lunes, 16 de septiembre de 2024

UN TORO SE VENGÓ DE LA CARIOCA

De las corridas que se celebraban ayer quizá la menos interesante era ésta que les vamos a comentar, con Alcurrucén en Madridejos. Teóricamente lo mejor estaba en Madrid pero los motivos laborales y económicos no nos permiten ir y venir por ahí ya que no vivimos de esto. No obstante, los que quieran una versión independiente y sin tapujos de lo acontecido en Las Ventas, bajen a la sección de comentarios porque intervendrán amigos del blog que estuvieron presentes.

Volviendo a Madridejos, no hagan caso de las siete orejas porque eso no tiene ningún valor. Tampoco hagan caso de las caritas que presentaron los toritos de Lozano. En un festejo que duró más de dos horas y media sólo hubo cuatro cosas destacables, cuatro cosas buenas de verdad. Son pocas para tanto rato pero si quieren saber cuáles fueron no tendrán más remedio que leer la crónica que sigue a continuación.



Estos toritos de Alcurrucén salieron mansos en varas, con la duda de quinto y sexto. En la muleta no dieron problemas, todos muy obedientes excepto ese quinto, el único un poco respondón. Las encornaduras, manifiestamente mejorables, con más de dos sospechosos de pitones como podrán comprobar. Los de la televisión manchega sí enseñan primeros planos de las puntas (cuando hay puntas), no como los de Onetoro, que se van al plano general para evitar enseñar boliches y poner en un brete a esos comentaristas que tanto hablan de integridad.




MORENITO DE ARANDA. Siempre lo esperamos con interés porque sabe torear. Precisamente por eso solemos ser duros con él cuando nos la da con queso, como hizo en esta ocasión. Su primero fue este negro mate, chorreado en morcillo, listón, astracanado, bajo de agujas y corniapretado:



Era muy flojo de salida y en dos picotazos entró y se marchó. Moreno no tenía ni para empezar con él por obediente, dócil y distraidillo. No hacía falta poner esa cara como si se estuviera enfrentando al minotauro:



Su toreo fue indigno de él dada su extremada vulgaridad. Estocada arriba pero ladeada más descabello y primera orejica:



Su segundo era colorado oscuro, bragado, listón, calzado de pies, astracanado y estrellado (no lucero como sostenían equivocadamente los dos televisivos). Venía bien picado del campo:



Inexistente primer tercio y luego el torillo que se dedicó a pasar por ahí. De nuevo vimos a Morenito retorciéndose, premioso y toreando como uno del montón, una lástima.



Lo primero bueno de esas cuatro cosas que resaltábamos al comienzo fue su estocada. Se tiró con gran fe, cosa inhabitual en él, y dejó una estocada desprendida y tendida hasta el gavilán aunque perdiendo la muleta por un pisotón. La segunda cosa buena de la tarde fue la muerte del toro ya que estaba amorcillado y de repente empezó a caminar hasta salir a morir a la segunda raya. Dos orejicas más.



LORENZO. Su primero era un negro, bragado y meano, casi brocho como ven, pero de mucho trapío según César Jiménez. Ustedes mismos:




Lo pinchan en el espinazo y huye como alma que lleva el diablo. Cambio de tercio. Pues a pesar de ese simulacro resultó ser un toro de paja, perfecto para practicar toreo de salón dada su bobería. Lorenzo destoréo muy a gusto, fuera de cacho y picando. No les engañamos:



En cambio, los televisivos se deshacían en alabanzas, parecía que estaban viendo a Belmonte en la del Montepío. Estocada con telonazo, que se va baja y atravesada (para De Blas, una gran estocada...) más descabello. Bien el presidente negando la segunda oreja aunque incoherente con lo que haría después:



El quinto era negro listón y con pitones de Canarias:




Estábamos por cortar de una vez la retransmisión cuando el toro nos deparó un empuje monumental, llevándose veinte metros al caballo y eso que tenía la salida tapada, ¡bravo! Ésta fue la tercera situación memorable de la tarde, nos queda una:



En la segunda entrada se repuchó. Luego retrocedía, husmeaba, se reservaba y de pronto arreaba. Lorenzo ahí no pudo destorear porque lo hubiese levantado del suelo pero su faena no despegó:



Media trasera y dos orejicas más, ya hemos perdido la cuenta:




JORGE MOLINA. Tomó la alternativa con este salinero, facado, bociblanco, listón y lavado de pies. Observen la carita que exhibía porque para César Jiménez estaba muy bien conformado de pitones:



Tres veces fue al caballo para huir al hierro en las tres. En la primera lo pincharon en el costillar, cerca de los ijares. Aunque estaba entero tenía la gasolina justa. Molina estuvo aseado, quieto y sin dejar que le puntease la tela. Dos tandas de naturales resultaron académicas en el mal sentido:




Pinchazo claramente bajo (arriba dijo De Blas), otro traserísimo perdiendo la muleta (arriba dijo ahora Jiménez) y tendida trasera perdiendo de nuevo los avíos. 



Qué manía tienen estos dos con darnos gato por liebre cuando lo estamos viendo. Los toros son las únicas retransmisiones donde los comentaristas se empeñan en engañar absurdamente al telespectador.

El sexto era un negro azabache, terciado, bragado, aleonado, degollado y cornialto:



Y entonces llegamos al cuarto momento brillante de la corrida. El picador Sánchez inició la carioca nuestra de cada día pero cuando llevaba 180º, el de Alcurrucén metió los riñones, romaneó y derribó a caballo y caballero. ¡Cómo nos alegramos del batacazo! Ojalá pasase eso en cada carioca que perpetran los de la banda del castoreño, otro gallo cantaría...



Se orientó en banderillas y después llevaba la cara por las nubes, como ven abajo. Molina anduvo un poco hotelero en el fondo y pegando pases en la forma:



En la imagen se confirma lo que decíamos de que el animal era terciado, siendo generosos. Tendida muy trasera y cruzada saliéndose con descaro y, a pesar de ello, dos orejillas más para acabar de poner la tienda del casquero en el mercado:




Vimos una de los festejos más triunfalistas del año, casi tanto como la corrida de Béjar, donde hubo también siete orejas más un azul. Naranja, creemos que no. Estos presidentes la gozan con los despojos porque su deseo es hacer feliz a la gente. La integridad de los pitones y el cumplimiento del reglamento, especialmente en la concesión de la segunda oreja, se los pasan por el forro.

¿Qué les han parecido las cuatro cosas que hemos destacado de la corrida? ¡Las cuatro únicas en casi tres horas de festejo! Si no lo vieron, pueden acudir al vídeo y buscar directamente esos cuatro instantes. Liquidarán la corrida en cuatro minutos y podrán dedicar su valioso tiempo a otros menesteres.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.


sábado, 14 de septiembre de 2024

"PERIQUITO" SALE UNO AL AÑO

Y gracias. El Periquito de San Isidro fue la excepción que confirma la regla en La Quinta, un hierro al que los propietarios han moldeado con gran éxito, consiguiendo lo que se proponían. Añadan a eso los constantes rumores de que han proporcionado sementales a otras ganaderías bastante afamadas.



La tarde albaceteña se saldó con cuatro orejas que pudieron ser perfectamente seis o siete. Los santacolomas salieron parejos de presencia, correctos para esta plaza, nobles, con mucha fijeza aunque alguno distraído y otros apretando a tablas. Pero en varas... ¡ay! Fue una corrida que pudo matarse perfectamente sin necesidad del primer tercio. Con eso está todo dicho.




