FERIA DE SAN ISIDRO, 2022 (2). LA QUINTA: UNA TRILLADORA

Lo que buscan los ganaderos de La Quinta para que las figuras se apunten a sus toros son cuatro cosas: regularidad, humillación, que no meneen la cabeza en los engaños y que permitan los errores.

Las tres primeras ya las tienen prácticamente conseguidas y la última es la que les cuesta más pero no desesperen porque lo lograrán. No obstante, hay un problema añadido que es más complicado de resolver. 

Cedemos la palabra a Ignacio Pérez Tabernero, el propietario de Hoyo de la Gitana:

'Ahora los toreros están acostumbrados a abrir la puerta al de Parladé al final del muletazo para que salga de la suerte y vuelva. Al de Santa Coloma no hay que abrirle nada sino llevarlo despacio con la muleta siempre puesta para no perderlo y que no se pare, si no va a mosquearse y se pone imposible'

Pues eso a Morante y Aguado no les va porque estos de La Quinta no les permitían colocarse tranquilamente para el siguiente muletazo. En cambio a El Juli esta circunstancia le dio igual. Trató a su primer toro como si nada, estirándose a la verónica rápidamente mientras sus colegas andaban con probaturas. A su segundo le plantó cara y le ganó la batalla. Fue una trilladora. No tuvo ni para empezar con sus dos compañeros de terna.

MORANTE. Su primero era negro entrepelado y ojalado (las fotos de los toros vuelven a ser del maestro Moore):

Primer puyazo de bravo cobrando en el lomo. Al salir blandea y vuelve al peto con lo cual sufre otra lanzada trasera. Se vio que al maestro no le gustaba y sibilinamente lo dejó por tercera vez para que el picador entendiese el mensaje y recargarse como un criminal. Fue vergonzoso pero a este hombre se le permite todo.

Muy bien Trujillo con los palos y quedaba la duda del comportamiento del toro en la muleta habiendo recibido esas lanzadas asesinas.

El toro no quiso vengarse del infame tratamiento a que había sido sometido y colaboró pero sin que el maestro se confiase ya que decidió ponerse a vivir fuera de cacho, como se ve en la imagen. Además era un poco pegajosillo y obligaba al diestro a rectificar los terrenos, cosa que resulta fatigosa.

Estocada caída saliéndose de la suerte con avaricia. Inconcebibles pitos al toro en el arrastre.

Su segundo fue cárdeno rabicano y no coletero como se equivocan cada tarde:

Verónicas sucias pero jaleadas.

Vulgar en varas pero tuvimos la ocasión de comprobar en la persona de Aurelio Cruz lo malos que son. Resultó que el toro perdió las manos y él no pudo clavar y cuando el animal se levantó y estaba completamente quieto con la cabeza en el peto, el picador ya pudo clavar tranquilamente y sin ninguna presión. Pues observen dónde pinchó. Y tapando la salida, ¡faltaría más!

Segundo tercio con psicosis de que el toro era un asesino tras este susto de abajo sin consecuencias.

Como el presidente recordaba el papelón que hizo obligando al Sirio a pasar otra vez para dejar cuatro palos a Santanero I, aquí cambió el tercio con tres (recuerden aquí aquella tarde sangrienta de Román). Esta vez no hizo este gesto:

El maestro era previsible que se dedicara a quitarle las moscas y tras ver lo que hizo se pueden hacer ustedes una idea de lo que sucedió en el Puerto de Santa María el año pasado. Anduvo además muy justito de valor para lo que suelen repetir sus corifeos.

Los de televisión no pararon de taparlo calificando al toro como muy peligroso cosa que sólo veían en su calenturienta imaginación. Tres pinchazos a paso de banderillas y sablazo atravesado y caído tapando la cara y escupiéndose. 

Pocos pitos oyó para lo que se merecía en nuestra humilde opinión. 

El JULI.  El primero era cárdeno claro, caribello, nevado y calcetero de atrás. Bonito de lámina pero con el rabo corto:

Buenas verónicas del maestro aunque coronadas por tres medias consecutivas que no venían a cuento.

