La tarde de no hay billetes se convirtió en la del no hay tu tía porque el fiasco ganadero de Gallardo fue inapelable.
Se las prometía muy felices el personal después de la novillada del otro día pero se confirmó aquello de vísperas de mucho, tardes de nada. Los toros fueron sosos, muy vulgares en el caballo, blandos, aburridos en la muleta y casi todos pasados de romana. La corrida dio una media de 591 kilos.
No entendimos cómo Dávila decía que se había enamorado de la corrida por sus hechuras viéndola en los corrales cuando ya saltaba a la vista el excesivo tonelaje.
Ginés Marín hacía el paseíllo diez días después de su cornada en el muslo. Por supuesto que valoramos el gesto pero hemos hecho las consultas médicas pertinentes y parece claro que no sufría el desgarro muscular previsible porque si no, entendemos que era absolutamente imposible su presencia sin cojear.
URDIALES. El primero era un negro zaíno astracanado pasado de carnes (sale a hacer su quite el maestro Moore):
Empujó en el caballo con poca fe pero cobrando duro. Mucho nos temimos que ya había quedado para el tinte, como así fue.
El toro quería pero a duras penas podía arrastrar los cincuenta kilos que le sobraban (pesaba 587). Por allí anduvo Urdiales sin que nos interesase lo más mínimo su labor:
La faena aburrió a las ovejas y si no, observen al fondo cómo Abellán está pendiente del móvil en lugar del hombre que se juega la vida. Hay que ver...
Asesinó vilmente al toro de un metisaca en los bajos. Fue algo infame. Menos mal que Abellán seguro que no lo vio porque seguiría pendiente del telefonino:
Su segundo era un toro veleto, negro mate, listón y con 615 kilos, de los cuales le sobraban varias decenas:
Aunque escarbó, se arrancó con alegría al peto pero fue curioso ver que nada más llegar al caballo se quedaba ahí quieto, como si lo hubiesen metido en el mueco para quitarle las fundas:
El toro se venía un poco rebrincado y pegaba la cabezada al final mientras Urdiales pedía paciencia al público. Intentó que el toro no le tocase la muleta para ver si así embestía más boyante pero no había mucha cosa que rascar en el de Gallardo.
Se equivoca en la suerte contraria y pincha sin soltar. En la natural, pega el telonazo para dejar una media atravesada entrando de cualquier manera, como se ve, más un descabello:
ROCA. Su primero era negro listón, ojalado, muy bajo de agujas, badanudo, corniapretado y sobrado de kilos (596):
El toro fue pronto y galopador al caballo, de los que hubiera sido bonito ver en una tercera vara de largo sólo para señalar. Pero recuerden que estamos en Madrid y eso de ser la primera plaza del mundo no rige para el tercio de varas.
Quite de frente al costado donde se vio que el peruano venía a por todas. Antonio Chacón le cuidó el toro como si fuese su hijo y Ambel se lució con los palos:
Inicio tomasista jaleado con oles. Acto seguido se sacó el toro a los medios para dedicarse a sus perfilerías fuera de cacho, convenientemente silbadas por algún espectador tan maniático como nosotros. Lo acompañó todo con el compás demasiado abierto, sacando la barriga y componiendo posturas exageradas. Queda claro que no nos gustaron un pelo ni él ni su amistoso enemigo:
Nos despertamos de nuestro sopor para asistir a una estocada excelente con el toro patas arriba. Fíjense en cómo descubre la muerte con esa mano izquierda letal que tiene (recuerden lo que explicábamos en esta entrada). De esto que siempre le alabamos nosotros ya se han hecho eco algunos expertos. No nos importa si sirve para enseñar al aficionado cómo es el toreo de verdad:
Primero se quiso quitar el palo y después hubo que echarle el caballo encima antes de que saliera suelto. Ambel las pasó canutas para bregar con este rufián, que topaba, se distraía y rebañaba cuando le daba por acudir.
Ahí tenía Roca un toro desobediente y granujilla, que al primer pase lo desarmó con violencia. Le bajó la mano para intentar bajarle los humos. No tenemos queja del mando que demostró su muñeca pero sí de la colocación de sus piernas y de no rematar bien los pases favoreciendo la huída del toro. Pero él está acostumbrado al borreguillo al cual le abres la puerta y luego se da la vuelta para volver a embestir de forma sumisa y este toro no era de ésos.
Pegó dos cambiados por la espalda que no venían a cuento y que fueron muy arriesgados pero que calentaron al respetable. Bueno, de hecho el calentón en el tendido era entre los que protestaban y los que lo aplaudían.
Se pegó un arrimón de pueblo en el sol para cortar la oreja como fuese y culminó con unas bernadinas de mérito. Gritos de ¡torero, torero! para ahogar las protestas.
Y llegó la suerte suprema. Unos, empezando por Gallardo, deseaban que enterrase la espada y otros, los protestantes, que pinchase. Pues pinchó dos veces antes de esta magnífica entera hasta la tela con el toro rodando por el suelo:
MARÍN. Su primero era un castaño albardado, lavado de cara, muy bien encornado y no tan sobrado de kilos como sus hermanos:
Por dos veces se estampó contra el canto del burladero no por codicia sino como si no supiera frenar a tiempo (?). Se lastimó el pitón izquierdo, comparen la foto anterior con la de más abajo.
