo por el muslo derecho y luego lo pisoteó rompiéndole la clavícula izquierda. Punteret llegó al quite el primero y se llevó también lo suyo, un puntazo en el escroto. La herida del maestro fue de diez centímetros y por culpa del percance no pudo anunciarse en Pamplona. Es posible que esa cornada barcelonesa le pesase durante toda su vida taurina.



El bueno de Bombita, a quien los Gallos no podían ni ver y que fue humillado feamente por el propio Gallito el día de su despedida, acudió a verlo al hospital y, como quien no quiere la cosa, le cantó la verdad del barquero:

'Ojalá te repongas pronto, José, por tu bien y el de la fiesta... ¡Ah! Y no olvides que los toros cogen cuando les haces las cosas en su sitio y de verdad'

Machaquito pasaba la mano por la cara a Bombita con la espada al menos por su 'emocionante rectitud'. Por eso Bombita sabía mejor que nadie cómo hay que matar bien. Los toreros que se alivian y matan mal son quienes mejor saben cómo hay que hacer las cosas... aunque no las hagan.

Felipe Sassone, el amigo y vecino de Gallito de quien hablábamos aquí, no podía negar la evidencia. El maestro clavaba con la mano alta:



Decía que José hería 'a tenazón', que es lo que hoy denominaríamos 'a capón'. Maestros consumados del caponazo han sido el retirado Ojeda y, de la extensa lista de los actuales, Miguel Ángel Perera:



Gallito no vio a Guerrita pero sí habló de él con su padre y con sus hermanos. El califa mató unos 2.500 toros y sólo resultó cogido una vez al entrar a matar. Joselito estoqueó casi 1.600 y sólo consta esa cogida de Barcelona además del topetazo en el pecho que le pegó uno de Murube en Bilbao en agosto del mismo año de 1914 (tras pinchar dejó una estocada quedando prendido por la chaquetilla y resultando con un desgarro en el pectoral y una pequeña herida en la axila). Él sabía perfectamente por qué tuvo este otro percance:

'El toro era muy bravo y me cogió porque entré muy despacio a matar; quise recrearme porque quería matar ese animal como de verdad se merecía'

La amistad íntima de Sassone con el Nene de Gelves le hacía disculparlo de manera un tanto peregrina. Decía el crítico que era tan inteligente que no quería perder de vista los pitones, lean:


Hombre, donde pone arte podríamos poner trampa, artimaña o truco, ¿no les parece?

Se decía que Gallito echaba la carta al buzón en lugar de clavar como Dios manda. Se lo afeaba Clarito:

'Falsea la suerte de matar con un tranquillo feísimo, tirando la espada con la mano en alto como quien tira una carta al buzón'

Guste o no a sus seguidores, pegaba la puñalada, recuerden lo hablado aquí


Estocada a uno de Martínez en la encerrona

Se lo preguntaron una vez a riesgo de despertar su ira pero no perdió la tranquilidad para decir:

'Sí, mato con alivio, con tranquillo... ¿y qué? Igual que Lagartijo buscó su medicina, yo tengo la mía'

Sobre esa medicina, recuerden que la comentábamos aquí. En su época hay revisteros que no tienen piedad de él diciendo que ha aprendido bien la lección de su hermano Rafael al salirse de la suerte y entrar poco menos que a paso de banderillas:



'Joselito no desmerece a su hermano', se decía. Ahí tienen al mayor mirando y a Maravilla matando en una foto que él destruiría si pudiera: mano alta, brazo alargado, cuarteando y pegando el telonazo, ¿quién da más? En su descargo, decir que el toro no está muy por la labor:



Algunas sonrisitas del maestro cuando oye los pitos exacerban todavía más al respetable:



¿Quién pita hoy a los diestros que se alivian en la estocada? Nadie porque lo único que interesa es enterrar la espada en la carne. En un Palmas y Pitos de 1915 se quedan a gusto poniéndolo a caer de un burro:



Enrique Minguet, en su 'Arte de torear de Gallito', dice claramente esto:



Lo justifica diciendo que nunca los grandes lidiadores fueron grandes estoqueadores y pone los ejemplos de Lagartijo, Guerrita o Bombita. Como escribía esto en 1917, confiaba en que José terminaría matando bien 'en el hoyo de las agujas y sin cuartear porque la verdad es que flojea bastante con el acero'. Pues lo cierto es que se murió sin matar bien. ¿Por qué motivo? No dudamos de que fue porque no quiso ya que nos negamos a creer que no supo.


Matando uno de Contreras en 1914 con la mano por la estratosfera

Un matador que tomó la alternativa en 1893 fue Francisco González, Faíco. Él explicaba claramente el tranquillo que usaba Gallito al matar. Antes de leerlo, deben conocer que todo lo que sabia Faíco de toros lo aprendió de Fernando Gómez, El Gallo:

'Se deja la muleta muerta entre las patas del toro, se adelanta el brazo llevándolo suelto, con el antebrazo horizontal y colocando en un mismo plano la mano y el codo; se hiere un poquito delantero y otro poco tendido cuarteando sin necesidad de dejar enterrado el estoque y el toro sale rodao de los vuelos del trapo'

Imagínense al patriarca de los Gallos diciendo esto mismo a sus hijos ya que es exactamente lo que hacía José. En esta foto del 21 de agosto de 1912 se resume esa teoría. Observen que no tiene ninguna intención de cruzar:



Estaremos de acuerdo en que eso que recomienda Faíco no es matar bien, ¿verdad? No se guíen por lo que vemos actualmente porque eso es mucho peor. A lo dicho hay que añadir que hoy no se deja la muleta 'muerta entre las patas del toro' sino que se avanza con ella a guisa de delantar para cegar al pobre animal con un telonazo infamante. Y de los extravagantes saltos, mejor ni hablar.

En afortunada frase de Sassone que resume todo lo dicho, José 'mataba pronto y mal pero hería bien'. Esa habilidad la tenía también Curro Romero ¿lo recuerdan?

Hemos buscado algunas imágenes para comparar a José con otros contemporáneos que le daban un buen repaso a la hora de matar. 

El sobrino de El Algabeño, Algabeño II, aprendió de su tío a matar bien (recuerden aquí). El toro le echa la cara arriba pero él no se arredra y consuma la suerte con valentía:



No se puede decir lo mismo de Maravilla en la misma tesitura frente al de Guadalest que veíamos al principio:



Comparen con Gaona en Toledo jugándosela a pesar del gañafón del toro:



Observen que Fuentes en 1908 lleva la mano derecha donde tiene que ser:



En cambio Gallito la lleva por las nubes para echar la carta al buzón:



El pobre Varelito deja esta extraordinaria estocada con todas las partes de la suerte recogidas en la cara del toro: la muleta, la mano derecha y su cabeza ahí mismo. El malogrado Manuel era de los que sólo miraban el morrillo:



Por contra, Gallito tiene prisa por salir de allí, ha alargado el brazo y no estamos seguros de dónde mira:



Martín Agüero mantiene su cara a un palmo de la mano que clava. Ésa es la demostración de no haberse aliviado alargando el brazo para pegar la puñalada:



La diferencia con Gallito está tan clara que preferimos no comentarla para no dejar en muy mal lugar a nuestro protagonista:



Creemos que ha quedado clara nuestra posición. Las alabanzas y los panegíricos a Gallito pueden lloverle por muchas de sus habilidades pero nunca por la de matador de toros estrictamente hablando. Los contemporáneos que lo vieron in situ seguramente estaban esperando que alguien lo dijese cien años después de su muerte. Entre esos contemporáneos se cuentan los espectadores a quienes no dio gato por liebre y sus colegas que sí hicieron bien la suerte y que merecen por ello nuestro máximo respeto.