PERERA. Su primero era este cárdeno, meano, bragado, altito de agujas:



Simple señal trasera en el caballo pero sin taparle la salida, cosa noticiable. Ese simulacro en varas fue para César Jiménez que el toro había sido muy bien picado. Bah, era un torete comercial que iba y venía sin interés. La pierna atrás, que no falte:



Y sin obligarlo mucho para que no cayese muerto ahí mismo sin estoque. Reconoceremos el mérito del maestro al no permitir que se rajase ya que lo estaba deseando. Tras unas bilbaínas en ambiente casi fúnebre para gran sorpresa del diestro, se perfiló y dejó un pinchazo, una media pasada y una entera baja siempre a capón:



El cuarto salió tras una merienda interminable. Fue este cárdeno, salpicado, rabicorto, rabicano. gargantillo, caribello y calzado de pies:



Estuvo nefasto el peón de Perera. Corta al toro cuando se venía al relance pero con su segundo capotazo hacia adentro lo mete debajo del peto. ¡Cuánta inutilidad! Guante blanco de nuevo con la puya.

Anotemos que hizo hilo de bravo en banderillas. Perera vio ese detalle y le bajó la mano de inicio sin piedad para escarmentarlo. Luego le embistió a regañadientes, quizás quejoso por ese castigo tan duro.



No le causó problemas pero tampoco le granjeó aplausos. Metisaca terrorífico en el costillar y puñalada muy fea por trasera y perpendicular, siempre a capón. Vean por dónde lleva la mano. No debió de irse muy contento al hotel uno con tanto orgullo como el extremeño al ver a sus compañeros en hombros.




DE JUSTO. Su primero era cárdeno, bragado, rabicorto, con poco cuello, blandito de remos y asaltillado de cuernos:



Cabeceó enloquecido en el peto y rápidamente, cambio. En la muleta resultó pronto y empapado pero con embestida chochona. Lógicamente César Jiménez repetía: ¡qué gran toro! Claro, era la típica ternera que resulta ideal para los taurinos y él lo es de pata negra. 



Como iba asfixiado, se quedaba cortito y De Justo tenía que perder pasos. Pinchazo en el lomo por culpa del toro y estocada trasera y desprendida con patas al cielo. Entró siempre sin pegar el telonazo, otra cosa noticiosa. Vean que hace bien la cruz. Perfecto el presidente Coy sin conceder nada:



El quinto era este Lagartijo, un cárdeno oscuro, bragado, meano, axiblanco, muy ojalado y con poca cara. Esas son las caritas del agrado de los taurinos. Por eso de nuevo terció Jiménez para pontificar que tenía una expresión muy bonita (sic):



Por cierto, no creemos que sea bueno para las cervicales del maestro retorcerse tanto a la verónica. Buen empuje en el caballo, el único, aunque con la cara muy alta y cobrando en el lomo:



Quite del diestro de frente al costado con la escoba. Le tocaron música, cosa inhabitual. Era codicioso y repetidor pero se distraía al final del pase, como ven:



Cuando De Justo conseguía que se centrase, enfervorizaba al personal. A nosotros no tanto ya que su toreo se nos antojó un poco estajanovista, y perdonen sus seguidores. Lo mejor de la tarde fue su excelente estocada arriba, un poco pasada. Emborronó acto seguido esta bella suerte cuando se marchó al platillo a mendigar ovaciones. ¡Hay que quedarse al lado del toro hasta que muera, que para esto te da de comer! No le tienen ningún respeto. Y todavía estuvo peor después solicitando por su cuenta al palco el azul. Esa no es su misión. Estuvo mucho más serio el público sin pedirlo que él. Ni de broma era azuleable. Observen dónde se había ido con el toro todavía vivo:




ADRIÁN. Su primero era negro entrepelado, bragado, meano, axiblanco, salpicado de nalgas y rabicano, con encornadura típica de Buendía:



Empuja aunque le levantan rápido, otro simulacro. Renqueaba un poco de atrás pero era de nobleza tontaina. Adrián le fue haciendo el tiovivo olvidándose del aire. Ni por equivocación cargó la suerte, ¡ni una sola vez! Para César Jiménez, esto que ven fue torear muy de verdad



Estocada tendida y trasera hasta las uñas por tirarse con fe. Bien otra vez el presidente sin dar la segunda oreja:



El sexto era un cárdeno, nevado, rabicano, con cara y con presencia pesando 473 kilos:



En el caballo quería quitarse el palo y luego arreó en banderillas.



