En la pasada feria de Céret comentábamos que Mario Vilau se había equivocado al entrar a matar en la suerte contraria y por ello había resultado cogido. Así lo captó el maestro Moore:
Afortunadamente la cosa se saldó con una pequeña cornada de cinco centímetros que podría haber sido mucho peor si el novillo le clava el cuerno en el suelo, como ocurrió con el infortunado Víctor Barrio cuando el toro le perforó un pulmón.
Hay aficionados que nos impelen a olvidar nuestra cruzada con esto de entrar en la suerte natural o la contraria. Nos dicen que nadie mira eso, ni siquiera los profesionales, y que los toreros y su entorno solamente están pendientes de que el animal esté cuadrado. Antes de seguir digamos que esto último es una estupidez, como mantenemos nosotros desde siempre y nos confirmó Marcial Lalanda. Recuerden sus palabras, que transcribíamos en esta entrada:
El único beneficio de cuadrar el toro es evitar que tenga las manos en disposición de arrancarse. Digamos que es para ganarle un segundo la acción, nada más. Lo hemos intentado dejar claro también en esta entrada que titulábamos Cuadrar el toro no es una suerte. Es otro de los lugares comunes de la tauromaquia.
Que no, señoras y señores, que vamos a seguir erre que erre con nuestra manía de las suertes natural y contraria porque estamos convencidos de que tenemos razón. Pocas cosas pasan para las innumerables veces que los diestros se equivocan de suerte y el toro hace por ellos al estar en el lado erróneo. Uno de los pocos que siempre se preocupa por acertar en la elección es Manuel Escribano. Él nos dará la razón si lee estas líneas.
La diferencia entre ambas suertes la explicábamos aquí y no la vamos a reiterar. Un amigo del blog que se mueve dentro del mundillo de los profesionales nos decía que eso no interesa a nadie. Dicen los de dentro que con la selección del toro a la que se ha llegado ya no hay tanta mansedumbre y que lo de escoger la suerte al entrar a matar queda para el Cossío y para maniáticos como nosotros.
Pues precisamente con lo de la selección nos están dando la razón ya que nuestra teoría siempre ha sido que al 90% de los toros hay que matarlos en la suerte natural. Con esa selección que ha ido eliminando la mansedumbre de carreta, más razón para venir a nuestra vera. ¿Por qué tanta entrada en la suerte contraria? Veamos dos ejemplos donde, aunque no dispongamos de la lidia completa, tiene toda la pinta de que ambos diestros se equivocaron y por ello se llevaron sendas cornadas de caballo.
Sergio Rollón fue gravemente herido en Valdetorres de Jarama. Por la reacción del toro, la misma que han visto en el de Vilau, salta a la vista que no era de suerte contraria, observen:
El resultado fue una terrorífica cornada que le afectó el triángulo de Scarpa más un coágulo en el pulmón. Aquí abajo tienen el vídeo. Algunos dicen que se echó encima del toro. Puede ser, añadiendo que es honrado y no pega el telonazo, pero es que ese giro del cuello del toro hacia su salida natural hace que pensemos que aunque se hubiera aliviado un poco, la cogida habría sobrevenido igualmente:
Erró también este invierno el pobre Emilio Macías entrando en la suerte contraria en Tlaxcala. Esta vez el toro le destrozó el recto en una de esas cornadas que duele sólo de verlas. Pulsen aquí.
No tenemos la lidia completa pero nos da la impresión de que equivocó la suerte. Se perfila en la contraria y se tira con rectitud pero el gesto del cuello del toro es clarísimo. Se va hacia su tendencia natural y le corta el paso:
La gran desgracia es que cuando lo voltea no permite que caiga al suelo sino que lo ensarta en el aire y lo mantiene en vilo durante diez segundos horripilantes:
El resultado fue la gravísima lesión de la que se ha ido recuperando lentamente. Es de esas cornadas que se sienten en el cielo de la boca, como la muy similar de Rafael Ortega en Pamplona ante un toro de Bohórquez, que contábamos aquí. En la enfermería le dieron la extrema unción.