Poca cosa en el caballo donde lo más reseñable fue el quite que hizo Juli con verónicas de manos bajas bastante mejores que las posteriores de Aguado. Era una forma de marcar el territorio ante sus dos compañeros. Morante, que prefiere llevarlas altas, lo vería y diría: 'bah, ya está sacudiendo la alfombra'

Se puso a torear de inicio tratando al de Santa Coloma como si fuese una ternera comercial... aunque quizás lo era.

Escuchó los pitos aislados de los que captaban su destoreo echando la pierna atrás pero no fue con tanta alevosía como acostumbra ya que habrá aprendido la lección de Morante en Sevilla con Ballestero.

Entera pasada con telonazo y saltando que basta. Los comentaristas televisivos no dejaban de mostrar su enfado con el público por no haber pedido la segunda oreja. Ovación en el arrastre a un toro claramente comercial.

El quinto era cárdeno oscuro, chato y serio por delante:

Cumple sin más en el caballo y espera en banderillas. Ahí queríamos ver al maestro, con un toro avisado y que no era la borrega a la que él está acostumbrado.

Suponemos que no nos llevarán la contraria si decimos que Morante a este toro no lo hubiera querido ver ni en pintura. Los morantistas hubieran dicho después que no tenía un pase, dejándose engañar por el maestro como sucede habitualmente. ¡A otro perro con ese hueso!

El Juli se echó la muleta a la izquierda y le fue arrancando pases haciendo que el toro tragase. Se esforzó y se justificó o sea que aquí no encontrarán ninguna crítica al diestro. Este Juli sí nos interesa. El del choto moribundo, no.

Emborronó su buena labor con un pinchazo y una corta muy mal ejecutada con descabello. Dio una vuelta al ruedo que tiene más valor que centenares de orejas que corta por ahí a toretes bobalicones. 

Se le saltaban las lágrimas a uno como él, que en teoría tendría que estar ya de vuelta de todo. Pero tiene la sangre de los campeones, de los Jordan o los Nadal, hombres que seguían sacando ganas de pelea a pesar del paso de los años. Nada que ver con sus acomodados compañeros de terna, que están a verlas venir con el beneplácito de los críticos paniaguados.

AGUADO. Su primero era cárdeno careto, nevado, rebarbo y casi calzón (por el otro lado se apreciaba mejor):

A Pablito la suerte de varas le da absolutamente igual y por eso su piquero recetó dos cariocas abyectas al pobre toro sin que podamos valorar su comportamiento por haberle tapado la salida con total desvergüenza.

Fácil García con los palos pero con un poco de alivio:

A Aguado le gustó el torete y por eso se dedicó a destorear escuchando las protestas de los cabales a los que no se la dio con queso. Ahí lo tienen, fuera de cacho:

Estocada tendida, caída y trasera pero cruzando, lo cual es novedad. Aplausos al toro para molestar al torero.

El último era negro entrepelado y con un perfil llamativo por su morro alargado:

El toro empezó empujando en los dos puyazos pero dimitió seguramente al notar la criminal herida que se le hizo en el lomo,  vean:

García enseñó a Aguado que el pitón bueno era el izquierdo pero que si quieres arroz, Catalina. Sacó la faena hotelera para aburrir al personal.

Por fin se echó la muleta a la izquierda pero siempre desconfiado y con excesivas prevenciones. Pegó cuatro mantazos para que todos viésemos claramente al final de la corrida la gran diferencia a día de hoy entre el campeón y el aspirante.

Escuchó pitos muy justos que todavía fueron pocos. Tres pinchazos muy malos esta vez sin cruzar y casi entera con alevoso telonazo.

El Juli nos trajo a la memoria al que en los tentaderos es capaz de hacer pasar por buena una vaca resabiada. Ese torero nos interesa mucho, el problema es que para verlo otra vez en una tesitura como la de ayer, habrá que ser de la cuadrilla. En cuanto vuelva a la cabra tonta y a su destoreo infame, lo de hoy quedará como una lágrima en la nieve.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.