Fue el más díscolo dentro de la buena educación de todos los de La Quinta porque ¿cuál es el último toro de esta vacada que recuerdan haber visto demostrando listeza o un poco de mala idea? Éste se venía con alegría aunque amontonándose un poco cuando llegaba a jurisdicción, como diría Justo Hernández:



Adrián estuvo firme y lo que hizo fue suficiente para cortar otra oreja tras esta estocada muy trasera entrando con el delantal. Anotemos que el toro embestía mucho peor al final que al principio de la faena:




La corrida seguro que dejaría encantado a cualquier joven novato en esto de los toros. Por supuesto que dejó encantados a todos los taurinos, empezando por César Jiménez. En cambio, al aficionado al toreo güeno suponemos que lo dejó sólo contentillo a secas, vaya usted a saber. 

Pero el sufrido aficionado a toros, no a toreros, se quedó como antes. Bueno, peor que antes porque cuando se anuncia una corrida con este hierro siempre se tiene la ilusión de que salga uno como aquellos novillos de los noventa. Pasa el tiempo y no hay manera. Quizá es que lo de Periquito fue realmente un espejismo.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.


miércoles, 11 de septiembre de 2024

FERIA DE VILLASECA DE LA SAGRA, 2024 (y 5). CUADRI: ENHORABUENA A LA FAMILIA

A la familia Cuadri, claro, que nos deleitó con un homenaje a lo que esto debería ser: una fiesta de toros y no de posturitas, de norits, de esconder la pierna y de expresar lo que llevas dentro. Que no, hombre, que esto debería ser otra cosa. Ni más ni menos que lo que fue esta novillada de Villaseca: un espectáculo con seriedad, interés, emoción y peligro por momentos. O sea, la sensación de que se está mucho mejor en el tendido que en el ruedo.

Nuestra enhorabuena deberíamos personificarla en Luis Cuadri, que es quien lleva la voz cantante desde hace cinco años pero seguro que no le molestará que la hagamos extensiva a toda la familia. Luis y Fernando estaban sentados al lado del alcalde de Villaseca mientras que Fernando El Viejo se ubicaba un poco más allá y habiendo pagado su entrada, de eso no tengan ninguna duda.



Todos los novillos fueron negros zaínos y ovacionados de salida excepto el cuarto. Es que eran casi toros, que demostraron casta, humillación, buen viaje por los dos pitones, empujaron en varas excepto quinto y sexto y no demostraron malas ideas excepto el sexto. Los nombres, por orden de lidia: Gollesco, Zapatero, Solitario, Nórdico, Macetero y Maquinista. Precisamente el ferroviario fue el único que manseó muy a su sabor.




D'ALVA. El portugués debe recibir nuestra felicitación porque es quizá el único que no pliega el capote con la ordinariez de morderlo (recuerden aquí cuando comentábamos que morder el capote es de chalaos). Su primero, gacho y cornidelantero, arrastraba el morro por el albero con delectación:



Cabeceó a gusto en el peto llevándose una buena carioca en el primer puyazo pero sin que le clavasen trasero, algo es algo.