Castaño entró al volapié en la suerte natural en Mont-de-Marsan. Su estilo es lamentable pero no vamos a insistir en lo dicho aquí:
El de Escolar era un toro aplomado y acobardado. Pues fíjense en que directamente aprieta para adentro de manera descarada y pasea al diestro por la atmósfera. Resultado: cornada de 10 cms. en el gemelo.
¿Saben lo que repiten los profesionales? Pues que donde el diestro lo vea, ahí está bien. ¡No, hombre, no! Donde lo vea no vale porque los toreros actuales no ven nada y con lo mal que los aconsejan, todavía ven menos. Recuerden otra cogida sin consecuencias por esa equivocación que vimos en directo en La Granja. Fue al novillero Francisco Morales un instante después de esta imagen:
En el callejón lo abordamos y nuestro diálogo fue éste:
- Maestro, si era un novillo bravo, ¿por qué entró en la suerte contraria?
- Es que lo he visto ahí y me he tirado.
- Pues cuando se perfilaba en la contraria estaba seguro de que lo iba a coger y así ha sido. Y ya me ha extrañado que nadie desde el callejón le avisase del peligro (dicho esto para que nos oyese el peón que estaba a su lado y que se giró para decirnos lo que sigue)
- Él lo ha visto y ya está. Ha corrido un riesgo y eso también está bien.
- Hombre, el riesgo hay que correrlo pero con cabeza y a un toro bravo siempre hay que matarlo en la suerte natural.
- Bueno pero lo ha matao y ya está. El novillo está muerto y él está aquí.
- Sí, pero podría estar en el hospital...
Con Vilau debió de pasar lo mismo. Lo vio ahí y entró a por todas. Es verdad que se tiró derecho y con toda la fe del mundo pero estamos convencidos de que el animal, por mucho que durante la lidia hubiera hecho algún gesto hacia tablas, era de suerte natural.
Nos dicen de su entorno que mata siempre en la suerte contraria, lo cual nos parece un craso error. Puestos a no pensar en qué suerte aplicar, que mate todo en la natural ya que es lo que pide un mayor porcentaje de toros.
Bruno Aloi tuvo suerte en Santander. También entra en la contraria y el toro se abre y lo engancha aunque le perdona la cornada, véanlo aquí. Calzada, otro que tal baila. Miren la reacción de un novillo que pedía la natural:
Cuando Vilau, Calzada o Aloi lleguen a figuras tendrán un problema añadido y es que se las verán con toros mansinobles. ¿Qué es eso? Recuerden aquí la conversación entre Hernández y Delgado de la Cámara. Se trata de ese tipo de animal, el preferido de las figuras, que desarrolla una gran tendencia a tablas muy pronto, en cuanto se ve podido. Tiene mérito seguir consiguiendo que trague sin que se raje. Y ese mérito es el de las figuras, que no lo permiten y lo exprimen.
Ahí se genera la duda de si entrar en la natural a un toro que no es manso o cambiar a la contraria porque ha cantado esa querencia hacia adentro dada su selección comercial (recuerden que don Juan Pedro Domecq avisaba de que esa selección degeneraba en mansedumbre). Le cedemos la palabra pero hagan el favor de leer esta entrada :
La ventaja es que ese norit, aunque tienda a tablas pero lo mates en la natural, es tan burro que difícilmente hará por ti aunque lo hayas frito a derechazos.
Y ahora, ¿qué hacemos con toros muy encastados que en un momento dado se rajan al sentirse podidos? Nos referimos por ejemplo a Santanero I de Ibán. Román le pudo y el toro se fue a tablas descaradamente al final de la faena, observen:
El diestro optó por la suerte contraria al ver eso. Le hemos dado vueltas al asunto y pensamos que se equivocó. Con un norit rajado no hay problema pero con el toro encastado sí porque a pesar de haberse sentido momentáneamente podido, tenderá siempre hacia su terreno natural y así pasó lo que pasó. La foto, tan oportuna como espeluznante, la hizo el aficionado escocés Sean Boyle:
Recuerden esta entrada con nuestro homenaje al maestro valenciano por lo que hizo ante ese animal. El mayoral Domingo nos daba la razón tiempo después cuando le preguntábamos al respecto. Respondía sin dudar que se equivocó entrando en la contraria.