Para terminar, vayan a este vídeo y comprueben todo lo explicado en las secuencias de los minutos 7'20'', 14'03'', 20'24'', 20'30'' y 22'25''. 

Ésta que ven a continuación es la última estocada que dio en Madrid y la antepenúltima de su vida. Fue la tarde del 15 de mayo de 1920. Pulsen aquí para recordar lo que sucedió en aquella infausta tarde madrileña.



Al bueno de José le diríamos lo mismo que le gritó un paisano en Barcelona momentos antes de aquella cogida al entrar a matar: 

'¡Si eres tan bueno, ¿por qué no matas bien?!'

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.

8 comentarios:

  1. Estimado Rafa:
    En la revista anual del Club Taurino de Pamplona, recientemente editada, hemos tenido el privilegio de que nos aportaras un artículo original de tu pluma con este estudio crítico sobre la ejecución de la suerte suprema por Gallito. Personalmente, te ovaciono un trabajo que aporta ponderación histórica a la figura del rey de los toreros.
    Saludos desde una Pamplona desolada sin sanfermines.
    Carlos.

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    1. El privilegio ha sido mío. No sé si todo el mundo estará de acuerdo con lo que aquí (y también en su revista) hemos expuesto. Por lo menos hemos intentado argumentarlo lo mejor posible.

      Saludos.

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  2. Buenas Rafa. Hablando de la suerte suprema, ¿qué opinión te merece el estoque perfeccionado por Julio Fernández? Porque si bien es cierto que el toro sufriría mayores daños y por lo tanto doblaría antes, no menos cierto es que a la gran mayoría les caerían las orejas con mayor facilidad ya que prácticamente nadie se fija en la ejecución de la suerte, solo en el desenlace final. Y por lo tanto aún se preocuparían menos de lo primero.

    Saludos.

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    1. Pues no me parece mal. Sobre su argumento de que caerían con más facilidad las orejas, es difícil que sea mayor que la actual. Sobre que nadie se preocuparía de la ejecución, eso tampoco es problema porque ya no se preocupa absolutamente nadie. O sea que lo realmente positivo sería acelerar la muerte del toro, lo cual, como digo, no me parece mal.

      Saludos.

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    2. La verdad es que pensándolo bien una muerte más rápida del toro traería consigo una disminución del metraje actual de las corridas, que bajo mi modesto entender son larguísimas. Te invito a que hagas un artículo donde esgrimas que cosas harías tú para agilizar la lidia y así conseguir corridas de aproximadamente 2 horas, seguro que tienes muchas y buenas ideas.

      Saludos

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    3. En eso se ha ganado bastante. Los aficionados madrileños más veteranos recordarán aquellas interminables corridas venteñas donde los cabestros no estaban entrenados como ahora y los caballos daban toda la vuelta al ruedo para marcharse. Si se devolvían dos toros, la cosa se iba a tres horas fácil.

      Un amigo del blog dice que la solución es reducir la faena de muleta. A los cinco minutos de trapo rojo, primer aviso.

      Saludos.

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  3. Holà Rafa! Gracias par su blog que nos abre los ojos sobre los defectos tecnicos del gran Joselito, no los imaginaba asi. Que decir hoy, de las horribles estocadas de El Juli , un autentico insulto a la suerte suprema ? Un saludo cordial. Alain.

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    1. Los contemporáneos de Joselito vieron esos defectos y los criticaban muy a menudo. Y ya no le digo nada de los que además eran belmontistas. Pero el aficionado a toros tiene tendencia a endiosar con el paso del tiempo. Endiosa a los toreros, a la suerte de varas, a los toros, a los empresarios... En la tauromaquia siempre cualquier tiempo pasado fue mejor.

      Respecto a El Juli, le adelanto el título de mi artículo que sale en la revista del club taurino de Pamplona: "¿Y SI A EL JULI LO MATA UN TORO?"

      Saludos.

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