D'Alva banderilleó sin miedo porque los cuadris no son difíciles de banderillear si no tienes miedo. No hagan caso de los lugares comunes que repiten unos y otros. Un peón tuvo el susto de abajo tras tropezarse:




Brindó al alcalde para comprobar acto seguido la escandalosa humillación del animal, que embestía por los dos pitones y con codicia aunque sin galopar. Quizá, aparte de la labor de Luis, algo tendría que ver que no lo habían pinchado trasero. Miren ese hocico:



Estocada trasera y cruzada más dos descabellos:



El cuarto fue el que bajó de trapío por exhibir menos kilos aunque bastante cuello. Lo recibió a porta gayola con mucho mérito porque salía dubitativo:



Tras la segunda entrada, donde le pincharon en el espinazo y lógicamente se soltó, el presidente Basco ordenó una tercera. ¡Albricias! Parece que no cayó en saco roto el diálogo que sostuvimos con él el día de Montealto, recuerdénlo



En esa tercera entrada vimos un buen galope aunque con picotazo marrando. El novillo corría por todo el ruedo con ganas de embestir. D'Alva cuadró en la cara las tres veces:



Brindó al Club 3Puyazos. Ahí tienen a Julián, Carlos, Alberto y Andrés flanqueados por Tomás Prieto de la Cal jr. y por Cristina, una gran cuadriadicta (con criterio). Estaba fuera de plano el presidente Palacios. A todos ellos los contamos con honor entre los lectores de nuestro modesto blog:



Por cierto, ni De Blas ni Jiménez hicieron ningún comentario sobre el club, ¿sabrán que existe? Ay... no apostamos ni un céntimo. Este cuadri salió pegajoso, mirón y con temperamento, difícil de trastear. Por ese motivo no criticaremos al luso.



Estocada hasta el puño pero que se le va muy trasera, igual que la primera, más dos descabellos. Se le van traseras por llevar la mano alta, (recuerden lo explicado aquí):




DE LA CALZADA. Le colocaron la divisa de esta guisa:



Metió el riñón con alegría pero siempre con la cara altísima:



Bien Sánchez en sus dos pares demostrando una vez más que lo de las banderillas en este hierro es una filfa siempre que no tengas miedo:



Empezó encastado y con galope en las dos primeras tandas y cuando se cansó siguió acometiendo ya pastueñamente. Calzada no mandó y lo vimos tosco comparándolo con la bondad del cuadri, al que aburrió.



Bajonazo con telonazo. Después se levantó hasta dos veces tras haber doblado. Es por la funesta manía de apuntillar por delante. ¡Que no! ¡Que hay que ir siempre por detrás! Que tenemos fotos de Gallito y Belmonte de pie, con la muleta en el morro mientras su puntillero va por detrás. Y todavía más en casa de Cuadri, ya verán lo que sucedió en el sexto...



El quinto tenía poca papada pero era largo, hondo y cornidelantero:



El picador parecía un turista subido ahí con un castoreño comprado en los chinos porque se dedicó a hacer de pinchaúvas, menudo desastre. De nuevo el presidente obligó a una tercera entrada en la que se repuchó. Picar no sabe pero clavar en el lomo y utilizar su mano izquierda asesina para encerrar al toro ahí abajo, en eso es catedrático.



Era otro cuadri que se llevó un kilo de arena villasecana en el morro. Calzada le dio distancia y se le venía pero el novillero cometió el error de querer gustarse y este Macetero no era para expresar lo que llevas dentro.



Encima empezó a echar la pierna atrás destoreando a base de bien y tratando al de Cuadri como si fuese un norit al uso. Mal, Calzada, estuviste por debajo de tus dos enemigos de manera clara. Esperemos que sus mentores le hablen claro y no vayan con paños calientes. Casi entera pasada:



De nuevo el puntillero actuó por delante y por dos veces se levantó el toro. Calzada tuvo que descabellar y el novillo lo volteó sacándole el hombro en la fea caída. Todo se hubiera evitado yendo por detrás:



Salió D'Alva a descabellar y fíjense en que también salió escaldado ya que estuvo a punto de sufrir una cornada en el pecho antes de despenarlo al sexto intento y con doble aviso:




ANDRADES. Su primero era negro zaíno, como todos, aleonado, badanudo, alto de agujas. Era un toro al que lanceó con el pasito atrás, ¡qué manía!, aunque muy pocos se dan cuenta (recuerden aquí nuestra explicación):



En el primero empuja bien pero a lo Santillana y cobrando vilmente en el lomo. Al segundo no quería ir, remoloneó bastante pero cuando se lanzó, derribó con fe. El de la banda del castoreño era Adrián Navarrete, que estuvo como siempre, entre mal y muy mal.