Empezábamos esta reflexión con eso de que no está de moda ni entre profesionales ni entre aficionados mirar la suerte natural o la contraria porque parece que en la actualidad no tiene ninguna importancia. De hecho, apostaríamos mucho dinero a que una gran mayoría de novilleros y de toreros ignoran de qué estamos hablando. No obstante, las cornadas causadas por equivocarse en esta elección resultan siempre gravísimas aunque afortunadamente no sean tan frecuentes como debiera derivarse de tanta contumacia.
Hombre, recuerden el mismo error de Gonzalo Caballero en Madrid que le llevó a entrar en la enfermería casi clínicamente muerto. Fíjense en la actitud del toro:
La cornada fue en la pierna izquierda, ojo. Le partió la femoral:
Se lo dijimos personalmente en las Jornadas de Pamplona y nos dio la razón. Éste fue nuestro diálogo:
- Aquel toro de Valdefresno era de suerte natural, no de contraria como entraste.
- Sí, me equivoqué en la suerte contraria, me lo dijo después Escribano... es que yo soy de entrar a matar cuando lo veo claro (fíjense en que repite lo mismo que Gómez del Pilar, recuerden aquí).
- Pero es que sólo con un muletazo cambias la suerte y te puedes ahorrar un accidente...
- Sí, ya... es verdad.
- Es que te has llevado esas dos cornadas al entrar a matar ¡y en la pierna izquierda! Eso no puede ser (y asentía con la cabeza).
La otra cornada que le recordábamos también fue entrando a matar y se la pegó un toro de El Pilar en aquella durísima corrida de la sangre espesa, pulsen aquí.
Y Emilio De Justo, ¿qué? No está en silla de ruedas porque se le apareció la Virgen de la Almudena. Se equivocó entrando en la contraria y el toro de Pallarés lo volteó de mala manera. En nuestro titular de la crónica no lo tapábamos, recuérdenlo aquí:
Observen la siguiente foto del maestro Moore hecha desde el otro lado en la cual se aprecia con claridad que el toro ha girado completamente el cuerpo hacia su salida natural. Es un instante antes de que el diestro aterrice lesionándose en las cervicales con secuelas que llegan hasta hoy, tres años después. Y podría haber sido mucho peor:
¿Se han fijado en que la mayoría de equivocaciones que hemos visto consisten en entrar en la contraria a toros que son de suerte natural? La selección de los ganaderos ha hecho que haya desaparecido esa mansedumbre de buey para la que se recetaba entrar en la suerte contraria.
Conclusión: suerte natural para la gran mayoría de toros. La contraria, sólo para los que ya desde el primer tercio hayan mostrado una clarísima tendencia hacia los adentros. La duda quedará únicamente para el mansinoble rajadillo pero su condición dócil y bobalicona hará que una posible equivocación sea más llevadera.
Si ni los diestros ni sus mentores quieren seguir nuestro consejo, con su pan se lo coman pero luego que no vengan a quejarse de cornadas tan tremendas como las que hemos visto en esta entrada.
Ya que los chavales que han salido en el texto están en edad de aprender, enlazamos a continuación los otros capítulos de nuestra serie Las verdades del toreo de verdad. Por lo menos que los lean, aunque después no nos hagan ni caso:
El Cordobés: cómo romper un toro y cómo se torea al natural.
Marcial Lalanda: entrar a matar.
Antoñete y el toreo desmayado.
Esplá explica qué es el temple.
El medio pase y el toreo de perfil.
Cañabate y el público de toros.
Cañabate, las fundas y el toro comercial.
Las verdades del Duque de Veragua.
La Tauromaquia de Amós Salvador.
Así remataba El Viti los pases.
Las verdades de Corrochano sobre el toro de lidia.
Roca Rey, el que mejor descubre la muerte.
Si hablas, no vuelves a torear.
Cuadrar el toro no es una suerte.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.