Marín estuvo nefasto en el primer tercio sin querer poner el toro bien en suerte. La pelea no valió nada pero lo mínimo que pedimos al maestro es un poco de afición.
Hubo que levantar los capotes al cielo ya que el de Fuente Ymbro se derrumbaba. Abundantes protestas al palco ante la invalidez del toro. Lo mejor que podía hacer el maestro era salir a cuadrarlo y matarlo pero nos castigó poniéndose pesadísimo. Entera tendida y trasera tapando la cara que por fin acabó con la tortura.
El último era otro toro negro zaíno, cornialto, cornalón, bajito y regordío:
Vulgaridad en varas, buen trabajo de Viotti y menos bueno de Punta, que se pasó de listo al clavar.
Brindis al público y ovación pueblerina cuando coloca la montera boca abajo con el estoque. El tal Hechizo parecía tener más gasolina que sus hermanos pero Marín se dedicó a pegar pases sin piedad.
Entera pasada con el brazo elástico y tapando la cara:
Gallardo dijo que había sido una corrida vacía, noblona, facilona, mu light. De todas formas insistimos en nuestro titular: si Roca entierra la espada en el quinto, corta seguro dos orejas, sale a hombros y tapa totalmente el fiasco de Fuente Ymbro.
Pero la suerte que el ganadero ha tenido en otras ocasiones le faltó aquí a cuenta de la espada del peruano, que es algo que no suele fallar. Todo falló... excepto el público, que se retrató en taquilla con la misma ilusión que un niño en noche de reyes.
A ese niño la ilusión se le está acabando porque en este San Isidro le están trayendo carbón los reyes más de lo que se merece.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.
La corrida de hoy, mismo ganado que la novillada del lunes, no hace más que confirmarme una teoría taurino-policial que últimamente ando barruntando. Y no es otra que "la mansedumbre llega con la edad y los kilos".
ResponderEliminarHombre, no sé si esa teoría es matemática. De entrada habría que diferenciar entre los kilos bien llevados y los cebados a última hora como parecieron éstos de Fuente Ymbro. Y la mansedumbre mucho me temo que está al margen de la romana.
EliminarAl acabar, Gallardo decía que quién sabe qué hubiera pasado si los novillos del otro día se lidian como toros y los de ayer como novillos. Es posible que tenga una parte de razón.
Saludos.
Solo una cosa que me rechinó. No tiene nada que ver el peso con las hechuras. Un toro puede estar muy gordo o muy seco, pero las hechuras las tiene igual. Otra cosa es que haya que bajarle o subirle los kilos, pero las hechuras están ahí. Por cierto solo pude ver el primero de Roca tomando algo en un bar y a mi me pareció un tacazo de toro, regordío pero con muy buenas hechuras.
ResponderEliminarYa indico en la crónica que ese toro era especialmente bajo de agujas y, sí, con hechuras de embestir. Dávila habló de que le habían encantado las hechuras y las caras.
EliminarSaludos.
Como bien dijo el propio Gallardo una corrida vacía de fondo, gran decepción después de la gran novillada del lunes
ResponderEliminarSí, pero insisto en que si Roca entierra la espada en el quinto y sale a hombros con las dos orejas, Gallardo se va de rositas y hoy nadie hablaría de él.
EliminarRecuerdo algo parecido en una feria de Otoño de 2002 en Madrid en que estuve presente. Corrida nefasta de Victorino con padre e hijo en el tendido, que tuvieron que escuchar palabras un tanto gruesas de diferentes aficionados conforme avanzaba el festejo. La cosa iba camino del desastre total cuando Robleño se echó encima del sexto y le cortó las dos orejas. Salió a hombros quizá en la jornada más feliz de su vida como matador y al día siguiente se había corrido un tupido velo sobre el petardo de los Martín.
Saludos.
Buenas Rafa . Al hilo del comentario anterior yo diría que si hay diferencias de comportamiento entre el utrero y el cuatreño pero no en la bravura , esta está o no independientemente de ese año de diferencia .
ResponderEliminarSalvando las distancias en el festejo popular se sabe si un animal es bueno de verdad a partir de los 6 años , muchas vacas parecen algo y a esa edad se vienen abajo y viceversa . En los toros ya es otro cantar ya que hoy día y sin saber los motivos a partir de los 5 años se vuelven muy reservones y cuesta ver esa supuesta bravura .
Saludos
Yo pienso que la única diferencia entre el novillo y el toro es que el primero se mueve más.
EliminarSaludos.
Si Roca en su segundo, el quinto de la tarde, no le abre la puerta al toro : ¿podría haberle dominado y no hubiera tenido necesidad de irse a las tablas?
ResponderEliminar¿Podría citar alguna faena concreta de algún torero reciente- o incluso en su defecto lejano-que haya logrado dominar a un toro de ese tipo sin necesidad de plantear la batalla en las tablas?
Un saludo.
Paco B.
A la primera pregunta yo diría que sí pero el problema de Roca es que jamás remata el pase en la cadera sino que está acostumbrado a abrir la puerta al borreguillo sabiendo que volverá.
EliminarA la segunda pregunta le respondería que más de una faena de Ruiz Miguel.
Saludos