Voluntarioso Andrades en banderillas pero siempre con exceso de capotazos.



Era otro cuadri noble y con gas, por los dos pitones, al que el gaditano dejó la muleta puesta para que repitiese. Ojo no sea la vez que mejor le hayamos visto torear... aunque sólo con la derecha porque con la izquierda no se aclaró y fue desarmado. El novillo se comía la muleta:



Estocada baja:



El sexto fue el ferroviario, un corniapretado de poca badana pero grande y gordo. Lo recibió de hinojos:




En el caballo estaba resabiado (¿tentado? Nos cuesta creerlo por esa conformación de cuernos). No quería acometer ni por pienso y hubo que clavarle la puya para que espabilase. Pero no una sino tres veces. Observen un momento la imagen. Lo de dar el pecho del caballo no existe y en el burladero asistimos a la charlotada de ver al monolisto en el ruedo con el peón metido dentro. ¡El mundo al revés! El toro los mira como diciendo: pero, ¿qué hacéis ahí? Acongojante:



El diestro había hecho gestos claros de querer ofrecernos un tercio de varas en condiciones, con el toro de largo y todo el mundo tapado, pero justo fue a intentarlo con el novillo que menos se prestó ¡de toda la feria! Por lo menos ha quedado claro para el palco tras la novillada de Montealto que no hay problema por que haya novillos que vayan tres veces al caballo. El año que viene se deja claro en la prensa antes del certamen y se recuerda a los chavales en el patio que se obligará a señalar en una tercera entrada aquel novillo que el presidente considere digno de ser lucido. ¿Habrá servido de algo lo comentado en este modesto blog a cuenta del tercio de varas de Sandoval mayor?

Aunque no estaba para florituras, Andrades pareó igualmente y lo hizo muy bien:



Cuando salió con la muleta le gritaron con buen criterio: ¡Pa fuera, pa fuera! Se suponía que en terreno abierto los arreones serían menos duros. En cambio, al poco le gritaron: ¡toca, toca!, y eso ya era para decirle al gritón que saliese él a tocar.

Andrades tuvo que pasar un trago que no se notó desde fuera porque tiene valor a prueba de bombas. Aguantó parones, miradas, arreones... y de un animal que pasaría por toro en cualquier plaza de segunda. Nunca se sintió toreado y desarmó tres veces al diestro, las dos últimas por no haber entrado a matar cuando debía.



Pinchazo malo, otro arriba y una casi entera y contraria perdiendo nuevamente la muleta. Otro que se levantó dos veces con la puntilla. Tras la última, y al ir contumazmente por delante, el tal Maquinista paseó por la atmósfera al tercero sin consecuencias, vean. Si cae mal con el cuello, termina en silla de ruedas. Muy bien Andrades quedándose al lado del toro hasta su muerte. Por eso pudo hacer el quite a su subalterno y evitar males mayores:




Este arreón del más manso de la novillada, o menos bravo, fue un perfecto broche para el festejo. Un broche de casta para una novillada sin casquería, sin vueltas al ruedo, sin azules y sin indultos pero que no olvidaremos.

Es que hasta nueva orden la tauromaquia debería seguir siendo una fiesta de toros, con riesgo, con emoción, con variedad, con peligro pero también con posibilidad de triunfo. Y siempre con la imprescindible sensación para el espectador de que se está mejor en el tendido que en el ruedo, como decíamos al comienzo. Eso es algo que hemos olvidado viendo el ganado domesticado que se lidia tantas tardes. Menos mal que estuvo en Villaseca la familia Cuadri para recordarnos dónde está la esencia.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.